Dora Scaccioni, la pintora italiana más saltillense
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La maestra llegó a la capital coahuilense como esposa de Rubén Herrera, pero incluso cuando la vida le dio la opción de regresar a su patria decidió quedarse aquí. Ahora, a casi 50 años de su muerte, honran su trabajo como artista con su primera exposición individual
Dora Scaccioni Palomba nació en Roma en 1896. Ahí vivió durante 24 años hasta que en 1920 llegó a vivir a Saltillo junto a su esposo, un artista cuya sombra, en una época en la que ser “la mujer de” ya era suficiente para pasar a segundo plano, opacó un talento increíble para la pintura.
Maestra de profesión, ejerció como tal en la ciudad en distintos periodos, y mientras aprendió de su marido, el pintor Rubén Herrera, los secretos de la plástica, también descubrió un algo en la ciudad que la acogió y que a la larga, a pesar de que tuvo más de una ocasión para partir y elegir hacer su vida de vuelta en su patria, o en otro lugar, la llevó a sentirse una saltillense más.
Ahora, a casi cincuenta años de su muerte, el Centro Cultural Vito Alessio Robles (CECUVAR), en coordinación con la Secretaría de Cultura de Coahuila, el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo y el Patronato de Amigos del Patrimonio Histórico de Saltillo, así como con el apoyo de coleccionistas y familias locales, Dora Scaccioni recibirá un merecido homenaje con una exposición de su trabajo pictórico, que se inaugurará este jueves en el recinto.
En entrevista con VANGUARDIA, la directora del CECUVAR, recalcó que esta muestra pudo ser posible gracias a la buena respuesta a la convocatoria que lanzaron a principios de año para recolectar piezas realizadas por la pintora. De este esfuerzo consiguieron 25 pinturas, entre óleos y acuarelas, retratos y naturalezas muertas, que se suman a dos obras extra que retratan a la artista en los ojos de don Rubén.
“[Esta exposición] denota confianza en el Centro, porque incondicionalmente prestaron sus obras. Y denota también el aprecio que Saltillo le tiene a la pintora, como artista. Y que Saltillo sabe conservar, las obras, porque hay piezas desde el 37, en buenas condiciones”, comentó la administradora.
“Este es el primer reconocimiento que se le hace público, la primera muestra individual. Ella participó en varias colectivas en vida, pero nunca tuvo una exposición individual, porque era la época y la fama era del esposo. Incluso después de viuda la sombra de Rubén era muy poderosa”, agregó.
Scaccioni, quien falleció en 1975, fue conocida por muchos saltillenses, algunos de los cuales conservan sus obras y las prestaron para este fin. La memoria de su persona aún se mantiene viva en todos ellos y, señaló Dávila, ha sido muy conmovedor el ver que por fin esté recibiendo el honor que merece.
“VANGUARDIA, en Saltillo 400 le hizo, quizás, el primer reconocimiento a Dora, porque sacó una obra de ella, que casualmente es el retro de Óscar Dávila”, mencionó la directora respecto a una pieza hemerográfica del archivo de este medio, que también estará en exhibición, “la crítica que se hace ahí la escribe Mario Herrera y describe exactamente cómo la pintora hizo ese retrato, para lograr las transparencias, para lograr la mirada, para lograr los tonos. Te quedas maravillado de la forma en que describe la obra. Es una verdadera obra de arte, que muy pocos artistas podrían lograr”.
“Mario casi nunca reconoció a su mamá, todo era para don Rubén, porque era la época. Ese retrato y esa pequeña reseña biográfica es también muy importante porque nos enseña otra cosa, la amistad que tuvo con Elena Huerta”, agregó, “Dora venía todos los días a ver el avance del mural y cuando Elena estaba pintando a doña Margarita Maza de Juárez le sugirió que ella le prestaba su capa, una prenda europea que usaba en el invierno, para que la utilizara como modelo y Elena utilizó la capa en doña Margarita que está pintada en el mural”.
La muestra, que estará hasta septiembre, es ejemplo de la misión de rescate histórico del CECUVAR, así como de lo que la buena colaboración institucional puede lograr —puesta hasta se restauró un pastel de Rubén Herrera, donde se ve a Dora amamantando a su hija, pieza que además corona la exposición acompañada de uno de sus poemas, pues también en el terreno de las letras se desenvolvió con destreza— y no es el final de este esfuerzo, pero mientras llegan más resultados, ya se puede apreciar el trabajo de una mujer que logró dominar el arte con una maestría que pocos han alcanzado.