Saltillo: Monitorear la calidad del aire sólo es el primer paso

Opinión
/ 23 abril 2024

Medir la calidad del aire que respiramos no es un fin en sí mismo. Lo que importa es definir las acciones para evitar las consecuencias provocadas por su mala calidad

Se ha dicho antes, pero es necesario reiterarlo: la zona metropolitana de Saltillo cuenta con menos estaciones de monitoreo del aire de las que requiere. Y no es la única región de la entidad que se encuentra en dicha situación, pues las regiones Laguna y Centro están en similares condiciones.

Solamente para comparar, los diagnósticos realizados en la Región Sureste sugieren que, como mínimo, deberían operar aquí cinco estaciones de monitoreo. Actualmente sólo existen dos: una en el municipio de Saltillo y la otra en el de Ramos Arizpe.

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Sin embargo, el déficit de estaciones de monitoreo no es obstáculo para que se tomen medidas en relación con la mala calidad del aire que respiramos, pues las que actualmente funcionan reportan de forma consistente un serio problema de contaminación en el ambiente.

Es necesario, desde luego, que se adquieran y pongan en operación las estaciones que los estudios recomiendan. Pero es aún más importante que se cobre conciencia del grave problema que padecemos en este sentido.

Aquí es necesario insistir en un aspecto fundamental: medir la calidad del aire no es un fin en sí mismo, sino un medio para definir las acciones a realizar a partir de lo que arrojan las mediciones.

Para decirlo más claro: no se trata de saber si el aire que respiramos está contaminado. Eso ya lo sabemos y es algo que debería llamarnos a la acción. ¿Cuál acción? Aquella que se determine a partir de conocer cuáles son las causas de la contaminación.

La razón de insistir sobre el tema no tiene que ver con que se reconozca la realidad que padecemos cotidianamente, sino con que se actúe. No se trata de que nos preocupemos por la presencia de partículas dañinas para la salud en el ambiente, sino de que nos ocupemos del tema.

Se trata de que tomemos acciones, lo más rápidamente posible, para atajar las fuentes de contaminación atmosférica y con ello evitar las peores consecuencias de tal realidad: enfermedades derivadas de la contaminación y las muertes prematuras asociadas a tal circunstancia.

Lo hemos señalado de forma reiterada en este espacio y habrá que insistir en ello hasta que se convierta en una preocupación colectiva: la Organización Mundial de la Salud (OMS) asocia la contaminación atmosférica con la muerte de 7 millones de personas anualmente. Se trata de una estadística funesta que debería llamarnos a preocupación.

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No se trata por ello simplemente de exigir que se instalen y operen suficientes estaciones de monitoreo de la calidad del aire. Lo que se demanda es que exista una política integral de atención al problema, que ponga el acento en lo que importa: la salud y la vida de las personas.

Cientos de miles de habitantes de la región Sureste respiramos, todos los días, aire contaminado por encima de lo permisible. Se trata de aire que pone en riesgo nuestra salud. Identificar y eliminar las fuentes de la contaminación que provoca esta realidad es una prioridad urgente.

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