¿Y Coahuila, apá?
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Para nadie es un misterio que Alejandro Moreno, presidente del PRI, y Rubén Moreira, diputado federal priista, viven presos en un dilema político existencial, resumido en una pregunta ficticia: “¿cómo salvar mi pellejo sin desaparecer lo que resta del PRI o rescatar a mi país de la tormenta cuatroteísta?”. Empero, la verdadera pregunta hecha por ellos es otra: “¿cómo salvar mi pellejo antes que al partido o México?”.
El llamado “Alito” navega en un mar de corrupción inenarrable. ¿Por qué no vender su alma a la 4T para salvarse a sí mismo, aunque al morir termine en el octavo círculo del infierno de Dante, abrazado al custodio de Malegolbe, Gerión, que como “Alito” tiene cara de hombre justo y cuerpo de serpiente?
Por su parte, Rubén es acusado de “pagar durante su gobierno, alrededor de 745 millones de pesos a 144, personas físicas o morales fantasmas” (Border Hub/ Miriam Ramírez: 2020). Por ello, Moreira también tiene motivos de sobra para negociar su salvación, ante un gobierno morenista que sin contemplación utiliza la UIF, el SAT o la Fiscalía General de la República para triturar a sus enemigos.
Más allá de su denodada búsqueda de redención personal, comprensible desde la urgencia instintiva de su propia supervivencia, restan varias preguntas para ambos personajes: ¿dónde queda la elección de Coahuila, ya no digamos la del Estado de México?, ¿sacrificarán Coahuila (y al PRI) para rescatarse a sí mismos bajo el oropel demagógico de su entrega a la 4T?, ¿abandonarán a Miguel Riquelme, su activo priista más importante, para mediar con la vieja guardia priista, contraria a “Alito” y a Rubén, e importante quizá para catapultar cualquier proyecto de refundación priista en el futuro?
Estas preguntas son pertinentes porque en días recientes, “Alito” y Rubén, rompieron, con sus compañeros de la alianza “Va por México” (PAN y PRD), la moratoria de votar contra las reformas militar y electoral de AMLO. Y con ello pusieron en riesgo el trabajo conjunto de dicha alianza en 2023 (Coahuila y Estado de México) y en 2024 (elecciones presidenciales).
Sin decir “agua va”, nuestros personajes de marras, mandaron a la duranguense, Yolanda de la Torre, diputada priista a la Junta Directiva de la Comisión de Puntos Constitucionales con esta iniciativa: “reformar el artículo quinto transitorio del decreto constitucional por el que se creó la Guardia Nacional, a fin de ampliar la permanencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública de 2024 a 2028”.
Una “inocente” De la Torre declaró: “mi propuesta no viola la moratoria constitucional ni los acuerdos de la alianza con el PAN y el PRD, porque no toca el diseño, la arquitectura y naturaleza del articulo 21 constitucional; sólo el transitorio”.
Los líderes nacionales del PRD y el PAN, Jesús Zambrano y Marko Cortés, respectivamente, amagaron con romper el pacto opositor “Va por México” porque la propuesta va contra la alianza legislativa opositora y refuerza la militarización del país.
Un desafiante “Alito”, vestido como el valiente de la lotería, les respondió, sin mentarles la madre, como acostumbra en privado: “el PRI no recibe ultimátum, ni acepta órdenes de aliados”. En cambio, Rubén, vestido cual prócer patrio del siglo 19, es el mes, puntualizó: “confío en que se mantenga la coalición ‘Va por México’. Porque la iniciativa (de la diputada) es a favor de México”.
El punto de partida y retorno es el mismo: ¿iniciaron ya “Alito” y Rubén, entre el humo de su palabrería, el camino de su propio salvamento para enterrar a Coahuila y al mismo Riquelme? O como Kalimán y Solín, ¿sacarán un helicóptero de un sombrero?
Nota: El autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución.