Élmer Mendoza celebra la vida con su literatura negra

Artes
/ 7 diciembre 2019

El escritor, llega alos 70 años, habla de su estilo, aportes, lenguaje narrativo y de su invención de un habla popular

Élmer ha sido una bocanada de frescura (...) escribe de oído, inventa palabras, le da textura a sus textos y crea personajes entrañables”.

GUADALAJARA.-Élmer Mendoza, el inventor de un habla popular que mezcla lo rural con lo urbano; creador de una literatura negra que explora el universo del narco; el padre de “El Zurdo” Mendieta, ese detective culichi y bien entrañable; el imaginador de Ger, Gris Toledo y la capisa Samantha Valdés, cumplió 70 años de vida este viernes; en Guadalajara, rodeado de amigos que lo admiran y ensalzan como un “un gran tipo” y un “enorme ser humano”.

Para celebrarlo, se convocó a sus amigos escritores a dar fe de los aportes de su literatura. Julián Herbert, Rosa Beltrán, Eduardo Antonio Parra, Mónica Lavín, Geney Beltrán, Luis Jorge Boone, Socorro Venegas y su editora, Mayra González, apuntan las virtudes de la obra narrativa del autor de “El amante de Janis Joplin”, “Balas de plata”, “Cóbraselo caro” y “La prueba del ácido”, a la vez que celebran la potencia de su lenguaje narrativo y su rica exploración.

Pero también celebran su gran sentido del humor, su lealtad, su amistad y su inmensa calidad humana. Y es que en este narrador que estudió ingeniería y que dejó los números para crear un universo literario incomparable, sus amigos lo reconocen como un escritor de enorme generosidad con sus colegas, pues al paso de los años ha ido formando a los jóvenes, y leyendo y recomendando a los que ya habitan la "República de la Letras", a través de su columna “El arte de novelar”, que publica desde 2009 en El Universal.

¿Qué tiene la literatura de Élmer Mendoza, dónde radica su calidad y su maestría?, ¿quién es ese narrador culichi a quien ayer mil jóvenes le cantaron “Las mañanitas” en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara? El mismo narrador que, el miércoles, acudió a Puente Grande para conversar sobre las aventuras que ha escrito con presos del Reclusorio Metropolitano, dentro del programa de fomento a la lectura Ecos de la FIL.

Luis Jorge Boone celebra la obra y la vida de Élmer Mendoza un autor que ha logrado consolidar una obra única a partir de un género popular, de un género que cuenta con el gusto del público.

“Con todos los peligros que esto representa él ha salido airoso en cada novela, sobre todo por su prosa que es su marca personal, es una vorágine de voces y esa mezcla de registros que lo hacen un autor único en nuestras letras. Y celebro también a uno de los mexicanos que pone en alto la literatura de nuestro país, celebró también a un maestro, a un amigo, a un lector que nos enseña, y sobre todo a la gran persona que es Élmer Mendoza”, afirma Boone.

El poder de su lenguaje

“Élmer Mendoza ha sido una bocana de frescura y originalidad desde sus primeros libros en la literatura mexicana; fiel a sus orígenes, la Col Pop en Culiacán, escribe de oído, inventa palabras, le da textura a los textos y crea personajes entrañables donde la naturalidad y la persuasión van de la mano”, señala Mónica Lavín.

Para Rosa Beltrán, su compañera en la Academia Mexicana de Lengua, el narrador nacido en Culiacán, Sinaloa, el 6 de diciembre de 1949, es el primer autor y el más importante y emblemático de la narrativa del narco. Sin embargo dice que sus libros van más allá de eso. Lo define como un autor cuya constante ha sido su maestría al utilizar el habla popular con un dejo de ironía.

“El trabajo con el lenguaje es quizás lo que me llama más la atención de su obra. Tiene una maestría lingüística que se ve en pocos autores; habla de la actualidad, pero también habla con un dejo de ironía, como hacen los grandes autores, las autoras, de la imposibilidad de contestar las preguntas que él mismo plantea”, dice Rosa Beltrán, la narradora que agrega: “lo que más nos importa es que Élmer ha sido constante en su propuesta literaria vanguardista, siempre imaginativa, original”.

Julián Herbert, el autor de “Canción de tumba” asegura que a él le interesa mucho su literatura, “la construcción de un lenguaje, la recuperación de una forma particular, de un habla popular semi rural y urbana, el gran retrato del noroeste y su capacidad para ver los lazos entre la tradición y las nuevas realidades políticas y sociales”.

Eduardo Antonio Parra sabe que cuando alguien lee las novelas de Élmer pronto se acostumbra a su estilo, “a esos diálogos integrados a la narración, a ese lenguaje culichi y también a todo este lenguaje metafórico. En sus novelas hay mucha accióny hay mucha intriga y misterio”.

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