Aristeo Jiménez, la lente que muestra otra cara de Monterrey, es el eje central de la nueva expo de MARCO
El fotógrafo regiomontano recibe como parte de la muestra “Nuevo León: El futuro no está escrito”, una retrospectiva y reconocimiento a más de 45 años de trayectoria, junto a otros destacados artistas
Como buena ciudad industrializada y metrópolis con millones de habitantes, Monterrey tiene muchas caras. La más conocida es la de los rascacielos, la inversión, el crecimiento, pero Aristeo Jiménez ha fotografiado por más de 40 años la de los barrios, los bares y hasta los prostíbulos.
Su trabajo detrás de la lente, movido a retratar las zonas populares en las que creció y vive, se mueve entre la búsqueda de lo documental y lo estético, con su particular estilo en blanco y negro que resalta volúmenes y recarga la emoción de cada imagen.
Ahora casi 90 piezas realizadas por él en este tiempo se convierten en el eje principal de la exposición “Nuevo León: El futuro no está escrito”, un mosaico fotográfico del área metropolitana del estado vecino a partir de la obra de 10 fotógrafos, convocados por el Museo de Arte Metropolitano de Monterrey, con el patrocinio de Banregio.
“Me da mucho gusto porque muchas imágenes son inéditas y que la gente de aquí por fin tenga una idea del trabajo que he hecho en la ciudad por unos 45 años, trabajando en el barrio, las calles donde camino, los lugares que frecuento, las cafeterías, las cantinas y hasta los prostíbulos”, compartió Jiménez en entrevista con VANGUARDIA.
Si bien las propuestas de los otros fotógrafos participantes —Alejandro Cartagena, Colectivo Estética Unisex (Lorena Estrada y Futuro Moncada), Juan Rodrigo Llaguno, Loreto Villarreal, Oswaldo Ruiz, Ruth Rodríguez, Salomé Fuentes, Sofía Ayazagoitia, Stefan Ruiz e Yvonne Venegas— complementan el panorama propuesto desde la curaduría de Mauricio Maillé y Ariadna Ramonetti, la obra de Aristeo ofrece particularmente un recorrido temporal por el desarrollo de Monterrey.
“He visto cómo crece la ciudad, me sorprende el cambio de una ciudad que antes era más industrial y ahora es una ciudad de servicios, de empresas”, recordó, “mi papá trabajaba en la Fundidora, yo aspiraba a que él trabajaba en la vidriera o al cervecera, eso ahora ha cambiado mucho”.
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“Monterrey es una ciudad que evoluciona destruyendo el pasado. Si en la esquina hay una casa de sillar de 150 años, la ves un día y pasada 15 días después y ya la tumbaron e hicieron un Oxxo. Esa ambición del dinero, del valemadrismo por el respeto a la memoria de las anteriores generaciones y mis fotografías contribuyen a esa memoria para que la gente no olvide lo que había en la ciudad. Cuando pierdes la memoria ya valió, eres manipulable”, agregó.
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