Perimenopausia y la crisis matrimonial
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La perimenopausia no tiene por qué acabar con un matrimonio, claro que puede hacerlo si no se habla, no se dice o se malinterpreta. Hablar de ello en casa es un asunto urgente
Hace algunas semanas una mujer de 50 años me abordó y dijo: “Doctor, nunca pensé que mis cambios biológicos de humor y el cansancio extremo pudieran tener tanta repercusión en mi matrimonio”. Me comentó que esta sensación de vacío, fatiga, enojo y falta de sentido de vida empezó a sus 45 años, y preguntó si la menopausia podía empezar muy temprano. Mi respuesta fue que probablemente esté sufriendo lo que se conoce como perimenopausia.
¿Y qué es eso? Es un periodo de transición hormonal que puede durar entre 4 y 10 años antes de la menopausia (cuando desaparece la menstruación). En esta etapa, que suele tener un comienzo entre los 45 y los 55 años, los niveles de estrógeno y progesterona fluctúan muchísimo, lo que da lugar a una serie de síntomas físicos, cognitivos y emocionales que, en ocasiones, pueden llegar a ser devastadores para la relación de pareja. Conozco varias parejas en las que la mujer sufre cuadros severos de depresión antes de esta transformación corporal.
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Generalmente, alrededor de los 50 años en muchas familias los hijos ya son adolescentes o jóvenes adultos, entonces las cuentas están más o menos equilibradas, ya que no hay niños pequeños que absorban toda la energía de los padres. Pero ante esa calma, muchas mujeres sienten que puede estar surgiendo en su interior una tormenta que desestabiliza y conmociona a quienes están a su alrededor: la perimenopausia.
Los síntomas más habituales son:
* Irritabilidad, cambios bruscos de humor.
* Fatiga extrema, insomnio.
* Ansiedad o ataques de pánico.
* Disminución de la libido.
* “Brain fog” o niebla mental (confusión, olvidos).
* Llanto frecuente, sensibilidad extrema.
* Sensación de desconexión con una misma.
Lo más alarmante es que muchas mujeres no saben que estos síntomas son realmente hormonales; sus parejas, en cambio, los interpretan como frialdad, desinterés o falta de amor, lo que va erosionando la relación conyugal en silencio y puede producir incluso el divorcio.
Una investigación realizada en Reino Unido por el Family Law Menopause Project (2022) señala que el 73 por ciento de las mujeres que participaron en la encuesta respondieron afirmativamente a la pregunta de si la menopausia constituye un elemento que ha contribuido a la decadencia de su matrimonio; y casi el 50 por ciento de los divorcios de mujeres tuvo lugar entre los 45 y los 55 años, coincidiendo con el periodo en el que se da la menopausia.
Muchas mujeres, cansadas de años de silencios y exigencias, optan por separarse al sentir que ya no pueden más. Desafortunadamente, la mayoría de los hombres, desconcertados ante el cambio que detectan en sus parejas, se sienten rechazados, desubicados y no saben cómo apoyar.
¿Cómo evitar que la perimenopausia rompa un matrimonio?
1) Reconocer los síntomas y pedir ayuda médica
La perimenopausia no es únicamente “una etapa de la vida”, sino que tiene base fisiológica y puede ser tratado. Un ginecólogo con experiencia puede ofrecer tratamiento hormonal o soluciones naturales o farmacológicas para la disminución de síntomas.
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2) Hablarlo en pareja desde la empatía
Muchos conflictos derivan de la falta de diálogo; poner en palabras lo que está pasando, explicar a la pareja lo que uno siente, es clave a fin de que no se interprete como un rechazo, ya que existe un componente cultural que empuja con un grado de exigencia para que la mujer mantenga la vida cotidiana a la par.
3) Terapia individual o grupal
Ir conjuntamente a terapia puede ayudar a reconstruir la comunicación emocional, sanar viejas heridas y acompañar este proceso, a la vez que la escucha por ambas partes se muestra más comprensiva.
La perimenopausia no tiene por qué acabar con un matrimonio, claro que puede hacerlo si no se habla, no se dice o se malinterpreta. Hablar de ello en casa es un asunto urgente. Las cosas pueden ser distintas, y aceptar que el cuerpo y la mente cambian en cada etapa y que el amor también requiere nuevas formas de expresión es un acto de madurez emocional.