PROYECCIONES 2023 E INVERSIÓN
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Cada año se analiza el Paquete Económico del gobierno federal respecto a las perspectivas del próximo año en materia de: expectativas de variables económicas en el entorno nacional y el contexto internacional (Criterios de Política Económica): ingresos impositivos, derechos gubernamentales, financiamiento, entre otros (Ley de Ingresos); gasto público federal en dependencias y secretarías, organismos autónomos, programas sociales, obra pública, participaciones a entidades, entre otros (Presupuesto de Egresos de la Federación); y la política tributaria, con instrumentos legales para combatir la evasión y malas prácticas fiscales, actualización de cuotas y derechos y otros rubros (Miscelánea Fiscal).
Las proyecciones macroeconómicas por parte de la Secretaría de Hacienda, además de respaldar los ingresos federales para el ejercicio del gasto público anual, son referente para planeación y presupuesto de empresas en los sectores, respecto al volumen de producción, su financiamiento y las expectativas de ganancias.
Para 2023 el aumento de precios se proyecta en 3.2 por ciento, tasa de interés promedio en 8.95 por ciento, crecimiento porcentual del Producto Interno Bruto -o riqueza nacional- en 3 por ciento, tipo de cambio promedio estable en 20.6 pesos por dólar y 68.7 dólares precio promedio del barril de petróleo (componente importante del ingreso federal).
Así, se pretenden ingresos por 7.1 billones de pesos y 8.3 billones de pesos de egresos (9.9 y 11.6 por ciento más respectivamente que en 2022), lo que implica déficit financiado por deuda pública, lo cual el gobierno federal justifica porque el compromiso financiero en tres años y medio se sitúa en 49.29 por ciento promedio respecto al PIB, aún con el aumento periódico de tasas de interés (en 2018 representaban 44.9 por ciento)
Inclusive muy por encima de las del Banco de México, las proyecciones se critican por optimistas, pero, en sí mismas, éstas deben generar expectativas positivas para no desalentar a los mercados financieros y, asimismo, a los inversionistas directos nacionales e internacionales.
La inversión de capital es necesaria para el crecimiento económico, pero si se observan cifras del pasado reciente con gobiernos gerenciales de libre mercado, la inversión pública tuvo tendencia negativa y estancamiento la inversión privada. Con información del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (datos de Secretaría de Hacienda), las siguientes cifras son en promedio del año 2010 al 2018: en gasto programable el gasto corriente del gobierno federal creció 87.3 por ciento en promedio (con tasa de crecimiento de 1.61 por ciento), mientras el promedio del gasto en inversión pública fue 23.9 por ciento (con caída de -1.12 por ciento); 19.04 por ciento de inversión pública en la estructura de formación de capital fijo (con caída de -7.73), mientras la inversión privada 80.96 por ciento (sólo 1.55 por ciento de aumento); inversión física del gobierno federal respecto al PIB en 3 por ciento promedio, con caída de -0.48 por ciento. Así, el crecimiento del PIB sólo fue 2.3 por ciento promedio en más de tres décadas.
Según datos del Inegi, en cuatro años del gobierno federal actual el índice de inversión fija bruta se redujo de 102.8 diciembre 2018 a 100.6 en el mismo mes de 2019, con caída por pandemia en 2021 a 89.1, recuperación moderada de 94.9 y en 2021 y 98.6 al primer semestre de este año.
Aún así, el total de inversión extranjera directa en 2018 fue 31.6 mil millones de dólares, mientras que de 2019 a 2021 tuvo tendencia positiva -incluido el tiempo de contingencia sanitaria-, con 31.2 mmdd promedio, y en el primer semestre de 2022 continúa al alza con 12 por ciento más que el mismo periodo de 2021, con 20.94 mmdd (con fusión de Televisa-Univision y reestructura de Aeroméxico suma 27.51 mmdd).
Contrariamente, aún que se enfrenta la corrupción, sin aumentos a tasas o bases impositivas ni impuestos nuevos (sin reforma fiscal) y que no se favorece a grupos corporativos, se argumenta que la inversión privada nacional es reducida por incertidumbre y falta de claridad en las reglas, así como por la inseguridad.
Se observa, pues, que los inversionistas extranjeros confían más en la economía mexicana que la clase empresarial mexicana.