Recuerdos de una época importante en la televisión mexicana para el público infantil
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Una de las primeras experiencias en la televisión de los niños de la década de los sesenta y setenta con contenidos culturales y educativos la constituyó el programa de Plaza Sésamo, Sesamo Street. Desde su primera edición en noviembre de 1969, los personajes, conocidos como Los Muppets, favorecían en el público infantil la curiosidad, desarrollando el deseo de aprendizaje de una manera lúdica.
El programa tuvo un gran éxito, pues se exploraba y explotaba la posibilidad de que los niños accedieran a la televisión no únicamente como un medio de entretenimiento, sino que, además, pudieran de manera divertida acceder al conocimiento. Los personajes, la forma en que interactuaban entre sí y la manera en que invitaban a pensar y a descubrir por sí mismos a los niños, lograron la conjunción del éxito del programa.
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En nuestro país, en esa década y en la de los ochenta primaban las caricaturas y series infantiles de origen estadounidense. Pero habría personajes que empezaron a consolidarse en el gusto de los niños: Chabelo, a nivel nacional, y a nivel regional, Pipo y Cepillín, que tanto en Monterrey como en las ciudades cercanas fueron figuras de grande popularidad.
A finales de los años setenta nace en México, para la televisión nacional, un programa con características muy particulares: Odisea Burbujas. Creado por Silvia Roche, había sido transmitido ya en la radio, en la estación XEW-AM, los sábados en la mañana. Los personajes: Profesor A. G. Memelovsky, Mafafa Musguitos, Pistachón Zig-Zag, Patas Verdes y Mimoso Ratón, viajaban a través del tiempo y del espacio, y con todas sus fuerzas evitaban la degradación al medio ambiente ocasionada por el personaje de nombre “El Ecoloco”. A la par de motivar al estudio y a la ciencia de la audiencia infantil, propiciaba la conciencia ambiental.
Fue dirigido por Enrique Segoviano, quien por años fue director de cámaras y creador de efectos especiales en los programas de entretenimiento de Chespirito y director de la película “El Chanfle”.
Pero para esta ocasión, ya no se trataba de entretenimiento en exclusiva. El cambio que insertó Odisea Burbujas fue que la ciencia no era aburrida. Así logró una audiencia infantil por años, al conjugarse en el programa las situaciones agradables que a los niños hacían sentir cómodos: el juego y la alegría.
Odisea Burbujas representó para toda una generación un programa en donde era posible soñar en un mundo mejor. La visita a otros tiempos y a otros espacios de los personajes hacía comprender el presente de entonces y favorecía la comprensión del medio ambiente y la necesidad de cuidarlo al observar las malas acciones del Ecoloco. Cada uno de los personajes en un papel entrañable, el que protagonizaría Humberto Espinosa Magaña no sería la excepción. Era la antítesis de los demás, pero su mala fortuna caía en gracia por la forma en que era castigado debido a sus acciones para degradar el medio ambiente.
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Su fallecimiento el viernes 15 de marzo pasado nos hace recordar una época en la que se hizo posible y patente que el público infantil podía sostener con su mirada infantil programas inteligentes y estimulantes. Recordar el personaje del Ecoloco en las acciones que no se debían hacer, lo vuelve icónico, pues lo interpretó con tal gracia y sentido del humor. Aunque por supuesto los hay, los planteamientos educativos y de conciencia del medio ambiente se dan de una manera natural que el niño no se siente invadido y agobiado en la enseñanza.
Recuerdos de un momento importante para la televisión mexicana.