La prensa no pudo dar cuenta de lo que ocurriría en las primeras horas del sábado, después de que la Corte, a dos horas de la medianoche, resolvió la incertidumbre sobre quién era gobernador a partir de la licencia de Samuel García. Buena parte de los medios salieron sin dar cobertura actualizada de la grave crisis política en Nuevo León.
Como es costumbre en el presidente López Obrador, así sea la pandemia, Otis o Nuevo León, invariablemente le da por minimizar la situación, confiado en la fuerza de su palabra y en la impunidad de que goza cada vez que regatea la realidad adversa. La criminal gestión de la pandemia se mide en cientos de miles de muertes que se pudieron haber evitado si hubiera habido reacción oportuna, tampoco en Acapulco fueron prevenidos y en Nuevo León, ante la omisión del Gobierno Federal, fue la Corte la que sacó las castañas del fuego.
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La prensa no pudo informar en tiempo porque el comunicado del ministro Laynez, que ponía en orden las cosas al hacer valer la determinación del Congreso del estado en la designación de Luis Enrique Orozco como gobernador interino, se divulgó pasadas las 10 de la noche. Orozco ingresó a las instalaciones del palacio de gobierno después de la medianoche y a la 1 de la madrugada concede conferencia de prensa. El gobernador con licencia, Samuel García, optó por el silencio, aunque su secretario general de Gobierno hizo saber que regresaría a la responsabilidad de gobernador. Es hasta la mañana cuando informa su decisión de no ser candidato presidencial, decisión irreversible toda vez que incumpliría con el requisito de la renuncia con seis meses de anticipación a la elección.
Debe señalarse que Samuel no vio qué se le venía. El mismo secretario de gobierno declaró a Carlos Loret de Mola, pasada las 9 de la noche, que estaría en su casa el sábado por la mañana, ya que no había circunstancia alguna que le hiciera cambiar su rutina. El gobernador, muy a su estilo pendenciero había celebrado evento por la tarde en el que ratificaba que sería candidato presidencial.
Para efectos de gobernabilidad es el mejor resultado, que el gobernador electo por voto popular continúe en ejercicio de su responsabilidad, pero el Congreso le debe autorizar. Luis Donaldo Colosio, alcalde de Monterrey, tuvo mayor sensibilidad sobre la situación al distanciarse de la decisión y de las formas obradoristas de Samuel. Lo ocurrido le da la razón y confirma la tesis de que en MC hay más madurez que la de Samuel y Dante Delgado. Samuel dice que su oportunidad presidencial será en 2030, difícil porque Colosio, por mucho, se vuelve la opción confiable. La nueva política que invoca Samuel para ese entonces no será tal y sus formas, conducta y resultados le descalifican.
La ausencia del Gobierno Federal en la solución cobra relieve. El Presidente fue azuzador del conflicto y es perdedor por doble vía. Por una parte, se cae la mejor carta para dividir a la oposición; por la otra, fue la Corte, tan invalidada por él, la que puso orden sobre un diferendo que se pudo haber resuelto mediante la negociación y el diálogo y así dejar a salvo el derecho a ser votado de Samuel García y su plan para dividir a la oposición.
La Corte se reivindica como el poder republicano no sólo en la salvaguarda de la legalidad, también, y más relevante para este caso, en la gobernabilidad de un estado. Ante la descomposición institucional consentida, impulsada y promovida desde la Presidencia, el tribunal supremo es la última trinchera en la defensa de la República. Realidad que, una y otra vez, se confirma.
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Llama a la sospecha que Samuel pusiera como condición inamovible que un subordinado político le sucediera. Debe haber un sentido de traición por no lograr su propósito, especialmente cuando Dante Delgado había avanzado en negociaciones.
Dante se equivocó al promover al joven gobernador como candidato presidencial; disruptivo, funcional al régimen, pero sin sentido de los límites. La legítima ambición desbordada, alentada por López Obrador, lleva al gobernador a una indeseable circunstancia al ser derrotado no por la ley, la justicia o sus adversarios, sino por el temor o el miedo de que llegara un sucesor no sometido a él. Ahora Dante tiene la difícil tarea de buscar candidato o candidata en el apremio y sin mucho de dónde escoger.