"La culpa es del infiel": La industria mexicana del Paparazzi
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Periodistas y fotógrafos revelan como se maneja la "industria" del escándalo y las exclusivas en en mundo del espectáculo
Les quedó muy claro. No todo lo que brilla es oro. A principios de 2010 un par de personajes vinculados al medio del espectáculo hicieron una cita en la oficina de la entonces editora general de la revista Quién, Diana Penagos Mason y con la editora de la sección de Espectáculos de la misma publicación, Jessica Sáenz Arelle, con el fin de ofrecerles una exclusiva que las dejaría sin aliento: las primeras fotos de Daniel, el segundo hijo que el famoso cantante Luis Miguel tuvo con la actriz Aracely Arámbula.
"Eran oro molido", dice Sáenz Arelle en entrevista con Animal Político. Y es que a decir de la periodista que hasta hace pocos meses trabajó en la mencionada revista del corazón: "Esas imágenes pudieron haber vendido muchísimos ejemplares porque por primera vez mostraban juntos a los dos hijos de Luis Miguel (el rey de las ventas tanto de Quién como de otras publicaciones), pero sobre todo eran las primeras fotos de Daniel, el más pequeño de sus hijos, que para entonces no había salido en ningún medio. A Miguelito ya lo habíamos visto (el primogénito posó con su mamá Aracely Arámbula en exclusiva para la revista HOLA), pero Daniel nunca había sido fotografiado, así que esas imágenes eran muy cotizadas".
Efectivamente. El paquete, que incluía alrededor de una decena de fotos de los dos hijos de "El Sol" acompañados de su madre Aracely Arámbula, valía poco más de un millón de pesos. En la redacción de la revista Quién, donde llevaban diez años comprando fotos paparazzi a agencias de todo el mundo, nunca se habían enfrentado a unas imágenes que se acompañaran de tantos ceros del lado derecho. No dieron respuesta de inmediato. Se tomaron su tiempo para analizar el escenario. Por supuesto que consideraron adquirirlas. Sin embargo, cuando pusieron sobre la mesa el tema de Derechos de Autor les quedó claro que "el paquete" tenía todo para estallar en una cuantiosa demanda por parte de Luis Miguel o Aracely Arámbula.
"Las fotos de los niños estaban tomadas en el interior de una casa, muy de cerca a todos los protagonistas y se notaba que fueron hechas con una cámara casera, no eran paparazzi", narra Jessica Sáenz, quien comenta que la ecuación que sumaba menores de edad + fotografías tomadas dentro de una propiedad privada + desconocimiento del dueño real de las imágenes + lo sospechoso que los ofertantes manejaron la negociación dieron como resultado dejar ir el oro, que por cierto, no se vio resplandecer en ningún otro medio ni electrónico ni impreso.
El rumor de que había sido una trampa para sacarle dinero a los medios y luego demandarlos por plagio y otros cargos creció como una ola entre el gremio de los paparazzi quienes, en algunos casos, coinciden con lo que dijo el escritor Arturo Pérez-Reverte: "El límite del periodismo está en el código penal". Las suculentas fotos de los herederos del ídolo internacional se convirtieron en las más caras de la historia del paparazzi en México aunque, a la fecha, nadie sabe el destino de "Las fotos del millón".
El límite está en los medios
Otra de las publicaciones que lideran el nicho de revistas del corazón en nuestro país es ¡HOLA! Este importante semanario, con más de 60 años de historia en España y 5 años en México, es de los principales postores en las agencias de paparazzi gracias a que su presencia en varios países le permite rentabilizar su inversión en fotos exclusivas, sobre todo de celebridades internacionales.
A pesar de que su editora para la edición de México, Maru Ruiz de Icaza, ofreció una disculpa a este medio por no poder dar una entrevista -debido a que es política de la empresa a nivel internacional-, para nadie es un secreto que, en los terrenos del paparazzi, ¡HOLA! tiene reglas muy estrictas de no invadir esa intimidad que puede dañar la imagen de sus personajes. Y ni que lo necesitara tanto. Gracias a sus generosos presupuestos, esta publicación -que por cierto conserva su mismo diseño editorial desde hace seis décadas-, ofrece importantes sumas de dinero por exclusivas de sus personajes, de ahí que Aracely Arámbula posara por primera vez embarazada y, dosificado en distintas ediciones, apareciera con Luis Miguel acompañados de su primer hijo para luego, un año más tarde, presentar en portada al "cotizado" Daniel.
