Ya no quieren enseñar: Cada vez más docentes abandonan las aulas
Muchos maestros dejan la enseñanza no porque hayan perdido su vocación, sino porque sienten que no son valorados ni escuchados por el propio sistema educativo al que han ayudado
Cada vez más observo en las redes sociales videos de maestros que dejan su trabajo de docencia. La semana pasada, el pedagogo Larry Ferlazzo, con más de 20 años de experiencia, publicó un artículo titulado “How to Change Teachers’ Minds About Leaving the Classroom” (Cómo cambiar la mentalidad de los profesores sobre su salida del aula), donde afirma que muchos profesores abandonan su docencia, y no por jubilación.
La mayoría explica que los estudiantes se encuentran atentos a sus celulares durante la clase; otros sostienen que se trata de jóvenes que realizan todas sus tareas y proyectos gracias a la inteligencia artificial o que no sienten interés en aprender. Los restantes describen sus clases como un contexto lleno de falta de respeto y de motivación.
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Esto puede asustarnos a todos, especialmente a los padres de familia, ya que deseamos que todos los maestros sean inspiración y modelo para los niños y adolescentes. Pero, ¿qué hay detrás de estas oleadas de maestros que dejan las aulas y de qué manera podemos apoyarlos desde casa?
Larry Ferlazzo, ya jubilado, señala que tuvo que lidiar y luchar con cuestiones de disciplina, apatía y distracción durante sus clases. Afirma que muchos maestros dejan la enseñanza no porque hayan perdido su vocación, sino porque sienten que no son valorados ni escuchados por el propio sistema educativo al que han ayudado.
La mayoría de los docentes se sienten frustrados ante el espectáculo de los alumnos interesados en los celulares, de aquellos que entregan tareas elaboradas mediante inteligencia artificial o de los que no levantan la mano para participar en la discusión planteada en clase. Pero eso no significa que los estudiantes sean perezosos o poco motivados; muchos de ellos presentan un gran rezago educativo y pocas habilidades de autocontrol que favorezcan la persistencia, esfuerzo y resistencia al aburrimiento.
Aquí es donde los padres tienen también una tarea importante a cumplir. No basta con esperar que los docentes cumplan con todo, sino que hay que trabajar juntos. A veces, hablar con nuestros hijos de formas concretas sobre lo que cada uno puede hacer desde el lugar que le corresponde, les permitirá comprender valores como el respeto hacia los maestros, los beneficios de poder estar atentos en clase o la necesidad de esforzarse por hacer o aprender algo aun cuando les parezca difícil. Los niños y adolescentes deben comprender que aprender algo no es un favor que hacen a la escuela o a sus padres, sino un regalo para sí mismos.
Los padres deben colaborar en forma comprometida y respetuosa en la escuela, asistiendo a las reuniones escolares y agradeciendo el trabajo de los maestros. Ferlazzo menciona que es importante que los docentes sepan que los padres valoran el tiempo que invierten, sus esfuerzos y la pasión que ponen en cada clase, sobre todo cuando están rodeados de alumnos desmotivados o insurrectos.
Reflexionemos, además, sobre el uso que se le da a la tecnología. El celular y la inteligencia artificial pueden ser herramientas muy poderosas, pero también pueden ser sumamente distractivas y adictivas. Debemos establecer en casa límites claros para el uso de los dispositivos, así como también regular el tiempo que nuestros hijos pasan con ellos, y promover la necesidad de esforzarse por hacer algo hasta que la memoria lo permita. Por ejemplo, podemos promover hábitos como la lectura, la curiosidad o el pensamiento crítico.
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Recordemos que apoyar a los docentes no es un acto de cortesía, es una responsabilidad comunitaria. Si queremos más escuelas de calidad, necesitamos fortalecer el vínculo entre los docentes y las familias, para recordarnos siempre que, al final del recorrido, seguimos siendo los mismos: personas capaces y responsables que cumplen con unos valores.
Los maestros no tienen que sentirse solos o solas; si conseguimos que sientan que las familias están de su parte, evitaremos que más docentes muy capaces dejen las aulas. Y, por otro lado, nuestros hijos aprenderán a descubrir y valorar el significado de la gratitud y el compromiso hacia quienes se preocupan por educar.