Seguimos mezcaleando

Opinión
/ 30 mayo 2023
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Darnos un clavado a las bebidas espirituosas en el anterior articulo llevó a nuestros lectores a un mejor lugar. Descubrir la magia y misticismo del mezcal es un secreto a voces que deberíamos saber todos los mexicanos. Sentirnos orgullosos de nuestro legado de embriaguez, no importa si te lo quieres beber en una copita de cristal cortado fufurufo, en una tinaja o bien en vaso de cruz, lo principal es sentir el privilegio de esta bebida de los dioses. El maguey es el árbol de las maravillas, considerado así por los españoles en el siglo XVI; árbol de los milagros decían algunos, agave es el nombre otorgado en el siglo XVIII por Carlos Linneo, mismo que proviene de “ayaun” del griego admirable.

La mitología prehispánica tiene una historia fascinante al respecto: Mayahuel, diosa resguardada por su abuela que tenía el don de la fertilidad, aunque en algunos libros menciona que no fue ella tal diosa sino Mecitli, la virgen de Maguey, pero también se le atribuyen estos dones a la deidad de Meteotl. Si pusiéramos atención y lectura en nuestra mitología prehispánica daríamos por hecho sin duda alguna de cómo está configurada nuestra alimentación y bebidas siglos atrás, dándole el valor y el estado de pertenencia a la maravilla creada para esta expansión territorial llamada México.

Es mi deber mencionarlo sin hacer una bibliografía por aquello que no soy catedrática, soy cocinera, sin embargo unas cuantas notas de historia no nos vienen mal. Al final a lo que huela o sepa se disuelve en el estruendo que produce esta bebida en el espíritu que nos hace sentir por un instante estos hombres emplumados bajo las estrellas admirando el cosmos.

Estar de “moda” con una planta como el maguey es un riesgo para la conservación de las especies aunque estas sean de cultivo, los “mezcaliers” pueden caer en eso de la nota y sin duda las hay, pero esos mezcales silvestres van a cambiar sus sabores y sus aromas al paso de tiempo. Mi pregunta es ¿cómo estandarizar el sabor y el aroma de un Tóbala o un Madre Cuixe, por mencionar solo algunos, si quien define sus sabores y olores es la tierra, el tiempo, el sol, los rayos lunares? Su memoria olfativa y gustativa no dependerá de estas modas absurdas, de expertos que andan de traje con manicura en las uñas y nunca en la tierra, sin observar las posiciones del sol, sin sentir la energía, solo para tomarse la foto. Esto depende de usted, de lo que desee conectar con ese cosmos que le he mencionado ya por tercera ocasión.

Un maestro mezcalero me enseñó cómo el mezcal puede identificar nuestros hemisferios del cerebro, bajar a nuestras deidades y sentir la embriaguez real de beber un buen mezcal, recrear en nuestro imaginario a nuestras deidades y dioses, nuestros campos, no solo se trata de la etiqueta bonita, se trata del alma.

Suena romántico, suena cursi, pero es la manera de definirnos con esencia, de los regalos ancestrales. Para que me pueda explicar mejor, llevando al contexto de la grandeza de la bebida, que no es el recipiente donde se bebe. El término “vasito de cruz” proviene de la falta de vasos de vidrio para poder apreciar la densidad y cristalinidad del destilado final, en los altares patronales había muchas de ellas, entonces después de la dilución de la cera o parafina, lavaban el vasito y ahí podían apreciar la búsqueda del elixir de sus dioses, hasta ver la cruz, como dice el dicho popular entre seres mágicos. Asimismo, las tinajas en donde de forma natural se hace el cinto de perlitas alrededor de la misma como las joyas de la corona, que en esas tierras se caen solas y ahora son de suprema elite.

Honrando nuestras bebidas, honramos también nuestro linaje, con la humildad y orgullo nacional ya que hay mezcal en varias entidades de México, de las cuales seguiré escribiendo de forma más definida de cada región. Especies, agaves domesticados. Mire, saber nunca esta de más, usted decide ponerse borracho o mágico, elija .

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