"Las fotos de paparazzi podrán ser imágenes que `vendan' mucho, pero no se pueden publicar antes de evaluar las consecuencias que pueden ocasionar en los protagonistas", asegura Luis Bueno, editor general del portal Quién.com. El responsable de uno de los sitios más populares de entretenimiento en internet reconoce que el medio que representa tiene ciertas políticas con respecto a la publicación de estas fotos: "La marca tiene un prestigio y no se mete en asuntos que puedan provocar escándalos o dañar la imagen o la honorabilidad de un personaje. No es autocensura, es una cuestión de ética profesional".
Las agencias de fotos como Queen y Korpa, entre otras, que son con las que trabajan la revista CARAS, ¡HOLA! y el sitio Quién.com (la revista Quién desde enero de 2011 decidió ya no publicar paparazzi) saben que aunque a veces estos medios se han dado licencia de publicar alguna nota de personajes internacionales, en general no deben perder el tiempo ofreciéndoles imágenes de celebridades nacionales que aparezcan desnudos, en estado de ebriedad, consumiendo drogas o con alguna pareja que no sea la suya, en el caso de que estén casados.
Juntos pero no revueltos
Cuando el paparazzo actúa en clave de prensa del corazón humaniza al personaje, pero si la clave es la prensa amarilla es muy probable que lo demonice", así respondió el escritor José Manuel Susperregui, durante una entrevista publicada en 2007 en El Diario Vasco, a propósito de su libro Famosos Pillados (editorial Espejo de Tinta. 2006), el cual habla sobre el fenómeno de los paparazzi y la prensa del corazón. Quizás esta publicación no hubiera sido tomada con seriedad en España si el autor no contara con este currículum: Licenciado en Ciencias de la Imagen por la Universidad Complutense, doctor en Ciencias de la Información y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad del País Vasco (UPV), de la que fue decano entre 2000 y 2003.
La palabra paparazzi (en plural) o paparazzo (singular), es de origen italiano y se usa para denominar al que tiene una conducta de fisgón, entrometido sin escrúpulos mientras ejerce su oficio de fotógrafo. El propio Susperregui explica su origen: "Todo empezó cuando en agosto de 1958 el fotógrafo Tazio Secchiaroli le hizo un par de fotos al exilado rey egipcio Faruk acompañado de dos chicas jóvenes". Dos años más tarde el cineasta Federico Fellini escenificó a este reportero con el nombre de paparazzo en la película La Dolce Vita. Fellini explicó que paparazzo era el apelativo de su compañero de banca en la escuela primaria de su ciudad natal, Rimini. En dialecto, paparazzo quiere decir "mosquito" y entre los niños era muy común que le pusieran ese apodo a los que, como el zumbido de un mosquito, eran muy molestos.
Pero en el capítulo México, la historia de los paparazzi es muy reciente. Humberto Servín, director general de la agencia de fotografía Clasos, con más de 30 años de haberse fundado, dice para Animal Político que fue la revista Quién la que empezó a publicar este tipo de imágenes desde que se fundó en el año 2000. "Ellos fueron los pioneros en nuestro país de añadir en su contenido estas imágenes, un poco inspirados en ¡HOLA!, por lo tanto era un paparazzi muy cuidado".
A decir de Servín, en esa época ya existía la revista TVNotas (de Editorial Notmusa) la cual optaba, en su mayoría, por entrevistas a diversas figuras del espectáculo que posaban cordialmente frente a la cámara del fotógrafo para que se ilustraran sus artículos. "Al ver el éxito de Quién comenzaron a apostarle más y más al paparazzi".
