¿Qué ha pasado con los deportes de nuestros hijos?
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El deporte siempre ha sido una actividad formativa y recreativa para los niños y papás. Toda mi adolescencia y juventud participé en equipos representativos de básquetbol y en todos los torneos mis padres jamás asistieron a algún juego, y era raro que otros papás acompañaran a mis compañeros del equipo. Y los pocos que lo hacían eran simplemente espectadores con poca intervención durante los juegos. El entrenador era el que daba la última palabra, y si por algún motivo nos señalaba ir a la banca, lo hacíamos sin preguntar y menos reclamar. Los padres nunca cuestionaban la decisión del entrenador y menos intervenían gritando o insultando al equipo contrario.
Para jugar béisbol (ligas pequeñas) usábamos los guantes de béisbol de nuestros hermanos mayores, nos prestaban bates, pelotas y cascos, quizás los mismos que nuestros padres usaban hace 20 años, pero todavía funcionaban. Los cascos de bateo siempre eran demasiado grandes y se tambaleaban en nuestras cabezas mientras corríamos las bases. Practicábamos una vez a la semana si teníamos suerte, pero no importaba. Nadie era bueno y a nadie le importaba si ganábamos o perdíamos. Una vez terminado el juego, nos íbamos a comer pizza y no importaba si ganábamos como si perdíamos. Sólo queríamos divertirnos con nuestros amigos, compañeros y nuestros padres no se estresaban.
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No estoy seguro de lo que pasó entre entonces y ahora, pero en algún momento las cosas cambiaron para peor y se han convertido una pesadilla para papás y niños. Ahora niños desde los 3 años participan en equipos representativos y los papás presionan para que participen en torneos de liga buscando a toda costa que sus hijos sean campeones. Si quieres que tus hijos mejoren necesitan jugar contra competidores más feroces. Y no digamos el costo que tienen esos torneos: viajes, uniformes de práctica, uniformes regulares, chaquetas de calentamiento, sudaderas, zapatos de juego y pelotas. Además de estar tan lejos de casa, necesitas quedarte en hoteles.
Estos chicos juegan como universitarios cuando tienen 8 años. ¿Por qué necesitan ser tan competitivos a una edad tan joven? Además, ¡muchos papás están fuera de control! Las madres gritan para que sus hijos saquen a otro niño. Los padres regularmente gritan a los árbitros. Cuando éramos jóvenes, sabíamos lo que decía el árbitro, y eso es todo. Ahora los padres se meten en peleas de puños entre sí y piden a los árbitros no llamar una falta.
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Los papás amamos a nuestros hijos y deseamos lo mejor para ellos a pesar de esta locura en la competición, ya que ellos quieren y desean de todo corazón jugar. Prosperan siendo competitivos mientras que a mi generación no parecía importarle. Estos son los tiempos en los que vivimos. Aunque es mucho más intenso que los deportes con los que crecí, estos son los momentos que mis hijos recordarán con cariño. No sé cuándo o por qué las cosas se pusieron tan agitadas y competitivas. Puede que no hayamos sido buenos atletas, pero éramos felices. Había menos estrés para ser los mejores. Pasamos menos tiempo en el coche, más tiempo jugando con nuestros amigos y más tiempo con nuestras familias. Supongo que estoy mostrando mi edad cuando digo esto, pero los buenos viejos tiempos eran mejores. Echo de menos esos tiempos donde los niños y adolescentes ponían todo su corazón en el juego, pero eran felices si ganaban o perdían.