Transformaciones económicas
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La segunda quincena del mes de mayo ha traído una serie de cambios importantes, algunos buenos y otros no tanto, en medio de una vorágine de complicaciones económicas y financieras internacionales. México ha sido inmune a toda una ola de despropósitos internacionales como las quiebras de bancos en el área del Silicon Valley en California, en Estados Unidos, la espiral inflacionaria europea que sigue sin ceder o el nearshoring, que todo lo opuesto a lo anterior, nos ha dejado muchos beneficios, o al menos eso parece.
Para iniciar, se tiene que mencionar y analizar brevemente el hecho de que la inflación en la primera quincena de mayo de este 2023, ya se ubicó en 6 por ciento. Este resultado no es sorprendente porque los excesivos aumentos del Banco de México sobre la tasa de referencia, más tarde que temprano, tendrían que dar un buen resultado. Sin embargo, hay dudas sobre si esta reducción no es una parte normal del ciclo económico donde la baja de ventas reduce el aumento de precios. Cualquiera que sea el caso, la inflación en sí misma no debe de importarnos mucho. Lo relevante es cuánto del crecimiento se está deteniendo por ella y a cuánto podremos aspirar con las condiciones actuales, que aunque deterioradas, siguen siendo alentadoras y se puede terminar el año con un 2.1 por ciento de crecimiento del producto interno bruto.
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Sin embargo, todo lo anterior no es tan bueno si se toma en cuenta la relocalización de empresas internacionales o el famoso “nearshoring”. Gracias a este aspecto, tenemos buenas expectativas de crecimiento, en el norte del país, pues nada prácticamente se ha ido de la Ciudad de México hacia abajo en la geografía nacional. Esto es un hecho fundamental pues de seguir así, los desequilibrios económicos tarde que temprano darán como resultado un problema grave de migración, sobreuso de la infraestructura disponible, concentración de la población en áreas que no tienen la capacidad para absorberla, entre otros. Recientemente, el propio presidente de la república dijo que es necesario que las empresas no se queden en el norte porque no hay agua y que las empresas deben ir al sur donde hay mucha mano de obra. Es correcto, pero viendo algunos datos nos damos cuenta que el desempleo de los estados de Chiapas, Oaxaca y Campeche es del doble de la tasa nacional de 2.4 por ciento. Las razones pueden explicarse por cuestiones como que en estos estados tienen las tasas de escolaridad más bajas, los índices de analfabetismo más altos, lejanía a la frontera con Estados Unidos, falta de infraestructura empresarial, por mencionar unos cuantos factores que pueden explicar por qué las empresas internacionales no se irían nunca al sur del país tristemente.
Un aspecto clave del nearshoring es la necesidad de aprovechar la integración con cadenas de suministro locales que permitan a las empresas que llegan reducir sus tiempos de fabricación. La localización en los estados fronterizos puede reducir los tiempos de fabricación y llegada al mercado norteamericano cuando menos en un 5 por ciento. La disponibilidad de proveedores con experiencia y certificaciones internacionales, que abundan en Coahuila, Nuevo León y Chihua, son una importante ventaja competitiva. Además de que el idioma inglés en estos estados es practicado por la mayoría de la población trabajadora.
Si de confianza en las leyes mexicanas se trata, la verdad es que una evaluación por simple que sea, daría resultados negativos. Lo que acaba de suceder con el “arrebato temporal” de la vía de 126 km allá en Coatzacoalcos Veracruz, a la empresa de Germán Larrea, es un claro ejemplo de cómo reducir la confianza en los inversionistas. Aunque no hay consecuencias financieras de este hecho, de manera medible hasta el momento, sí ha habido una cantidad de publicaciones internacionales que hablan mal de nuestro presidente y que cuestionan a las empresas que se localizan en nuestro territorio. Esto no ayuda a construir un sistema económico sólido pues las empresas siempre tendrán dudas sobre nuestro respeto a la ley y al capital ajeno, a la menor posibilidad de duda se irán.
En menos de una semana estaremos entrando al sexto mes del año que tiene dos acciones importantes para nosotros los coahuilenses. La primera es que faltan 9 días para las elecciones estatales, renovaremos en ese tiempo el liderazgo y los cuadros directivos del estado. El segundo, iniciará ahora sí, la carrera por la Presidencia de la República. En todos los partidos hay una lucha por ser el elegido. Hay debate político por los que quieren ser elegidos, pero no hay propuestas económicas o financieras para ayudar al país a salir adelante, a crecer más aceleradamente.
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El siguiente presidente tendrá un par de retos nacionales de gran prioridad. Arreglar el déficit de las finanzas públicas que podrá ponernos en una crisis en 2025 y el segundo será recomponer el desbalance que existe entre las regiones de México. Se tendrá que encontrar una forma de generar inversión en los estados más rezagados. A nivel internacional se tendrá que hacer frente a un dólar debilitado y una economía que crece más lento por parte de Estados Unidos, que en consecuencia, reducirá las compras de nuestro país, reduciendo nuestras exportaciones y por consiguiente, nuestra capacidad de crecimiento. Se tendrán que hacer nuevos acuerdos con los nuevos bloques económicos que se están formando. Los famosos países “BRICS” no tuvieron el impacto que hace 20 años los expertos de la época dijeron que iban a tener. No hay que engañarnos, todo parece indicar que los países no desarrollados están condenados a caer en la tentación populista y por ende, a autosabotearse y no llegar a la meta del desarrollo pleno.
El gran ganador de la pandemia, y actualmente, es el sector bancario que tiene dinero para prestar, ese dinero lo necesitamos todos y estamos dispuestos a pagar lo que sea porque no hay alternativa. Los bancos salieron fortalecidos de la crisis sanitaria y ahora están cobrando alto intereses y para prestar se dan el lujo de exigir cualquier cantidad de requisitos. Sin embargo, este sector que debería ser la punta de lanza del crecimiento económico de México, no se ha podido consolidar con un modelo que les permita a las empresas acceder a créditos para capitalizarse y seguir creciendo. Por lo pronto, empiezan a aparecer problemas propios derivados de nuestra falta de desarrollo, y los problemas internacionales que antes los veíamos muy lejos, parece que ya se están acercando sobre nosotros. Solo esperar que no sea una tormenta perfecta.
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