Réquiem de Año Nuevo: las y los defensores que nos dejaron; tributo a su coraje y determinación
Este año, como muchos otros, nos ha dejado historias que merecen ser contadas, no por su alegría o éxito, sino por el valor y la determinación de quienes las vivieron. En México, el 2023 ha sido especialmente duro para aquellos que levantaron la voz en defensa de los derechos humanos. Con frecuencia, estas voces se han encontrado con la dura realidad de la violencia y la indiferencia, pero, aun así, no se han rendido.
Cuando hablamos de personas defensoras de derechos humanos, a menudo pensamos en figuras distantes, casi heroicas, que luchan en escenarios lejanos. Sin embargo, este año, la lucha ha sido muy cercana, en nuestras propias calles, en nuestros propios estados. Desde León hasta Jalisco, pasando por Colima y otros rincones del país, hombres y mujeres han dado todo, incluso su vida, en busca de un México más justo.
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Esta columna es un tributo a ellos, a su coraje y su determinación. Recordarlos no es sólo un acto de justicia, es también una forma de mantener viva su lucha y su legado.
En León, Guanajuato, la figura de Adolfo Enríquez, quien se dedicó a sacar a la luz las irregularidades y delitos de autoridades y particulares, se convirtió en un símbolo de la resistencia contra la corrupción. Su trabajo encontró un trágico final en noviembre de 2023, cuando fue asesinado. Su muerte no sólo dejó un vacío en la comunidad que defendió, sino que también planteó preguntas profundas sobre los desafíos y peligros que enfrentan los que luchan por la justicia en México.
En Celaya, Guanajuato, Teresa Magueyal, una conocida madre buscadora, llevaba a cabo una misión desgarradora, pero necesaria: la búsqueda de su hijo, una persona desaparecida. En un país donde las desapariciones se han convertido en una crisis silenciosa, su labor significaba esperanza para muchas familias atrapadas en la incertidumbre. Sin embargo, su lucha por la verdad y la justicia se vio interrumpida en mayo de 2023, cuando fue asesinada. Su muerte es un triste recordatorio del precio que a veces se paga por buscar la verdad.
La historia de Higinio Trinidad de la Cruz, en Jalisco, quien que desde hace años peleaba contra las concesiones mineras y la tala indiscriminada de árboles, refleja otra trágica realidad. A pesar de contar con medidas de seguridad por parte del Gobierno Federal, Higinio fue asesinado en noviembre de 2023. Su muerte subraya la vulnerabilidad de las personas defensoras de derechos humanos en México, incluso aquellas que se suponen están bajo protección de las autoridades.
En Cerro de Ortega, Colima, la desaparición en enero de 2023 de Ricardo Lagunes, un abogado defensor de derechos humanos, y de Antonio Díaz Valencia, un líder comunitario, nos confronta con otra cara de la violencia en México. Su ausencia plantea interrogantes inquietantes sobre la seguridad de quienes se atreven a levantar la voz en defensa de los derechos y libertades. La incertidumbre en torno a su destino es un reflejo de los desafíos a los que se enfrenta la impartición de justicia en México.
Recordar a Adolfo, Teresa, Higinio, Ricardo y Antonio es reafirmar nuestro compromiso con los valores de justicia y humanidad. Sus vidas, dedicadas a la causa de la justicia, deben servir como un llamado a la acción y un recordatorio de que aún queda mucho por hacer en la construcción de un México más justo y seguro para todas las personas.
Al reflexionar sobre el 2023, no podemos pasar por alto la dolorosa realidad de las muchas vidas perdidas en México, víctimas de una lucha por la justicia y la dignidad humana. Cada historia, cada nombre mencionado, representa a miles de otros que quizás nunca conozcamos, pero cuya pérdida pesa igualmente en el corazón de tantas personas.
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Estas atrocidades nos obligan a enfrentar la amarga verdad de un México que todavía lucha por superar la sombra de la violencia y la impunidad. Sin embargo, en medio de este dolor, encontramos también una fuente de inquebrantable resistencia. La memoria de aquellos que hoy ya no están aquí se convierte en un recordatorio de que la lucha por los derechos humanos no debe ser en vano.
Es en el recuerdo de nuestras víctimas donde encontramos la fuerza para seguir adelante, para continuar su legado de valentía y compromiso con la justicia. Su memoria nos impulsa a no rendirnos, a seguir luchando por un México donde la paz y el respeto por la vida y la libertad sean la base de nuestra sociedad. Espero que el 2024 nos reciba con menos historias trágicas y con más buenas noticias...
El autor es investigador del Centro de Estudios Constitucionales Comparados de la Academia Interamericana de Derechos Humanos
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH