El concepto de “obligación” es verdaderamente antiguo. La necesidad de comprenderlo y aplicarlo nace con el nacimiento mismo de la sociedad humana. Es, por supuesto, imposible pensar en una sociedad viable y funcional si el concepto de obligación y sus múltiples expresiones, no se encuentran debidamente generalizados, lo que es tan necesario como la convicción colectiva e individual de la necesidad e importancia de su cumplimiento.
Justiniano, Emperador Bizantino del Siglo VI, en su gran compilación del Derecho Romano, incorporó la definición de obligación, que se entiende como el vínculo jurídico, que nos constriñe en la necesidad de pagar lo debido de conformidad con las leyes de nuestra ciudad. El concepto, ha sido retomado en el Derecho moderno como base para la teoría de las obligaciones.
TE PUEDE INTERESAR: Revitalización urbana: El caso del Highland Mall en Austin
En la evolución del concepto, se ha reconocido que las obligaciones no se limitan a aquellas que se contraen con particulares, sino que abarca también las obligaciones que se tienen para con el colectivo, y que son de enorme relevancia para la vida en comunidad.
En este contexto destacan las obligaciones cívicas, que son aquellas responsabilidades y compromisos que contraen las personas como integrantes de una comunidad o sociedad, por el simple hecho de estar ahí. Si alguien desea estar, ya sea temporal o permanentemente, en algún asentamiento humano para disfrutar de los beneficios que este ofrece, tácitamente asumirá las obligaciones que ello conlleva.
Aquí es donde encontramos las obligaciones a las que nos referiremos en las reflexiones de esta semana y de la semana entrante: las obligaciones de hacer y las obligaciones de no hacer. En esta oportunidad nos referiremos a las primeras.
Las obligaciones de hacer implican acciones proactivas y compromisos afirmativos para contribuir a la calidad, vitalidad y viabilidad de los espacios compartidos, pudiendo ser legales o no. Estas obligaciones se encuadran en las expectativas colectivas de comportamiento necesario para que la colectividad logre las mejores condiciones posibles para estar y para habitar en el lugar.
El catálogo es por supuesto extenso, pero existen algunas obligaciones cívicas de hacer que son particularmente relevantes. A continuación analizaremos algunas obligaciones de hacer que pueden transformar nuestro entorno en uno que podamos disfrutar, lleno de vitalidad y con un dinamismo que nos anime a sentirlo nuestro.
Comenzaremos con la correspondiente a la participación en la vida comunitaria y en la toma de decisiones. La ciudadanía debe involucrarse activamente en los procesos de planeación, diseño y gestión del entorno urbano, lo que conlleva desde asistir a consultas públicas y formar parte de comités vecinales, hasta expresar opiniones y propuestas para mejorar el espacio público. No participar dificulta y hasta imposibilita el lograr espacios públicos inclusivos y susceptibles de apropiación ciudadana.
De igual manera, es obligación el cuidado y mantenimiento del espacio público: Si bien esto forma parte de las responsabilidades de la administración municipal, contribuir a la limpieza, conservación y mejoramiento de parques, plazas, calles y espacios comunes es también una forma de corresponsabilidad ciudadana. Pequeñas acciones como riego y poda de áreas verdes, pintura y mantenimiento de fachadas, entre otras, ayudan de manera importante a este objetivo.
Por otro lado, la promoción de actividades culturales y recreativas son de gran relevancia. En Saltillo hemos visto distintas acciones en que la ciudadanía juega un papel activo en la organización y promoción de actividades que den vida y dinamismo a los espacios públicos. Desde las rodadas ciclistas nocturnas hasta festivales artísticos de base ciudadana, abonan a promover la activación física, al fortalecimiento del tejido social y la consolidación de la identidad local.
Otra de estas obligaciones consiste en la denuncia y la prevención de problemas en el espacio público. La obligación ciudadana de informar a las autoridades sobre daños en infraestructura y mobiliario urbano, su destrucción, conductas inapropiadas, entre otras situaciones que afecten el entorno urbano facilita y mantiene activa la labor gubernamental de atención a estos temas. Colaborar en comités vecinales y establecer canales de comunicación efectiva con las instancias responsables es de enorme valor para nuestra comunidad.
jruiz@imaginemoscs.org