Gabriel Neaves, reflejo en el escenario
Este actor y director cumple un cuarto de siglo de trayectoria y en entrevista platicamos con él sobre su historia, anécdotas y aspiraciones
Antes de mayo de 1994 Gabriel Neaves no tenía interés en el teatro, al menos no uno del que estuviera consciente. Su encuentro con él llegó casi por casualidad, cuando acompañó a su amigo Eduardo Ramírez, también actor, a un ensayo de la obra “La Dama Boba”, dirigida por Jesús Valdés.
Tenían entonces 16 años, estaban en la preparatoria y tenían poco tiempo de amistad; el plan era ir al ensayo para después ponerse a hacer una tarea que les habían pedido en equipos, pero Chuy Valdés no iba a permitir que hubiera alguien en su escenario sin quehacer y le dio un par de líneas a leer. A él no le quedó de otra más que aceptar y darle vida a un pequeño papel en la obra que sería la ganadora de la Muestra Estatal de Teatro de ese año.
Con todo y que su primer rol lo realizó casi por imposición en los subsecuentes encuentros para la preparación de la puesta en escena Gabriel Neaves fue conociendo las dinámicas y rituales del teatro y quedó perdidamente enamorado de él, al grado de que siguió trabajando en tres otras obras más de Valdés en los siguientes años.
El pasado fin de semana la compañía Cuarta Pared Theatre Laboratory, el público, elenco y equipo de “Misery”, al finalizar la última función de la temporada de este thriller, le rindieron homenaje a este actor y director por haber cumplido 25 años de trayectoria y en entrevista con VANGUARDIA nos habló sobre lo que ha significado este recorrido, repleto de actividad teatral constante.
En sus palabras este primer acercamiento al teatro sucedió así: “Empezamos a platicar (en el ensayo) y llega (Jesús Valdés) y le dice (a Eduardo Ramírez) ‘¿Y este qué?’, ‘es un compañero de la prepa’. Y luego ya va por los libretos y me da un libreto y me dice ‘léete este pedazo’, ‘pero es que yo no vengo
’, ‘¡Léase ese pedazo! Si quiere estar aquí léase ese pedazo’, me dijo”.
Al salir del ensayo Valdés le dijo a Ramírez “mañana te traes a tu amigo otra vez” y aunque él asintió Gabriel intentó negarse pero Valdés fue contundente: “¡Mañana se viene otra vez!”, le dijo.
“Era para mí bien nuevo, pero empecé a ver los rituales que hacían, cómo manejaba Chuy a los actores y en una de esas la obra, ‘La Dama Boba’, gana la Muestra Estatal de Teatro y nos mandan a Torreón a la Muestra Regional y me dice Chuy, ya después de haber estado ahí, ‘Mídete ese vestuario y apréndete ese papel’ y yo, pues, ok, ¿para cuándo? ‘para ahorita que lleguemos a Torreón’”, contó entre risas.
Con “La Dama Boba”, “El Tejedor de Milagros” y “El Misterio Buffo”, bajo la dirección de Valdés y acompañado de otros actores como Juan Antonio Villarreal y Diana Vela, Gabriel Neaves dio sus primeros pasos sobre el escenario. Y no se ha bajado desde entonces.
Cuando, años después, impartió un taller de teatro en la Facultad de Ciencias Químicas de la UAdeC, comenzó a ver los pormenores y dinámicas de la producción y dirección de una obra, su interés hacia este aspecto del teatro empezó a ganar fuerza.
“Veía que a la gente le gustaba lo que estábamos haciendo, que eran estudiantes y que les gustaba tanto a los que estaban haciendo teatro como a los que los iban a ver y se llenaba y a veces seguíamos con más funciones de lo normal y entonces empecé a encontrarle el gusto a la dirección”, dijo.
Como director ha estado al frente de producciones como “Jacinto y Nicolasa”, “La Pastorela” de Catón y “Perpetuum Misterio”, además de la dirección escénica de óperas como el “Tríptico” de Puccini y “Dido y Eneas” de Henry Purcell, además de que representó al país en el Festival Internacional Romerías de Mayo en Holguín, Cuba, junto a Francisco Ramírez, con el “Desconcierto a Cuatro Manos”, el espectáculo que en sus más de 330 representaciones, es con el que más tiempo ha estado.
“Es una obra que nos ha traído muchas satisfacciones y es una obra muy noble”, expresó sobre esta última puesta, “la podemos presentar en el baño de una casa, y en el patio y en la calle y esa es la obra en la que más hemos estado, 330 funciones en 12 años”.
