¿Si lo decretas sucederá?
Es cierto que en ocasiones la vida no es justa, pero dejemos de culpar a los dioses, a la suerte o al universo de todo lo bueno o malo que nos suceda
“Decrétalo y sucederá” es una frase utilizada por escritores, coaches y motivadores, enlistando para ello pensamientos positivos que, algunos vivales o desconocedores, han pretendido darle una orientación hasta científica. Aseguran que, utilizando principios de la mecánica cuántica y los secretos del universo, se puede “decretar” el éxito y que, si de verdad sabes lo que quieres y cómo pedirlo, el universo se encargará de que se haga realidad.
Por supuesto, estos postulados no han sido aceptados por ninguna disciplina de la ciencia. Eso sí, algunos de los personajes involucrados son magníficos vendedores de libros de autoayuda y superación personal, bajo sugestivos títulos como “Coaching: Herramientas para el Cambio”, “El Toque de Midas”, “El Secreto”, “La Llave del Éxito”, “100 Preguntas Clave para Cualquier Emprendedor”, “Volverse Millonario”, “Padre Rico, Padre Pobre” y una lista interminable con los siempre infaltables nombres de escritores como Deepak Chopra, Paulo Coelho y Carlos Muñoz, quienes han escrito más libros de los que han leído. Hubo en especial un libro que llamó mi atención, un bestseller, con el nombre de ¡“Éxito cuántico”!, el cual nos pide reflexionar sobre siete leyes de la física cuántica. Y va más allá, diciendo que surgieron como un ejercicio ¡meramente científico!
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La primera señal de advertencia de creer en este tipo de pensamientos y sus motivadores es que, si alguien obtiene el éxito y se vuelve millonario, ¡son precisamente los escritores de esos libros! Y es que lo que muchos llaman la búsqueda de la espiritualidad o del positivismo no es más que nuestra desesperación por encontrar un sentido a nuestras vidas y, con ello, el entendimiento del actuar de extrañas fuerzas que pesan sobre el destino de cada uno de nosotros. Unos lo llaman Dios, otros le dicen karma, algunos más energías. Lo cierto es que todos buscamos un responsable sobre lo que nos pasa o lo que no nos pasa.
Si tenemos una deuda, buscamos cómo se puede pagar en forma mágica, esperando que el dinero aparezca como por acto de magia. Si el pago llega, se debe a que lo pediste bien al universo y tuviste un pensamiento positivo, jamás porque trabajas 16 horas diarias.
Pero también existe un lado contrario. Si se llega a tener un accidente de auto o una enfermedad, muchos culparán al karma. Jamás buscarán la causa: por ejemplo, que si manejas borracho aumenta tu posibilidad de que choques, o que si fumas dos cajetillas de cigarros al día te va a dar cáncer. Pero en ocasiones las cosas simplemente pasan porque así es la vida. La gente se enferma sin explicación alguna y los accidentes pasan.
No lo atrajimos con un pensamiento negativo, tampoco con nuestras acciones. El universo no actuó a favor nuestro, mucho menos en nuestra contra. El universo, como dijo Carl Sagan, no fue hecho a medida del hombre; tampoco le es hostil: es indiferente.
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Así que, aceptémoslo: no hay explicaciones para todo lo bueno o lo malo que nos sucede. La mayor parte del éxito tiene que ver con el trabajo, la preparación y las oportunidades. Por supuesto, el pensamiento positivo ayuda, pero conozco muchos ejemplos de personas positivas que no alcanzan lo que quieren; y, por otro lado, existen seres humanos cuyos pensamientos y acciones rayan en lo maligno y les va de maravilla. Y es que, como escribió Balzac: “¿De cuántas infamias se compone un éxito?” Para ellos no existe el “decrétalo”, la “energía positiva o negativa” ni Dios alguno que los detenga.
No hay decretos para el éxito, al cual, por principio de cuentas, habría que definir. Para muchos, el éxito es el dinero; para otros es el poder. Para algunos menos es la felicidad, y para unos cuantos es la salud, la familia y poder llevar una vida digna y en tranquilidad.
Tampoco hay secretos para vivir la vida. Lo único cierto es aceptar incondicionalmente lo que esta trae consigo: sus alegrías y tristezas, sus éxitos y tragedias; muchas, por cierto, profundamente absurdas, pero otras son resultado de lo que hicimos o dejamos de hacer. Es cierto que en ocasiones la vida no es justa, pero dejemos de culpar a los dioses, a la suerte o al universo de todo lo bueno o malo que nos suceda. Disfrutemos de esta vida mientras podamos, porque la única evidencia que poseemos es que es muy corta y existe solo una.