Sabio joven para ser un viejo sabio; la clave para reducir el deterioro cognitivo
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¿Cuántos padres deseamos que nuestros hijos lleguen a una vejez plena y saludable? Creo que todos deseamos que nuestros niños, adolescentes y jóvenes sean felices y exitosos, no solamente hoy, sino también en su mañana. ¿Te has preguntado por qué algunos adultos mayores envejecen más rápido que otros cognitivamente? Claro que existen predisposiciones genéticas y unos tienen una mayor resistencia que otros. Sin embargo, la neurociencia nos da pequeños tips para ayudar a nuestros hijos a tomar buenas decisiones y a desarrollar su “reserva cognitiva” para fortalecer su cerebro y disminuir los efectos negativos de las patologías que puedan enfrentar durante su vida adulta y vejez.
La “reserva cognitiva” se puede definir como la capacidad que tiene el cerebro de disminuir o regular su deterioro cerebral (como la demencia senil o Alzheimer), el cual puede presentar durante su desarrollo evolutivo, mediante actividades de fortalecimiento durante su juventud. La reserva cognitiva se relaciona a las experiencias físicas, emocionales, cognitivas, académicas e intelectuales a lo largo de su vida, especialmente durante su adolescencia y juventud.
La reserva cognitiva es muy similar a un ahorro bancario. Durante muchos años vamos depositando e invirtiendo experiencias positivas para que años después, ante una necesidad o crisis, podamos hacer uso de nuestros ahorros académicos, cognitivos y emocionales para salir a flote. El Dr. David Snowdon realizó un estudio con religiosas (nun study) a principios del siglo 21, encontrando que sus emociones positivas y optimismo durante su juventud disminuyeron los efectos del Alzheimer aun padeciendo por años esta enfermedad. Esto se explica por la reserva cognitiva, cuyo proceso activo reacciona en forma favorable ante una patología cerebral.
La reserva cognitiva es un protector o blindaje para disminuir el deterioro cognitivo durante la vejez. En otras palabras, si logramos convencer a nuestros hijos que elijan hábitos saludables durante su juventud podemos disminuir riesgos de atrofias cerebrales relacionadas a su memoria o inteligencia. Por ejemplo, la educación es uno de los mejores factores de protección contra la pérdida cognitiva. Los estudios neurológicos nos indican que el nivel de escolaridad que alcancen nuestros hijos puede reducir la probabilidad de demencia hasta un 50 por ciento. La escuela nos ayuda a desarrollar y a fortalecer nuestro hipocampo, área del sistema límbico encargada de la memoria a corto plazo y el aprendizaje, y esto reduce el riesgo de padecer demencia.
En un estudio realizado a cerca de mil 200 personas durante 40 años, evaluaron su reserva cognitiva y al cumplir 70 años encontraron que los hábitos saludables adquiridos entre los 20 a 30 años los protegieron o les redujeron riesgos de un deterioro cognitivo. Realizaron depósitos constantes en su reserva de ahorro construyendo una fuerte inversión cognitiva y emocional a través de fortalecer sus relaciones sociales, actividades físicas, estudios académicos, evitar consumo de alcohol en exceso, dormir un promedio de 8 horas cada día, estrategias de relajamiento, reducción del estrés y actividades de esparcimiento creativas. Tenemos una gran responsabilidad todos los padres de educar sabios hijos en su juventud para que sean viejos sabios en su vejez.
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