Saltillo: Inquilinos asiáticos, un real ‘choque cultural’

Opinión
/ 23 julio 2024

La convivencia con otras personas, tarde o temprano, implica que surja el desacuerdo. Lo que evita que ello se convierta en confrontación es la sujeción a reglas de convivencia

El arribo a nuestra ciudad de personas originarias de otros países constituye, en principio, un motivo de enriquecimiento mutuo, se ha dicho con anterioridad y en esencia se trata de una premisa que se sostiene. Sin embargo, no todos los aspectos de la convivencia son agradables y también hay puntos de discrepancia.

Uno de ellos, de acuerdo con el reporte que publicamos en esta edición, es el relativo al “estilo de vida” de las personas de origen asiático, particularmente nacionales de China, Corea o India. Tal estilo de vida ha hecho surgir en Saltillo una suerte de “rechazo”, por parte de los propietarios de casas habitación, a rentar sus propiedades a dichas personas.

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No se trata, de acuerdo con el testimonio de algunos corredores de bienes raíces, de un rechazo generalizado sino de uno que tiene destinatarios específicos: los grupos de hombres solteros cuyos hábitos cotidianos implican −en la mayoría de los casos− usar las casas de forma que, al terminar el contrato de arrendamiento, es necesario realizar costosas reparaciones.

Muebles con quemaduras de cigarro, equipamiento de cocinas que es preciso reemplazar, muebles de baño con desgastes atípicos y desperfectos generalizados son las quejas que más frecuentemente emiten los dueños de los inmuebles luego de rentarlos, de acuerdo con agentes inmobiliarios.

¿Tienen razón los dueños de las casas en sus quejas? Si los hechos señalados han ocurrido, sin duda la respuesta es sí.

Y si, frente a una demanda creciente de vivienda de alquiler −como ocurre en este momento− prefieren otro tipo de inquilinos, ¿tienen razón al volverse más selectivos con sus clientes? La respuesta es, una vez más, afirmativa.

Pese a ello, sin embargo, antes de plantear que nos encontramos ante una diferencia irreconciliable vale la pena identificar lo que se encuentra en el fondo de la situación: se trata de un choque cultural.

Para decirlo con mayor claridad: las personas provenientes de Asia seguramente se comportan de la forma que para ellos es “normal”, mientras los propietarios de inmuebles esperan de sus inquilinos el comportamiento que para ellos es “normal”. El punto fino es que, claramente, ambas “normalidades” no son iguales y de allí la discrepancia.

¿Cómo se resuelve el problema, habida cuenta que seguiremos experimentando el trasiego de personas que actualmente se observa? La respuesta es bastante simple aunque su instrumentación reviste cierta complejidad: el establecimiento de reglas más precisas y exhaustivas en torno al arrendamiento de inmuebles, es decir, mejores contratos que adviertan sobre las consecuencias de las conductas que hoy causan insatisfacción.

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Porque aquí, como bien lo señala la voz popular, la regla fundamental debe ser aquello de que, “al lugar que fueres, haz lo que vieres”, es decir, que quien viene de fuera debe adaptarse a las reglas que sobre este particular existen acá.

Así, la premisa inicial seguirá siendo cierta: el arribo de individuos que forman parte de otras culturas será motivo de enriquecimiento mutuo.

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