Sin embargo, debido a la línea editorial del contenido de TVNotas -medio al que se le solicitó una entrevista pero no aceptó- se desmarcó por completo de Quién, creada por Grupo Editorial Expansión, aunque la entonces directora Matilde Obregón replicó el esquema de ¡HOLA! y comenzó a pagar por entrevistas exclusivas. La revista Nueva, también de Notmusa, dio un giro de 180 grados y fue rediseñada con el fin de que en casi la totalidad de su contenido fuera de imágenes de paparazzi tanto de personajes nacionales como internacionales. Por esos años surgió CARAS, con el objetivo de llegar al mismo nicho que Quién, pero con mucho menos contenido de fotos "sin consentimiento".
Se acabaron los años maravillosos
Durante casi una década los fotógrafos paparazzi y las agencias que comercializaban ese material vivieron épocas de bonanza, pero la crisis que padecieron las economías de todo el mundo en 2009 no les dio tregua. Casi todas las publicaciones que eran clientes frecuentes de las agencias de paparazzi sobrevivieron gracias a sus márgenes de utilidades de años anteriores, pero en cuanto se hizo oficial que los mercados estaban contraídos a nivel mundial, las editoriales de revistas más importantes de México: Grupo Editorial Expansión (ahora Grupo Expansión), Editorial Televisa y Notmusa, cerraron la caja y, por consecuencia, los paparazzi tuvieron que bajar, por mucho, los precios de sus exclusivas.
"La gente piensa que el paparazzi sigue siendo un gran negocio, pero no es así. Lo fue hace cuatro años porque las fotos llegaban a costar cientos de miles de pesos, hoy en día es mucho más difícil" señala Huberto Servín de Clasos, quien asegura que hasta el propio Luis Miguel está a la baja: "Antes era pan caliente, hoy me cuesta trabajo venderlo".
¿Quiénes son los personajes más cotizados en el mundo del paparazzi actualmente?
Alejandro Fernández y Paulina Rubio.
¿Cuánto puede llegar a costar una foto de Alejandro Fernández?
Varios miles de pesos.
¿Unos 300 mil?
No, para nada. Esa época se acabó con la crisis económica.
¿Podrías llegar a venderlo en 100 mil?
Debe ser algo súper bueno, muy morboso, pues ya es muy difícil llegar a esos precios.
¿Cuánto dinero le tiene que invertir un paparazzi para lograr algo "súper bueno"?
De entrada tiene que ser un fotógrafo profesional que le invierta al equipo. En la agencia contamos con ocho paparazzi y tenemos lentes que alcanzan a tomar perfectamente a alguien que se encuentre a 300 metros de distancia. En Estados Unidos ese lente cuesta alrededor de 150 mil pesos, si lo compran en México se dobla el precio; la cámara también debe ser de muy buena calidad, ahí son 70 mil pesos, claro que hay unas más baratas desde 30 mil.
¿Y cómo consiguen la ubicación del personaje?
Nosotros estamos a la caza de información la cual obtenemos a través de un chofer, de un guardaespaldas, de meseros de restaurantes o de personal del valet parking.
¿Pagan por esa información?
Todo es dinero. Nosotros pagamos por tips desde 500 hasta 10 mil pesos, depende del nivel de información. No es lo mismo que alguien nos diga que Paulina Rubio acaba de entrar a un restaurante a que nos diga que Paulina Rubio va a estar en México y que nos filtre con santo y seña todo el itinerario de su estancia.
¿Supongo que ya tienen sus informantes de cabecera?
Si, ya tenemos gente que nos da los datos, aunque sobre la marcha también se van haciendo nuevos contactos.
¿Qué procede en cuanto ya tienen suficiente información?
Depende del nivel de personajes. Por ejemplo, si la nota es que Paulina Rubio va a estar de vacaciones en Cancún la inversión es más grande. Ahí normalmente mandamos al destino a dos fotógrafos, al menos un par de días antes, en avión. Ya estando allá rentamos un coche y dependiendo dónde se vaya a hospedar Paulina se revisa si se puede hacer desde el mar o desde la playa; nosotros preferimos rentar una lancha y hacerlo desde el mar porque se tiene más visión de todo, es más fácil trabajar y más difícil que nos vean. Todo esto es una inversión de 30 o 40 mil pesos y hay veces que cuando este material lo ofrecemos a las revistas no lo compran porque no se obtuvieron buenas fotos. Imagínate la pérdida de tiempo y dinero.
