Se los dije...
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Hartos, muchos comentarios he recibido todos estos días con motivo de un crimen atroz, de las decenas que se cometen diario en el país. Para desgracia nuestra, fue aquí en Saltillo. Y para desgracia mía y de mi “timing” periodístico, se cumplió mi tirada de naipes de lo cual le venía advirtiendo en la ya larga saga de textos titulados “Agenda política”: estamos preñados los mexicanos de mal y maldad y esta vez, se presentó con una fuerza demoniaca la cual nos habla de una sociedad podrida desde su raíz. Una cierta semilla del mal la cual me niego a creer que es o forma parte de nuestro ADN. Ya no hay evolución, es una clara y manifiesta involución. Sí, de nuevo volvemos a ser simios.
Muchos, hartos cometarios he recibido para comentar los hechos dantescos del dominio público los cuales nos exhiben de cuerpo completo: estamos putrefactos como sociedad. Y pues sí, para desgracia mía, se los estuve diciendo con tiempo y reiteradamente. Hoy se ha cumplido mi predicción funesta. Y no, no es cuestión de tener una bola de cristal a la mano, leer los asientos del café árabe, leer las volutas de humo o tirar el mazo de naipes, no; es simplemente uso del sentido común, cuadrar un puzzle con lo que hay a la mano y utilizar eso que tenemos los humanos arriba de los hombros: la cabeza.
El viernes 2 de septiembre me levanté de noche, como siempre. Es decir, a las 5am. Y es de noche. Cuando la gente dice de mañana a madrugada, nunca he entendido ese concepto: sencillamente es noche cerrada. Me levanté a las 5am, me acicalé y eché en mis alforjas una coca-cola y un sándwich (ya había tomado café suficiente) para irme lo más temprano a Monterrey para comprar los pocos diarios nacionales y europeos que llegan. Amén igual de uno que otro libro de buen autor los cuales llegan a cuenta gotas.
En el camino rumbo a la central de autobuses, vi sólo las “cabezas” de los diarios locales, ya de regreso por la noche es cuando los leo puntillosamente. Pero, se me quedaron dos notas las cuales había visto rápidamente: en Jalisco, habían descuartizado a cuatro. En Nuevo León habían matado a golpes a una maestra. Horror dantesco y dolor sin fin, caramba. En el camión, le comenté de esto vía mensajes cortos SMS al analista Luis Carlos Plata. En un rato, el académico Plata me escribió: “Ayer aquí quemaron vivos a dos pandilleros, entre ellos a una mujer embarazada, máster. En la colonia María de León. Impresionante la involución y salvajismo”.
Me quedé mucho. El analista mejor informado de Coahuila, Luis Carlos Plata, me había dejado mudo con su información. Efectivamente, al llegar de noche y repasar la prensa la cual ya tenía lista en mi residencia, aquello era infernal y era una bomba en el corazón de la ciudad y sociedad. Pandilleros encerraron en una habitación y les prendieron fuego para que ardieran vivos, a cuatro seres humanos. Murieron Michelle Rodríguez, de 21 años (embarazada de ocho meses), y Ángel Gabriel Martínez, de 24 años.
Esquina-bajan
Pero le repito el día, viernes 2 de septiembre. En todo el territorio nacional, esta y no otra es la frecuencia y el pulso de la maldad. Esta y no otra es la onda expansiva de la violencia extrema la cual ha anidado en México y se muestra más cruel que nunca. De apenas 24 años, en Santa Catarina, Nuevo León, fue muerta a golpes en rostro y cuerpo, la joven maestra Jhoana Abigail Ligues. Otro feminicidio más en tierra de dos gobernantes virtuales: Samuel García y Luis Donaldo Colosio Jr. Sus historias en Instagram y TikTok son entendidas en “tiempo virtual”. Los crímenes son reales y brutales.
Ese mismo día, pero en Jalisco (Tizapán, el Alto) la información periodística daba cuenta de lo siguiente: en cinco bolsas negras, fueron abandonados los cuerpos cercenados de lo que fueron tres mujeres y un hombre. Pedazos de ellos ya solamente, pues. Y ojo, con estos tres asesinatos de mujeres y contabilizando los del mes inmediato anterior, agosto, hay ya 11 asesinatos de mujeres (feminicidios).
A este tipo de asesinatos como los cometidos en Nuevo León, Jalisco o el de aquí, se les considera “actos atroces” o “crímenes atroces”. Y no obstante el incremento de militares y activos de la Guardia Nacional en todo el país, la violencia no cede e incluso, este tipo de delitos atroces se ha incrementado. Masacres, descuartizamientos, linchamientos, asesinatos de niños y mujeres, mujeres embarazadas, calcinamientos, quemados vivos, mujeres atacadas con gasolina o ácido... de acuerdo con los datos de la Organización “Causa en Común”, se cometen al día en México 17 crímenes atroces.
Un aumento del 18 por ciento con respecto a las cifras para el mismo periodo del año anterior. ¿Abrazos y no balazos, de Andrés Manuel López Obrador? Aquí están las consecuencias: impunidad total. Y pues sí, le recuerdo el párrafo demoledor de quien lo advirtió con tiempo en una entrevista, el reportero John Lee Anderson (2011): “Ustedes los periodistas tienen que averiguar qué es lo que enmascara a la sociedad mexicana para encerrar en su seno tanta violencia... no es posible que tanta violencia y que criminales tan sádicos, tan imaginativamente sádicos hayan surgido de pronto en el panorama mexicano. Algo esconde la sociedad mexicana que lo fue incubando durante años y años”.
Letras minúsculas
Lo estuve advirtiendo con mucho tiempo de anticipación, se los dije...