Un Réquiem redivivo y otras notas de cartapacio
* La brillante interpretación del Réquiem de Mozart-Süssmayr, que ofreció la Camerata de Coahuila, Coro y solistas de la Compañía de Ópera de Saltillo, así como el Coro del Instituto de Música de Coahuila, con sede en Torreón, dejó un delicioso sabor de boca en cientos de melómanos y público entusiasta. El Réquiem tuvo dos presentaciones, una en la Catedral de Saltillo, el 1 de noviembre, y el 2 en el Santuario de Cristo Rey, en Torreón. Ambas presentaciones las dirigió el maestro director y pianista Alejandro Reyes-Valdés.
Lo loable es que todo el elenco de músicos, coros y cantantes es talento local, de nuestra ciudad capital, de la Laguna y, por ende, de nuestro estado. Los solistas, Samantha Rodríguez, soprano; Dayan García Argúello, mezzosoprano; Eduardo Canela Fraire, tenor y Thamar Villarreal, bajo barítono, lucieron sus instrumentos vocales con un pulimentado estilo mozartiano y un rango tímbrico parejo, lleno de bellos matices. La lectura de Reyes-Valdés fue conspicua con el texto y la música, redundando en una sólida conducción. ¿Qué tanto tiempo habrá que esperar para escuchar una Octava de Mahler o el Réquiem de Verdi? Tiempo al tiempo.
Por lo pronto, la COSA templa sus voces para presentarse en un promisorio y maravilloso concierto, acompañando a la eminente soprano mexicana, María Katzarava, en el Teatro de la Ciudad, hoy sábado 8 en punto de las 19 h; en tanto que la Compañía de Ópera de Coahuila monta la ópera en un acto Amahl y los visitantes nocturnos, de Gian Carlo Menotti, para presentarla en varias funciones y sedes durante el mes de diciembre próximo. A este ritmo y con estas propuestas, el 2026 nos depara un panorama musical promisorio que esperamos con ansia. Tiempo de “vacas gordas”, que deseamos se prolongue indefinidamente.
* Un tiento es un ensayo, un intento que posiblemente naufrague, pero que la poesía, al final, salva. He aquí un ejemplo: “Sentir la música es algo más que oírla. A veces bailar, pero ni eso. Aquel estremecimiento anterior, interior, visceral, que atraviesa el cuerpo como lo que en cierto modo es: viviente caja de resonancia. (Vertebral. Jorge Fernández Granados. Almadía, 2017).
* Sir András Schiff, pianista legendario viviente, pedía a un novel pianista en una clase magistral lo inimaginable: “Tienes que hacerme olvidar que estoy escuchando el piano”. La pieza en cuestión son las Variaciones en Fa menor de Haydn, una premonitoria pieza que anunciaba el inminente romanticismo musical. Supremo nivel de la interpretación musical. Para ello, el recreador de la música- el intérprete, esa especie de amanuense que descifra las notas y las hace sonar-, tiene que olvidar al instrumento, visualizar las emociones que impregnan la partitura, sacar la música y danzar con ella, que espera entreverada en los pentagramas.
* Cito, en fragmentos, un poema de la poetisa Claudia Berrueto, en el que habita la esencia de la interpretación musical: “(...) cantar es regar con agua las piedras de mi voz, (...) cuando llamo a mis piedras desde las entrañas hay una ecuación en el canto; ¿cómo llevar estas piedras flotando en la voz durante la tromba? (...) el canto es prolongación del vuelo, las piedras, abrazadas por las cálidas hendiduras de la tierra, son el habla”. (Bajo el mármol lunar. UANL, 2024). Lirismo puro, exaltado por la imagen sencilla y diáfana que ilumina.
* Observo un cuadro de Amédée Ozenfant (1886-1966), Salón para fumadores: Naturaleza muerta, (1923). El uso de formas curvas y sinuosas es un rasgo peculiar de su técnica, además de una reducción de los diversos elementos, propia del purismo, movimiento del que fue creador e impulsor. Sus trazos son las siluetas apolíneas que pululan en los movimientos de la Sonatina de Ravel (1905), compositor que purificó el contrapunto antes del advenimiento de las formas rígidas, ausentes de emoción, del dodecafonismo y serialismo integral.
CODA
“La facultad legendaria del rey Midas le corresponde al artista: cualquier minucia del mundo, tratada por su imaginación, puede tener el valor del oro”. Jorge Arturo Ojeda. (Esfera. Ensayos. FCE, 2002).