El juego que todos jugamos
Pero no todo ha sido rivalidad entre los paparazzi y los paparazzeados. Desde hace al menos cinco años algunas celebridades han encontrado la fórmula para rentabilizar la máxima de "si no puedes contra el enemigo únetele" y, dado que "no les gusta posar en revistas frívolas", negocian mediante su representante con los editores de las revistas a fin de hacer un "paparazzi armado". Es decir, que entre ambas partes llegan a un acuerdo para hacer imágenes con formato paparazzi pero autorizadas, donde, en el mejor de los casos, hay una jugosa remuneración económica por parte de la editorial o también se le puede ofrecer a la celebridad un viaje a un exclusivo resort de algún destino turístico acompañado de su pareja y sus hijos -con todos los gastos pagados- y que servirá de escenario para "captarlos" en su vacación familiar.
Desde luego esta estrategia les resta trabajo a las agencias de fotos así como a los paparazzi independientes, pues el propio Humberto explica que "desafortunadamente se pacta mucho, la revista le paga al artista para simular, por ejemplo, que lo agarró en la playa con su familia y su nuevo bebé o con el nuevo novio, pero es un pacto pagado y ya el medio lo saca como un paparazzi y primicia. Esto el medio lo hace con sus fotógrafos de casa por lo tanto no contrata nuestros servicios. Hoy en día se tiene mucho eso".
En este mismo esquema están otros actores, actrices y cantantes con mucho menos rating que no podrían negociar dinero a cambio de sus notas pero que con tal de estar vigentes en las páginas de espectáculos llaman a las revistas o directamente a los paparazzi para darles la nota de dónde y con quién van a estar, así como detalles del momento. En el último peldaño de esta categoría están los personajes públicos que hacen de su vida un escándalo permanente y viven del dinero que les pagan las revistas hasta que le exprimen todo el morbo posible a su historia o llega alguien que los desbanca con una vida mucho más trágico-rentable.
"La culpa es del infiel"
Aunado a la crisis económica, Humberto asegura que la llegada de los paparazzi amateurs también ha contribuido a que se abarate el mercado. "Hay muchos fotógrafos independientes que por las tardes se ponen a caminar por los restaurantes de la Condesa o de Polanco y cuando ven a una persona famosa se quedan esperando afuera a que salga para tomarle fotos. Para ellos eso ya es un paparazzi ¡y no! Un paparazzi profesional empieza desde la parte de investigación y también la estrategia para no ser descubierto. Estos fotógrafos no sólo han abaratado el mercado sino que lo han destruido porque no lo saben manejar y el dinero les quema las manos".
La competencia también ha hecho que este sector se vuelva más aguerrido y con menos escrúpulos al momento de ir tras La Foto. ¿Hasta dónde llega el límite de tus paparazzi? -le pregunto a Humberto tomando como referencia las fotografías publicadas en la revista TVNotas del periodista Carlos Loret de Mola y la conductora de espectáculos Laura G--. "Nosotros no ponemos límites en el sentido en el que nuestro error no es ver algo que no tenemos que ver. Nuestro límite es no entrar a una propiedad privada, pero si alguien está casado y tiene hijos y anda de aventura, pues el error no es nuestro sino de esa persona. La culpa es del infiel. El fotógrafo no tiene la culpa de haber seguido al carro y verlos salir de un cuarto de hotel, la mala onda no es del fotógrafo" dice Servín, quien hace ocho años vivió en carne propia uno de los riesgos que se corre como paparazzi al ser golpeado por la gente de seguridad del futbolista Cuauhtémoc Blanco por tomarle fotos con la conductora Galilea Montijo. "Sólo la nota roja no la cubrimos porque no es para el nivel que hemos mantenido con las editoriales".
Por: Alberto Tavira Alvarez (@BetoTavira)/Animal Político