Pelo a pelo

Opinión
/ 30 marzo 2025

Mi gato suelta mucho pelo. Ese animal con el que tengo una relación de amor/odio, suelta una cantidad de pelambre increíble.

Suelta tanto pelo que decidí tejerme un suéter con él. Eso sí, tardé alrededor de una semana entera en recolectar todo el estambre gatuno que necesitaba. Lo tomé de todos lados: el suelo, la cama, mi ropa, su tazón para comer, la mesa y los sillones. Como resultado de mi arduo trabajo conseguí un suéter negro bastante calientito, el cual combinaba perfecto con mis rizos dorados. Le di tan buen uso a la muda de mi mascota que durante el invierno no pasé frío.

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Aun así, mi gato siguió soltando pelo. Se le caía tanto que decidí hacerme una escoba. Empecé tomando las hebras del piso, el baño y detrás de los muebles. Fue bastante complicado si me lo preguntan. Me cansé más de lo normal. Aun así, después de juntar todas las cerdas que pude por dos días, terminé mi escoba negra. Ésta sin duda sería la envidia de mis vecinas, pues ¿dónde podrían comprar una escoba tan bonita?

Ahora bien, mi gato seguía tirando pelo, por lo que decidí hacerme una alfombra. Ya no tenía que esforzarme por buscar el material para su fabricación. El pelaje empezó a estar por todos lados. Poco le faltó para invadir incluso estas páginas. Al acabar mi alfombra la coloqué sobre el piso. Tarde me di cuenta que fue una pérdida total de tiempo. El tapete se camuflaba con el césped negro que abundaba en la superficie.

El hermoso espécimen, por increíble que parezca, todavía daba más de sí mismo. Abrí las ventanas y una ola que parecía de petróleo salió por ella expulsada a presión. Mi patio también empezó a inundarse con la marea oscura y afelpada.

Ya estaba harta. Había pelo por todos lados. Mis muebles, cobijas, ropa, tazas, platos, cortinas, paredes, techo, abanico, tele y cualquier objeto adentro y fuera de la casa estaban envueltos por un montón de estambre negro.

Me llamarán loca, pero hasta yo estaba cubierta de pelo, aunque por lo delgada que era me resultaba sencillo deshacerme de él.Como hago siempre que caigo en rachas de angustia, acudí a mi gato para que me brindara su apoyo emocional, pero no lo encontré. Ni arriba ni abajo, ni a un lado ni al otro. Todo era oscuridad. ¿Cómo iba a diferenciar a mi gato de toda su muda pelinegra? No lo veía y empezaba a desesperarme. ¿Cómo lo iba a encontrar? ¿Qué tenía que hacer? Entonces se me ocurrió algo.

Como ya he mencionado, mi cabello es de un dorado distinguido, además está fuertemente rizado. Así que empecé a arrancarlo y tejer. Tardé tanto en trenzar los hilos que perdí varias citas con el doctor. Empecé a tejer copias de mi mascota con el pelo de la casa, pero a cada réplica le ponía un mechón rubio. Gasté muchas horas para entrelazar estambre gatuno con mis cabellos. Tejí y tejí hasta que mis manos se entumecieron. Mi casa ya no tenía pelo, muchos gatos sí; pero pelo ya no.

Empecé a separar a los modelos del minino con pelo dorado. Me sorprendí mucho. Había hecho demasiadas copias de mi mascota. ¿Era posible que mi gato soltara tanto pelo?; es decir, siempre había soltado desde que era una pequeña cría, pero ahora se había excedido. Sin duda era un gato problemático, pero con la cura a la alopecia.

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Pronto me topé con ese amigo perdido. Ese gato umbrío que tantos inconvenientes había causado ya no tenía pelo. Parecía un pellejo con patas o una de las razas “pelonas” como el gato egipcio Sphynx. Cuando lo levanté en brazos, feliz por encontrarlo, me di cuenta de que miraba mucho mi cabeza.Como buen felino, era común que me ignorara. Siempre estaba en su mundo y repetidas veces me pasaba de largo; pero ahora lucía especialmente concentrado en mi cabeza. Cuando vi mi reflejo en sus ojos verdes y profundos, entendí su embobamiento conmigo.

Había quedado calva. Después de arrancar mechones y mechones de cabello por cada gato que formé a base de ganchillo, terminé por desprender cada uno de mis rizos.

Entonces comprendí las razones del gato para su muda excesiva de pelo. Él no sufría de quimios contra el cáncer, pero... ¡Lo había hecho por mí! No le gustaba que usara peluca.

FÁTIMA AZENETH SANMIGUEL DÁVILA (Cuatro Ciénegas, 2007). Estudia sexto semestre en el CBTa No. 22. Siempre le han gustado las series, películas, libros, comics y en sí cualquier cosa que le muestre un mundo nuevo. Cuando conoció el taller de literatura estaba en secundaria y desde un inicio llamó su atención, puesto que le gusta crear historias y personajes. Se interesó por la lectura, explorando artículos de trastornos mentales y casos criminales. Ganadora del VI, VII y VIII Concurso para Relato de Terror en 2022, 2023 y 2024, ha publicado bastante como colaboradora del periódico VANGUARDIA.

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