Adolfo Gilly, historiador comprometido con las revoluciones, falleció a los 95 años
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El también escritor argentino llegó a México en los 60’s, pero su militancia comunista hizo que el país lo recibiera con cinco años en la cárcel de Lecumberri
Adolfo Gilly, uno de los historiadores más relevantes de la realidad latinoamericana, falleció este martes a la edad de 94 años, así se dio a conocer la noche de este martes en redes sociales. Su trabajo y compromiso con el tema lo llevó a ser considerado uno de los grandes intelectuales que teorizó sobre la Revolución Mexicana a partir de su propia formación política.
El también escritor y docente nació en Argentina en 1928, donde estuvo desde joven relacionado con la revolución y fue, de hecho, su militancia temprana en la Cuarta Internacional de Argentina —organización que aglutinaba partidos comunistas y cuya mayor inspiración fue León Trotski— la que le costó el encierro, al llegar a México, en la cárcel de Lecumberri, donde permaneció entre 1966 y 1971.
Esa experiencia, en la que su trayectoria intelectual y su vida del día a día se empalmaron, fue el detonante de una de sus obras más conocidas: La revolución interrumpida, escrita en el tiempo que estuvo en reclusión.
Más allá del ámbito mexicano, los movimientos insurgentes en Nicaragua y El Salvador, así como la globalización, fueron otros de los sucesos de estudio que más le interesaron a Gilly.
Otro momento importante de su formación académica se dio muchos años después, en 1994, ya en México, con el doctorado en Estudios Latinoamericanos que cursó en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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También destacó por su amplia trayectoria como maestro visitante en instituciones estadounidenses de Berkeley, Columbia, Stanford y Yale, por sólo mencionar algunas. Fue entre las décadas de 1940 y 1950 cuando empezó a estudiar a fondo la economía e historia de América Latina, hecho que lo llevó a distintos viajes por el continente en los que impulsó publicaciones de carácter trotskista hasta desembocar, inevitablemente, en la Ciudad de México, donde como es sabido Trotski resultó asesinado.
Entre los muchos premios y reconocimientos que recibió se cuentan la Beca Guggenheim en 1989 y la Edward Larocque Tinker Visiting Professorship en más de una ocasión.
Al margen de su vocación académica, Gilly estuvo en contacto con el Subcomandante Marcos y fue consejero de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en los tiempos en que éste fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México (1997-1999), prueba de que sus ideas políticas fueron firmes a lo largo de su vida.
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En redes sociales, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, lamentó el deceso del historiador, destacando durante su conferencia matutina de este miércoles “su pasión en torno a los temas sobre los procesos histórico-sociales del siglo XX de México”.
“Un abrazo a sus familiares, a sus amigos. Estuvo aquí con nosotros hace como un año, vino aquí al Palacio, me trajo su libro sobre Felipe Ángeles, es una gran obra también, es un muy buen trabajo sobre el general Felipe Ángeles”, agregó.
“Su legado e investigaciones quedarán en las generaciones formadas con su pasión por la historia de México”, escribió la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero, en su cuenta de Twitter.
Cuauhtémoc Medina, curador e historiador de arte, escribió que Gilly fue “uno de los faros de un radicalismo que entendía la militancia, como buen heredero del trotskismo, como una mezcla exacta de honestidad política, complejidad intelectual y sensibilidad amplísima”.
Con información de EFE y El Universal.