Saltillo: Instituciones de protección ciudadana. Un reconocimiento a su valiosa labor

Opinión
/ 22 enero 2025

Mi más amplio reconocimiento al trabajo que, día con día, llevan a cabo las personas que laboran en esos organismos e instituciones

La mañana de este martes, Saltillo despertó con un clima particularmente frío. Los cinco grados bajo cero −ocho en algunas partes de la ciudad, según se reportó− crearon un ambiente gélido, propio de un invierno que parecía estar distante días atrás.

Los días mayormente soleados y con un clima más bien cálido, al menos de día, no anticipaban este drástico cambio de temperatura. Los anuncios sobre esta tormenta invernal, hace más de 10 días, parecían no generar preocupación entre la población.

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Sin embargo, la reiteración de las advertencias y los comunicados oficiales tuvieron eco en la ciudadanía, comenzando ahora sí a prepararnos para el drástico descenso de temperatura que se pronosticó atinadamente para la ciudad.

Algunas personas, pocas en realidad, se prepararon con tiempo. Revisaron instalaciones hidráulicas, adquirieron material para aislamiento térmico, prepararon calentadores y ropa abrigadora y estuvieron atentas a los oportunos avisos de las autoridades.

Otras personas, las más, apenas el fin de semana fueron a buscar material para aislar tuberías, abarrotando ferreterías y tiendas de este tipo de insumos, que rápidamente cayeron en desabasto, lo que les llevó a buscar alternativas para afrontar la helada.

La apresurada preparación dejó una buena cantidad de pendientes por atender, ante la inevitable llegada del frío en la forma y tiempo señalados reiteradamente por dependencias gubernamentales y medios de comunicación.

Sin embargo, quienes hicieron todo por nota, preparándose en tiempo y forma para las eventualidades que acarrea un fenómeno climático como este, fueron quienes laboran en las instituciones y dependencias de protección de la integridad y patrimonio ciudadano.

Protección Civil, Bomberos, Cruz Roja, Seguridad Pública y las autoridades de todos los órdenes de gobierno que velan por nuestra seguridad, llevaban ya semanas preparando los protocolos que, año con año, deben tener listos ante cualquier contingencia.

Así como amaneció Saltillo con el pavimento cubierto por el rocío congelado, con caída de nieve en algunos puntos de la ciudad, también amaneció con equipos de estas dependencias, atendiendo lo necesario para evitar accidentes y afectaciones mayores.

Así como se cerraron preventivamente y de manera temporal algunos puentes vehiculares por la presencia de hielo en su superficie, se estuvo al pendiente de llamados de auxilio de la ciudadanía para procurar la respuesta más pronta y oportuna posible.

Se dispusieron con tiempo distintos albergues y refugios en la zona urbana, publicando en medios su ubicación desde días atrás. Se atendieron también las comunidades de la zona rural, dotando de cobijas y ropa abrigadora a las personas en vulnerabilidad económica.

Se publicaron durante las últimas dos semanas −incluso desde antes del inicio de la temporada invernal− recomendaciones de cuidado personal y de instalaciones de gas y agua en casa, con el objetivo de salvaguardar la integridad de las y los ciudadanos.

Es común tener la percepción de que la cultura de la prevención es una característica propia de naciones desarrolladas. Incluso se llega a pensar que esta característica no es propia de nuestro propio país, dando por sentada una incapacidad de contar con ella.

Nada más lejano de la realidad. El ejemplo más claro lo tenemos en las y los integrantes de esos organismos que, día con día, se dedican a evitar para la ciudadanía toda posible situación de riesgo y, ante su materialización, actuar oportunamente en su atención.

Pero su compromiso va más allá de una sólida cultura de la prevención y la atención. Se extiende al compromiso cívico y humanitario de procurar la seguridad y la tranquilidad ciudadana, lo que hace posible que ciudad y sociedad funcionen adecuadamente.

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El riesgo asumido en muchas ocasiones es grande y pone en peligro la propia integridad y, con ella, la tranquilidad de cada familia que espera el regreso de estos héroes anónimos. Reconocerlo es, más que una posibilidad cívica, una responsabilidad moral.

Precisamente por ello, mi más amplio reconocimiento al trabajo que, día con día, llevan a cabo las personas que laboran en esos organismos e instituciones. Su tiempo, su esfuerzo y su dedicación no pasan desapercibidos; son valiosos y son valorados.

Una ciudad, un estado, una nación que valora y reconoce el trabajo, la dedicación y el sacrificio de las personas que todos los días cumplen con su responsabilidad por nuestra seguridad, tanto personal como patrimonial, tiene garantizado un futuro posible.

jruiz@imaginemoscs.org

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