Recuerdos del Día del Estudiante y los desfiles chuscos en Saltillo
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Pasó sin pena ni gloria el Día del Estudiante el jueves 23. Uno más de los muchos días que conforman la interminable lista de fechas dedicadas a festejar a personas, acontecimientos, profesiones u oficios, así como tantas otras se celebran en nuestro país en honor de la madre, el padre, el compadre, la mujer, el niño, el cartero, el albañil, el herrero, la secretaria, etcétera.
Saltillo ha sido por tradición una ciudad de estudiantes. Mucho antes que otras ciudades norteñas, la nuestra ofrecía oportunidades en estudios preparatorios, superiores en ingenierías, licenciaturas y posgrados, así como en el nivel medio la educación normalista y después la superior, además de carreras técnicas de comercio y contabilidad. Esa característica le daba particularidades especiales a la celebración del día del estudiante.
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Hasta la década de los ochenta en que fueron suspendidos, la celebración del Día del Estudiante tenía lugar mediante dos actos principales que realizaban cada una por separado y en días distintos las tres instituciones de educación superior más importantes de la ciudad: la entonces Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro, el Instituto Tecnológico de Saltillo y el Ateneo Fuente.
Los estudiantes realizaban dos desfiles por las calles más céntricas de la ciudad en los que participaban únicamente los varones. El primero era el Entierro del Mal Humor en la noche anterior al día del Desfile Chusco. El Entierro era una marcha fúnebre en el que todos iban vestidos de negro, algunos con trajes, otros encapuchados, y los que representaban a las viudas del Mal Humor iban ataviados con atuendos femeninos en los que no faltaba el chal de riguroso luto. Un ataúd de madera pintado de negro encabezaba el cortejo y los integrantes lloraban todo el camino. Sus lamentos se escuchaban desde lejos y remedaban escenas chuscas de desmayos y verdadero dolor por el muertito que llevaban en el ataúd. Ya en la Alameda, reunidos todos los participantes del desfile, le prendían fuego a la caja del muerto y, una vez consumida, empezaba la fiesta: el Mal Humor ha muerto, viva el Buen Humor.
El Desfile Chusco se llevaba a cabo al día siguiente y tenía por finalidad hacer reír al mismo tiempo que ejercer crítica social y política. Un cuadro clásico era un salón de clases montado en la plataforma de un camión. Los muchachos, disfrazados de alumnas normalistas frente a una chusca maestra, representaban escenas que provocaban la carcajada de los espectadores. La directora del internado de la Normal no se escapaba de la crítica de la muchachada y tampoco los políticos, gobernadores, rectores y directores de las propias instituciones.
Personajes históricos como Nerón, Hitler o Napoleón, figuras mitológicas como Cupido y artistas del momento, eran personificados con gracia e ironía. Sucesos como la explosión del volcán chiapaneco “Chichonal” daban tema a las representaciones humorísticas de mujeres, que al pasar los años fueron derivando en actitudes denigrantes para el sexo femenino y en falsos pretextos para agarrar borracheras y realizar vandalismos injustificados. Los estudiantes perdieron la imaginación, ya sólo sabían vestirse, sin ningún pudor, de féminas ridículas. El pudor no es privativo de las mujeres. La crítica sana y el buen humor estudiantil fueron enterrados para siempre, y con ellos los desfiles chuscos también.
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Ya en los años ochenta, la idea de que era una manifestación estudiantil de “buen humor”, fue malentendida como “tenemos derecho a todo”. El vandalismo que seguía al paso del desfile era ya de grandes proporciones y afectaba en gran medida a los comercios del centro, que aún y cuando cerraran sus puertas, eran forzadas y quebradas para asaltarlos, sobre todo aquellos negocios que vendían vinos, cigarros y alimentos. La Policía de la ciudad empezó a intervenir. Todo era que encerraran a unos cuantos estudiantes en las celdas de la comandancia municipal para que todos los demás se amotinaran para que los soltaran.
Las autoridades educativas se pusieron firmes y los desfiles fueron suspendidos definitivamente.