Poemas de Manuel Acuña a las calles, un proyecto para revitalizar la identidad de Saltillo
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Hay poblaciones con sentido de identidad y pertenencia que suelen bautizar sus calles, escuelas, centros culturales, en general, con los nombres de los personajes que hicieron el bien en su comunidad. De hecho, las poblaciones han cambiado su nombre en aras de dar fe que ahí nacieron personajes que tuvieron significación histórica o, aunque en ella no hayan nacido, pero su obra se consolidó en tal o cual sitio.
Sin duda, en nuestro caso, en Saltillo, uno de los personajes en cuestión es el poeta Manuel Acuña, cuyos restos se encuentran en la Rotonda de los Hombres Ilustres en el Panteón de Santiago.
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Hace unas semanas, conversando acerca de la antigüedad de la Fuente del Fauno, a un costado de la biblioteca Manuel Múzquiz Blanco, en la Alameda Zaragoza, sin que autoridad alguna se haya preocupado por las condiciones en que se encuentra, uno de los oyentes le prestó igualmente poca importancia y, en cambio, se ocupó del monumento a Acuña, que se encuentra en la plaza del mismo nombre.
Recordó que la belleza de esta obra de Jesús F. Contreras la llevó a París, a la Exposición Universal de 1900, y se refirió al estado de riesgo en que se encuentra por la acción de las palomas. Estuvo, como se sabe, en este mismo sitio, en 1916, luego de haber visitado París y haber estado en la Academia de San Carlos, en México. En 1949 se trasladó a la Alameda Zaragoza y en 1999 la retornaron a la misma Plaza Manuel Acuña.
Además de este conjunto escultórico dedicado al poeta, también se le nombró una calle principal del centro, en pésimas condiciones, y existe otra escultura del poeta frente al Teatro de la Ciudad “Fernando Soler”.
Ya en algún momento destacaba en este espacio la necesidad de dar mayor lucimiento a la estatuaria habida en nuestra ciudad. Comenzar por la que se inicia en esta colaboración, la de los niños, la Fuente del Fauno, de la Alameda, continuar con la de la Plaza Acuña.
Adicionalmente, en este mes de agosto, en que recordamos al poeta en su fecha de nacimiento, sería de interés, además del mantenimiento necesario, en un homenaje plasmar sus versos en muros de la ciudad. Hay, a lo largo de ella, algunos poemas, como el que luce, en buenas condiciones, de León Felipe, a un costado del Museo de los Presidentes, por la calle de Juan Antonio de la Fuente.
Si tal cosa se hiciera de Acuña, sería encomiable recordar sus palabras sobre lo que pensamos es nuestra ciudad, expresado en Nocturno a Rosario:
(...) Y luego que ya estaba concluido tu santuario/ tu lámpara encendida/ tu velo en el altar/ el sol de la mañana / detrás del campanario / chispeando las antorchas/ humeando el incensario/ y abierta allá a lo lejos/ la puerta del hogar (...).
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Esta sería una de las conexiones de los saltillenses con el poeta que tanto se admira en otros lares. Que sea nuestra tierra la primera en que tal cosa ocurra a través del cuidado de su obra y de su imagen.
Sus poemas en las calles brindarían una atmósfera especial, del poeta que aquí nació y cuyos versos siguen repitiéndose entre nosotros.