Como actor ha participado “Rosas Azules”, bajo la dirección de Joel López, “Lisístrata”, con Mabel Garza, “Muera Villa”, con Gustavo García, “Tengo un Arma”, bajo Rafael Hernández y “El Cíclope”, con José Luis Zamora, la cual recuerda con cariño y por lo mucho que disfruta interpretar al fauno Sileno.
“Hay otra obra que también me marcó mucho que se llama ‘Yo Así no Juego más’, el primer monólogo que hice en mi vida y que era un niño que estaba celoso de su hermanito chiquito, su primer hermano. Entonces se encerraba en su cuarto y jugaba, lloraba, cantaba y era un monólogo donde actuaba y cantaba. Tenía unos 19 años, la dirigió Marissa Vallejo”, recordó.
“‘Los Sueños de la Patria’ también fue un parteaguas en mi carrera como actor, porque me tocó un personaje que era Napoleón, el alter ego de Agustín de Iturbide, esa la dirigió Gustavo García”, comentó, “y ‘El Baile de los Montañeses’ fue también una obra así como muy preciada para mí y después el monólogo de ‘Tengo un Arma’ que dirigió Rafael Hernández”, continuó.
“Obviamente el ‘Desconcierto’ también le tengo cariño, es así como el sello, el clásico y pues ‘Misery’ me costó mucho trabajo.
Primero ensayar los domingos, nunca lo había hecho, y lo que disfruté mucho de ‘Misery’ fue donde Luis (Falcón) me dice ‘no actúes, ya no hagas teatro’. Me costó mucho quitarme el estilo, el hacer teatro”.
Para Gabriel el reto en esta última obra fue ser, sentir y estar, más que actuar. Era, como lo puso, “ser Gabriel en otra situación”, contrario a la práctica que por años llevaba realizando de un teatro más de expresiones exacerbadas.
Señaló que gusta en lo particular de hacer comedia, pues tiene facilidad para ella, pero también disfruta del drama y agradece a los directores que le han puesto en papeles diversos y variopintos.
Entre las malas experiencias destaca haberse encontrado con gestores culturales “que no les importa el teatro, no les importan las artes están ahí porque tienen un hueso que roer”.
“Una vez nos pasó en Sabinas”, contó, “llegamos a la plaza, con ‘Desconcierto’, listos Paco y yo, esperando a que llegaran por nosotros. Pasó una hora, no llegaron, hablamos por un teléfono público y nos escucha una chava que estaba en una banquita y nos dice ‘oigan, yo soy la que están buscando’”.
Era domingo por la tarde y esta mujer, argumentando que a la gente de ahí no le gustaba el teatro y que una vez terminara la misa se irían para su casa, además de que el sonido estaba bajo llave y tendría que ir a sacarlo, los instó a comer en un restaurante cercano y regresar al hotel que les habían dispuesto, sin presentar la obra.
Atónitos, Gabriel y Francisco encontraron la manera de llevar a Sabinas su “Desconcierto”. “Le pedimos al señor de los jueguitos que nos prestara su sonido, tenía un carrusel. Le contamos y accedió. Volteamos sus bocinas y sacamos todo, nos montamos y con el sonido de los juegos hicimos la función y las mujeres ni se enteraron, pero nosotros sacamos las fotos y mandamos a Secretaría”.
“Yo creo que he crecido en seguridad, en mí mismo. Creo que siempre te tienes que preparar. Nunca estás totalmente preparado para hacer teatro, 0 lo que sea. Yo siempre creo que nunca vamos a dejar de aprender”, comentó sobre estos 25 años de experiencia.
Al ser parte activa de la comunidad cultural local celebró el crecimiento que ha visto en el teatro saltillense, la inclusión de rostros jóvenes y nuevos dedicados, profesionales y que se toman en serio su actividad con pasión e interés.
“Creen que el público se merece algo de calidad y algo bien hecho, eso me gusta mucho”, comentó, “cuando veo obras de teatro o trabajos que no van más allá del papel, es muy feo, pero el crecimiento de gente que está interesada por el teatro es muy importante para que no se muera”, concluyó.
Proyectos por venir
Gabriel nos contó que tiene algunos proyectos en puerta, entre ellos la producción de la puesta Hurt, un monólogo con la actriz Victoria Anaid, además de otros textos que está estudiando para ponerlos en escena en el futuro.
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