Angel Cammen envía ‘cartas visuales’ a su mamá en la exposición ‘Madre, estoy viviendo con un hombre’

Cuando Ángel Cammen y su novio comenzaron a vivir juntos, plantaron un árbol de mandarinas. Ese fruto del hogar lo acompaña siempre y en las manos de su madre se convierte en una de tantas historias que se han acumulado con los años y que hoy, desafiando a la frontera de la muerte por medio del arte, llegan a ella.

En la serie pictórica “Madre, estoy viviendo con un hombre”, el artista regiomontano plasma los momentos y hechos que han ocurrido desde el fallecimiento de su madre, cuando era un niño, recordando y recomponiendo las memorias para volver a ponerse en ellas desde el autorretrato.

Pero con su homosexualidad como punto de partida para establecer este diálogo con ella, Cammen también lanza cuestionamientos hacia la heteronormatividad y reflexiones sobre lo queer, en un proyecto del cual se puede ver una muestra en el Centro Cultural Plaza Fátima, en San Pedro, Nuevo León.

“Tiene que ver mucho con lo que he pasado, la discriminación, el cómo soy ahora, tímido, reservado”, compartió en entrevista con VANGUARDIA, “este proyecto son cartas visuales de lo que sucedió conmigo después de que mi mamá falleciera, cuando tenía ocho años”.

Ángel nació en Monterrey, pero su madre es de Saltillo —y su papá de Zacatecas, algo que se reflejó en otro proyecto, “Salaverna”, dedicado a sus abuelos y una crítica al extractivismo que vive ese poblado— y vivió entre ambas ciudades. La carretera que une ambas urbes se volvió entonces otra constante en su vida, sitio en el que se emplazan muchas de sus memorias, y paisaje que acompaña a la obra más grande de la exposición “Un irremediable dolor”.

“Después de los 8 años viví entre la casa de mi tía, mi otra tía, mi abuelo, no tenía un lugar propio. Y cuando empecé a vivir con mi novio empecé a sentir lo que es tener un hogar propio y justo esos primeros días en la casa plantamos un árbol de mandarinas en nuestro jardín, como símbolo del comienzo de esta nueva etapa en mi vida”, expresó.

“[En una ocasión] en una mudanza de Monterrey a Saltillo se cayó un juguete de la camioneta y mi mamá le gritó a mi papá que se detuviera por ese juguete y tengo muy bien guardado el recuerdo, de su voz sobre todo”, recordó sobre la presencia de esta carretera en su memoria y en su obra.

A partir del estudio de otros artistas como Julio Galán y David Hockney, Cammen ha ido puliendo un estilo propio, en el que se identifican las referencias sin sacrificar su pincelada particular. Su manejo del color se mueve entre una medida saturación y acentos para equilibrar las masas tonales, mientras que sus personajes, en una estática expresividad, están rodeados de símbolos. Y el autorretrato, de labios rojos, bigote oscuro y delgado, mejillas sonrojadas y mirada profunda pero siempre expresiva, también carga con significado para el ojo observador.

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“Desde el principio el dibujo es lo que más me llamaba la atención, después la pintura, pero en la carrera te empujan a explorar otras técnicas y disciplinas. Sí intenté hacer otro tipo de cosas, pero siempre regreso a la pintura porque es lo que me causa más placer”, compartió.

“Todavía seguiré explorando el tema, pero ya estoy planeando el siguiente. No será muy diferente pero ya sé para dónde quiero y cuál es la evolución que quiero tomar”, agregó.

Egresado de la Facultad de Artes Visuales de la Universidad Autónoma de Nuevo León, este artista actualmente es representado por Clarissa Navarro de Guadalajara, y participará en Zsona Maco 2025 junto a la artista Tania Bello. Aunado a esto, su obra recientemente fue adquirida por la colección Alma Colectiva de Aurelio López Rocha, también tapatía, y durante la Semana del Arte estuvo abierta al público.

La exposición de “Madre, estoy viviendo con una mujer” continuará abierta hasta el 20 de octubre en el centro cultural sampetrino, donde también hay más series de otros artistas de la región.