Timoratos del morenismo: Los sumisos Francisco Cervantes y el rector Leonardo Lomelí
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Es tiempo de timoratos. De figuras funcionales a los apetitos autoritarios del régimen. Van dos que se han exhibido.
Primero. El líder del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Francisco Cervantes, tiene fama de complaciente y zalamero. Desde hace años. Así lo definen sus colegas de oficio. Primero, se hacía notar como exagerado porristas de los priistas mexiquenses −su tierra− y ahora se ha cambiado de lado y es porrista del morenismo.
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De qué tamaño será su apetito para que la presidenta electa lo contemple en su entorno, que en la reunión de ayer del CCE con Claudia Sheinbaum abrió diciendo ¡que el empresariado apoyaba la reforma al Poder Judicial! Vaya mentira. Quizá él esté a favor o diga que está a favor por su insaciable deseo de quedar bien, pero el grueso del empresariado la rechaza. Los grandes, los medianos, los pequeños empresarios. Los del norte, los del centro, los del sur. Por eso el dólar, por eso la bolsa, por eso la tasa de interés. Porque la reforma Judicial de la dupla AMLO-Sheinbaum implica una erosión a la democracia y apunta al autoritarismo y la dictadura. El ridículo de Cervantes quedó exhibido cuando tomó la palabra uno de sus agremiados, y dejó en claro que la mentada reforma no caía nada bien.
Segundo. 45 académicos del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM publicaron un libro exhibiendo los errores y peligros de la reforma judicial. El presidente López Obrador, que había dado la bienvenida al debate unos días antes, respondió con su habitual metralla de ataques y calumnias. La UNAM ahora bajo el mando del nuevo rector Leonardo Lomelí, decidió descobijar a sus 45 académicos e intempestiva y cobardemente emitió un comunicado deslindándose del estudio. “De ninguna manera representa un posicionamiento de la Universidad Nacional Autónoma de México ni el sentir de su comunidad”. No defendió la libertad de cátedra ni las trayectorias y nombres de los académicos involucrados. Sólo saltó con cobardía −heredada de la rectoría anterior de Enrique Graue, que fue timorato ante un incesante ataque de calumnias del Presidente contra la máxima casa de estudios− a decir: yo no fui.
Son sólo dos casos. Hay muchos más.
SACIAMORBOS
1. Digan lo que digan en público los dos personajes, en el equipo íntimo de la presidenta electa saben que ha habido tensiones entre Sheinbaum y AMLO por el gabinete.
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2. Desde el 24 de abril en esta columna le adelanté que cambiarían al secretario de Seguridad del Estado de México, Andrés Andrade. Era un recomendado del general Audomaro Martínez Zapata, el jefe del Centro Nacional de Inteligencia, antes Cisen. Desde que lo nombraron se veía venir el colapso. Era un perfil francamente polémico. Se dio una disputa sobre quién ocuparía la codiciada plaza. Había dos recomendados: el del secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, y el del mandamás de Seguridad en el equipo de Sheinbaum, Omar García Harfuch. Lo hablaron en la cúpula y se quedó la propuesta militar: el exsecretario de Seguridad de Sinaloa, el teniente coronel Cristóbal Castañeda. En el Edomex muchos se preguntan si ya encarrerada, “la maestra Deflina”, tan reacia a los cambios, aprovechará para sacudir las secretarías de Finanzas y Salud, o considerará que ya con esto es suficiente.