Una regia sonrisa con sombrero

Opinión
/ 10 septiembre 2022
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Y el color del vestido es siempre el del sombrero.

Es reina. Le gusta bromear. Es muy aclamada. Todo es en ella moderado y digno.

Con disciplina inglesa, cumple con todos los protocolos ceremoniales.

Se puso grave y se fue alejando serenamente de la vida.

Un reinado de siete décadas termina. Le tocaron épocas de guerra, de escándalos y de ausencias entrañables.

Se le organiza una suntuosa y larga despedida a sus restos tumultuosamente visitados.

Pronto, pasadas algunas semanas, coronarán al hijo que será Carlos III, nuevo rey.

La corona inglesa es una de las ya pocas coronas que siguen manteniendo las monarquías de sangre azulada en el planeta.

Es símbolo, es núcleo de confluencia, es icono de identidad, es fuente de respeto necesario.

El reino deseuropizado, con unidad de peso y de espacio diferente y con terca libra divorciada, sin sombra del euro, con manejo en calles y carreteras, no por la derecha sino por la izquierda, de amplia historia colonizadora, seguirá manteniendo su peculiaridad, y su lista de primeros ministros, muchos de los cuales vio pasar la fallecida reina de larga presencia y estilo inolvidable...

El hijo es Carlos y la herencia es de sangre real. Se pondrá en su sienes la corona y será llamado Carlos Tercero. La gente de allá estaba acostumbrada a la feminidad entronizada. Después de 70 años, va a costarle sentir la misma veneración y vasallaje frente a un personaje masculino.

Tendrá este Carlos que abrir pronto horizontes que despierten admiración y orgullo nacionalista. Las monarquias embarradas de parlamentarismo democrático juntan anacronismo con modernidad, tradición histórica con diferencias subrayadas, respetabilidad de nobleza con apertura coyuntural.

El paisaje londinense con el Támesis, el puente, la torre y el Big Ben irán escuchando el nuevo repicar de las campanas de Westminster Cathedral y el mundo de la información buscará nuevas imágenes y detectará eventos reveladores del nuevo estilo –ya no isabelino– de estremecer la opinión. La sonrisa con sombrero dejó su huella en muchas páginas de historia y emprendió su vuelo sin retorno.

CADA QUIÉN CON SU CADA CUÁL

Sigue avanzando el proceso de delimitacion, de deslinde, de diferenciación, de peculiaridad y especialización.

Se intenta que quede bien claro qué es lo privado y qué lo público. Qué es lo económico y qué es lo político. Que es lo civil y qué es lo militar.

Si el oído intenta ver o las manos caminar, si el estómago quiere palpitar y el corazón digerir hay riesgo de una sucesión de colapsos por confusiones e intromisiones.

En una nueva Constitución sin parches podría quedar todo bien definido, delimitado y configurado.

REESTRENAR LO PRESENCIAL

El efecto de la vacunación mundial ha ido aumentando la confianza. Las distancias se acortan. Los encuentros se multiplican. Lo grupal se reinicia. Lo recreativo se vuelve más espontáneo.

Se siguen dando contagios de vacunados para una inmunidad invulnerable. En lo escolar, en lo laboral, en lo eclesial y en lo callejero y comercial se va reestrenando lo presencial. El próximo Grito de Independencia podrá tener un ambiente festivo menos temeroso y una asistencia.con confinamiento cancelado. Las asambleas eucaristicas dominicales vuelven a concurrencias numerosas.

La vigilancia constante a brotes posibles está en plena vigencia y las estadísticas y los semáforos se van decolorando y bajando sus barras.

Las precauciones se hicieron habituales y siguen cortando por lo sano, lloviendo sobre mojado, suprimiendo descuidos y soplándole al jocoque recordando las quemadas con leche.

AUTODEFENSA EMOCIONAL

“¿De qué te defiendes tú?” La pregunta lleva el aroma del último trago de café. El amigo se queda pensando y masticando la galleta. “Te va a extrañar que te diga que me defiendo de mí mismo, de mis emociones”.

“¿Emociones? ¿Como cuáles?” “Es un trío temible y demoledor: Es como una trenza maléfica: el miedo, el coraje y la tristeza”.

“Tienes razón”, sirvió un poco más de café en la taza vacía. “¿Sabes cual es la única victoria frente a esos enemigos?¡No dejarlos entrar! Son los que llevan a lo pésimo con la peor versión de ti mismo”... Último sorbo. Sonrieron los amigos porque estuvieron de acuerdo... Pagaron la cuenta y se fueron casi trotando...

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El autor de Claraboya, quien ha escrito para Vanguardia desde hace más de 25 años, intenta apegarse a la definición de esa palabra para tratar de ser una luz que se filtra en los asuntos diarios de la comunidad local, nacional y del mundo. Escrita por Luferni, que no es un seudónimo sino un acróstico, esta colaboración forma ya parte del sello y estilo de este medio de comunicación.

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