¡Pásale −a donde puedas, como puedas−, paisano!

Opinión
/ 23 enero 2025

Lo último que recibirán serán facilidades para rehacer su vida en su propio país, del que un día salieron por la desesperación de no recibir de éste la oportunidad de llevar una vida digna

No me gustan los programas de viajes, básicamente porque me frustra no ser yo el que anda de pata de perro por el mundo, monetizando además lo que el resto de la humanidad debemos pagar con grandes sacrificios. “¡Me da muchísimo coraje!”, para ponerlo en palabras de Ricardo “El Little Chicken” Anaya. “¡Es insólting and onacéptabol!”

Pero el otro día sin proponérmelo me topé con una reseña de Estocolmo (Suecia, para mayores señas). Y ahí estaban mostrándonos que su platillo típico (las albóndigas de IKEA), que su pasatiempo nacional (chupar como si no hubiera mañana), que sus iglesias abandonadas (no sé si porque finalmente se impuso la razón sobre la superstición o porque de plano perdieron toda fe en cualquier posible redención para la humanidad)... Que esto, que lo otro, que aquello, que fue y que vino. Todo muy limpio, todo muy bonito, igual que acá −ya sabe− pero sin perritos callejeros.

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La cronista de viaje finalmente abordó el tema con el que de inicio buscaba llamar nuestra atención: Que el Gobierno Sueco estaba otorgando 30 mil dólares (no haga la conversión, sí, es mucha cheve) a cada inmigrante para que abandonara el país.

Más de medio millón de devaluados pesos para esos inmigrantes que estuviesen teniendo dificultades para adaptarse a la vida en Suecia, al idioma, al clima, a la cultura, a las albóndigas de IKEA, etcétera.

El incentivo busca motivar a aquellos inmigrantes que no están haciendo nada realmente en Suecia a que mejor se vayan a hacerlo a su país de origen, o alguno de los países vecinos, o a donde mejor les parezca, con tal de no tenerlos allí diluyendo su nórdico privilegio.

Treinta mil dólares por irte a chingar a tu madre suenan, la verdad, tentadores. ¡Cuántas veces no lo mandan a uno de a gratis, sin que cobremos por ello un sólo centavo! De perdido aquí la inversión lo justifica.

Por las dudas, me voy a inscribir en el programa:

“Queridos ABBA. ¿Cómo están? Espero que bien. Acá ya saben, disfrutando lo votado. ‘Óigans’: ¿Podrían decirle a su Primer Ministro que si me deposita los 30 mil verdes, yo prometo a cambio jamás poner un pie en su hermoso territorio? Sé que no son los canales habituales, pero creo que así nos podemos ahorrar muchas molestias e inconvenientes. Espero que sí. Gracias. P.D. ¿Cuándo vuelven a grabar y a dar gira? P.P.D. Disculpen ¿Su bandera es la de la cruz roja sobre fondo blanco o esa es la de Suiza? Es que siempre los confundo”.

Parece mucho más que evidente que en esos países de Primer Mundo al que nuestro exmandatario, el viejito acedo de Tepetitán, jura que nos acercó en lo concerniente al sistema de salud, tienen otra manera de resolver su propio problema migratorio.

Lo digo porque, a diferencia de Suecia, el Gobierno de México que preside la Comandanta Abulia, la Doctora Ivermectina, la Gerenta de la Transformación, Claudia Sheinbaum, estará apoyando a los deportados connacionales con 2 mil chuchos MXN para que coman algo en el Oxxo y se ayuden con el traslado hasta su tierra de origen.

¿Y sabe qué? ¡Está muy bien! No vamos a comparar los 30 mil dólares con los 2 mil humildes superpesos, porque sería injusto, ya que las crisis migratorias que vikingos y aztecas enfrentamos son muy, muy diferentes; nomás por lo masivo del broncón que se nos viene y por la tensa situación actual de nuestra histórica e indisoluble relación con el vecino del norte.

Así que, si le sirven a nuestros connacionales para sobrevivir dos días a puro Lonchibón y para acercarse un poco más a su terruño, ¡bienvenidos sean los 2 mil del águila!

Se supone que los paisanos que nos deporte de regreso a México el horrible hombre calabaza, podrán acceder a este apoyo por medio de la tarjeta Bienestar Paisano del Banco del Bienestar. Y que podrán además acceder de inmediato a los emblemáticos programas clientelares de la Cuarta Transformación y además... (redoble) ¡derechohabiencia en el IMSS!

¡Valiendo madres! O’ra sí que éramos muchos y parió la abuela.

Y lo siento mucho, mis amados y heroicos paisas de español mocho, pero se me van a la fila. Ya la mitad del país está esperando cita o haciendo cola para un medicamento que no llega gracias a una crisis que provocó cierto viejito cabezón muy necio y socarrón, que no quiero decir su nombre, pero está muy guardadito y callado desde que tienen a “El Mayo” en EU a punto de soltar la sopa.

La verdad no sé si esta sea la mejor estrategia para el tsunami migratorio que se nos viene, para la crisis humanitaria sin precedentes que estamos a punto de experimentar.

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Lo único que sé es que el hoy Commander in Chief, Donald Trump, se cansó de advertirnos cuáles serían sus políticas en los temas que más comezón le dan, incluyendo el asunto migratorio. Pero tanto el Chapatín de Macuspana como su avatar se cansaron de minimizarlo, de ignorarlo, de no diseñar una estrategia de contención o diplomática para negociar otra salida con el Gorilón naranja.

Así que dudo mucho que el Paisano Bienestar sea lo mejor que México pueda ofrecerle a sus ciudadanos brutalmente exiliados (víctimas de la injusticia en su país y víctimas en EU).

Para empezar, el Gobierno del Sheinbradorato podría ofrecerles la garantía a los paisas de que la Guardia Nacional y las autoridades aduanales no los van a acosar, a intimidar, a desvalijar y, sobre todo y de preferencia, no los van a matar. No sé. Se me ocurre.

Y, por otro lado, no puedo soslayar el hecho de que Bienestar Paisano, como todo lo que implementa la 4T, será otro programa opaco, carente de transparencia y ausente de objetivos y metas cuantificables, medibles, verificables.

Así que ya anticipo que será el acostumbrado tráfico de tarjetas, desvío multimillonario de fondos, información reservada y los paisanos serán rehenes políticos que acabarán empadronados y adscritos al movimiento transformador, pero lo último que recibirán serán facilidades para rehacer su vida en su propio país, del que un día salieron por la desesperación de no recibir de éste la oportunidad de llevar una vida digna.

Pues adelante.... ¡Pásale, paisano! Acomódate donde puedas y disculpa que no hemos podido todavía arreglar el desmadre. De hecho, de hecho, esto está peor que nunca.

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