Lo televisaron.
Fue de larga duración. Con Zócalo lleno. Con sillas preparadas. Con público clamoroso. Buen sonido.
Fue una mañana llena de mañaneras, paseadas −en repeticiones verbales− como resultados por toda la geografía nacional.
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El mandatario rendía cuentas, explicaba logros, ponderaba porcentajes en comparaciones constantes.
Hasta hubo votación de mano levantada para comprobar que los asistentes querían que jueces y magistrados fueran electos por la ciudadanía. Los que no lo quieren así estaban proclamándolo, a la misma hora, en el monumento del Ángel de la Independencia.
Se fue alargando el monólogo informativo en el Zócalo convertido en plaza de almas. Quienes se sienten mayoría, vivieron todo como celebración de la esperanza de que: más de lo mismo llegue a ser, también, continuidad mejorada.
La gente se mostró satisfecha con lo que escuchó y esperanzada con lo que se le anunció. Y le dio bienvenida.
PRIMERA TRANSFORMACIÓN
Sólo siendo independientes podía intentarse después una revolución y una reforma.
La primera transformación rompió el cordón umbilical para que la nación naciera.
Ya sería posible buscar tierra y libertad revolucionando. Antes se intentó una laicidad que diera al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Sobre ese tripié está, en edificación, eso que se ha llamado la cuarta transformación. Intenta anticorrupción y verdadera justicia democrática, reconociendo el poder popular.
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Las tres transformaciones anteriores han transformado con violencia bélica. La violencia de la cuarta es a la conciencia, a la mentalidad, a la ideología, al paradigma, a la narrativa, a la perspectiva.
Septiembre celebra la primera transformación, aunque sabemos que todas las transformaciones son dinámicas y están vigentes y actuantes. Nos seguimos independizando, reformando y revolucionando para poder afianzar libertad, justicia, laicidad, y democracia incorrupta.
PERMANENCIA EN LO ESENCIAL
No todo es relativo.
Sí. Es bueno relativizar para no caer en absolutismos falsos y baratos. Pero nadar sólo en ondas relativas sin descubrir lo verdaderamente absoluto, lo esencial, es ahogarse. Se requiere no quedarse sólo en lo manifestativo, sino penetrar a lo constitutivo. Lo objetivo, más allá de todos los subjetivismos.
Si no hay permanencia en lo esencial, todo será un ir y venir sin rumbo. Un entrar y salir sin lealtad. Un turismo existencial que impide ser peregrino y entonces se cae en deformación, al ser sólo vagabundo perdido en una vida que, en realidad, no se vive.
TÉ CON FE
-¿Cuándo es posible el verdadero diálogo conyugal fraternal, social, intelectual y político?
-Sólo es posible cuando no estás encapsulado creyendo que tienes la verdad en todo. Cuando no ves en el otro un adversario, sino a un interlocutor para escuchar y entender. Cuando no eres dilemático que ve sólo blanco o negro.
Cuando no juzgas, excluyes etiquetas y condenas. Cuando no eres defensivo sin que te ataquen. Cuando comprendes al otro como quisieras tú siempre ser comprendido en las diferencias y en las disidencias, respetando lo que no compartes y no rechazando al que está errado, sino sólo a su error...
