Rescate de mineros: hay nueva estrategia
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El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció ayer, durante una gira por Nuevo León, que las familias de los 10 mineros atrapados en el “pocito” El Pinabete han accedido a modificar la estrategia de rescate, luego de que el intento por drenar el pozo inundado resultara infructuoso.
Como se ha informado en los últimos días, el nuevo planteamiento implica realizar tajos en el terreno donde se ubica el pozo siniestrado, a fin de que el agua pueda ser extraída con mayor velocidad de la que permiten ahora las bombas instaladas para dicho propósito.
Y como se informó también, se trata de un procedimiento que diferirá el rescate de los cuerpos entre 6 y 11 meses, algo a lo que las familias de las víctimas se opusieron en un principio. “Ya hay un consenso, las 10 familias están de acuerdo en que se lleve a cabo este trabajo, y no aceptaban por el tiempo, porque nos va a llevar más tiempo el rescate, ellos quisieran que fuese lo más pronto posible y nos comprometimos a trabajar con mucha rapidez para sacar los cuerpos”, afirmó el titular del Ejecutivo federal.
En este mismo sentido, el mandatario recordó que se está trabajando en el proceso de rescate de los mineros fallecidos en la explosión de Pasta de Conchos e instruyó al titular de la Comisión Federal de Electricidad a acelerar los trabajos en ambos casos.
“Quiero pedirle al licenciado Bartlett que se aplique, que además de la mina de Pasta de Conchos también hay que rescatar a estos mineros”, acotó el presidente López Obrador.
La modificación de la estrategia de búsqueda implica, como se ha comentado anteriormente, asumir que el saldo de este percance es uno de carácter trágico y sumar a los 10 mineros atrapados a la ya muy larga lista de víctimas de la actividad carbonífera en Coahuila.
Justo por ello, cabría esperar que además del anuncio de que han llegado a un acuerdo con las familias afectadas por este episodio, se planteara una estrategia seria para evitar que vuelva a ocurrir un accidente como este y todos los anteriores.
Resulta inaceptable que para localizar los despojos de mineros trágicamente fallecidos se destinen todos los recursos a disposición del Gobierno, pero no se haga lo mismo para evitar que mueran, cuando la tarea más importante debería ser la segunda.
Es lo esperable, desde luego, que las familias reciban indemnizaciones y que se haga lo necesario para que puedan sepultar conforme a sus creencias a sus seres queridos. Pero habría sido mejor que los diez mineros caídos siguieran vivos, al lado de sus padres, parejas e hijos.
Lo ocurrido, como ha quedado claro con este anuncio, es ya irremediable. Pero lo que sí puede evitarse es el siguiente siniestro, la próxima tragedia. Pero eso no ocurrirá por arte de magia, sino a partir de acciones concretas. ¿Alguien tiene planeado ejecutarlas?