Primer Plano: ¿Libertad de expresión o campaña de difamación en Canal 11?
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A las pocas horas de conocerse el nombre de la nueva directora de Canal 11 comenzaron a llegar mensajes a las redes sociales pidiendo la cancelación de Primer Plano, un programa creado en 1999 y al cual me incorporé en 2001.
A mí me tachan de “neoliberal”, de “golpeador del gobierno”, de representante de la “prensa carroñera y mercenaria” y de “chayotero”. También me reprochan que haya escrito un libro sobre el fraude electoral en las elecciones de 2006; eso me convierte en alguien “afín al criminal” de López Obrador. ¿Libertad de expresión o campaña de difamación?
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Calumniar al adversario ha sido una constante de nuestra historia y podría dar centenares de casos. En este sexenio ha llegado a niveles sin precedente porque se ha convertido en un negocio muy próspero que desde hace cuatro años investigamos en el Laboratorio sobre Odio y Concordia de El Colegio de México, institución pública de excelencia.
Desde hace tres años he ido acumulando información que me permite afirmar que a finales de 2021 empezó una campaña deliberada de difamación en mi contra. Se intensifica cuando critico alguna política del actual gobierno o cuando el Presidente me tacha de conservador o hipócrita en alguna de sus mañaneras. También he constatado la indiferencia de fuerzas políticas que han normalizado el odio que utilizan como recurso en sus disputas por el poder.
Por ejemplo, en 2018 recibí una amenaza de muerte por Twitter y decidí presentar una demanda penal ante la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra de la Libertad de Expresión de la FGR. La FEADLE identifico rápidamente al autor, que era parte de una empresa especializada en la difamación por redes. El asunto ya cumplió seis años y sigue empantanado en los tribunales capitalinos, pese a los esfuerzos de la FEADLE y de Artículo 19, mi representante legal. Mi esperanza era llegar a la justicia federal que, en mi experiencia, es mucho mejor que la local. Con la reforma judicial se cerrará esa vía.
Queda sólo difundir los hechos, lo cual me regresa a Primer Plano. Hasta el momento de terminar esta columna, hay indicios de que la Dirección de Canal 11 decidió cerrar el programa. En los cuatro relevos presidenciales vividos por el programa, cada que este se acercaba, se extendían los contratos unos meses para dar tiempo a la nueva dirección de tomar decisiones. En esta ocasión ha sido diferente y el contrato renovado trimestralmente termina el lunes 30 de septiembre.
Ignoro si lo hacen para atender la campaña en redes o porque recibieron alguna orden de la superioridad o por otras razones. Legalmente pueden hacerlo porque no tienen ningún compromiso con sus colaboradores. En los 25 años que he trabajado en el canal público no he acumulado ningún derecho.
El Canal tiene derecho a modificar la programación y es posible que, como dicen, Primer Plano envejeció. Aunque es difícil obtener cifras sobre la audiencia de otros programas, sé que el lunes 16 de septiembre vieron el programa 349 mil 097 personas, más las reproducciones que siguen acumulándose en YouTube. Ignoro si es mucho o poco.
Como tengo el derecho de saber, he enviado dos peticiones por escrito a la Dirección y al Defensor de la Audiencia de Canal 11: 1) hacer una investigación sobre las peticiones de cancelación del programa para establecer si forman parte de la campaña de difamación mencionada, y 2) en caso de que termine el programa se me entreguen por escrito las razones por las cuales terminaron con la relación contractual y si entre ellas está alguna violación a lo estipulado en los códigos de ética periodística.
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Los 25 años de Primer Plano han sido una gran experiencia porque quienes hemos participado en él nos acostumbramos a fundamentar con hechos nuestros argumentos y a escuchar con atención y respeto a los otros participantes. Una y otra vez criticamos o respaldamos a quienes ejercen el poder en este país. Las directoras y directores del Canal nombrados por cinco presidentes respetaron siempre nuestra libertad de expresión.
El problema de fondo es el crecimiento de la polarización y la proliferación de empresas que lucran con el odio o la lisonja. Como estudioso de la realidad, reivindico la fuerza del conocimiento fundado en la razón y en hechos verificables. Como ciudadano, sigo convencido de que la libertad no se mendiga, se conquista ejercitándola cada día.