Gerardo Cantú, el pintor Coahuilense que marcó con sus obras
Tras la muerte del pintor, grabador y muralista coahuilense, radicado en Monterrey, amigos y colegas han recordado con afabilidad el legado de este artista
Conmemorado por colegas, alumnos y amigos, el reconocido pintor, grabador y muralista Gerardo Cantú falleció el sábado 24 de julio, a los 85 años el originario de Coahuila, y rádicado en Nuevo León que ha inmortalizando en su obra y trayectoria un grato recuerdo de enseñanza y amor al arte.
Nacido en Nueva Rosita, Coahuila en el año de 1934, el aquel entonces joven Gerardo Cantú creció y desarrollo una gran pasión por la pintura y el arte. Tendría 16 años cuando en 1950 ingresó a la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Nuevo León, y dos años después estudió en la reconocida Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” en la Ciudad de México, después de culminar sus estudios, fue becado en la Academia Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Carolina de Praga, emprendió un camino de aprendizaje en Europa y se adentró en los talleres de litografía en metal en París, Francia.
Además de tener una extensa preparación académica, el maestro Gerardo Cantú, transmitió todo su aprendizaje y valores a través de sus clases, y trabajos que, con el paso del tiempo, dejaron un gran recuerdo en el corazón de sus alumnos, colegas y compañeros ya que impartió clases en el Taller de Artes Plásticas en la UANL, realizó obras didácticas en el Museo Nacional de Antropología y en el Museo de la Ciudad de México, fue maestro de la escuela “La Esmeralda” en la CDMX, director del Taller de Experimentación Plástica y del Instituto de Cultura de Nuevo León.
Cantú se caracterizó por su manera de pintar, y se le considera como uno de los más importantes exponentes del nuevo humanismo, también es reconocido por sus pinturas de paisajes, naturaleza muerta, bodegones y sus murales, realizó más de 300 exposiciones de manera individual y colectiva en importantes galerías y museos alrededor del mundo haciéndose presente en la República Checa, Brasil, Francia, Cuba, Paraguay, Argentina, España, Estados Unidos, India y Puerto Rico, además de recibir grandes reconocimientos alrededor de México, además de contar con libros sobre su obra y trayectoria.
La vida de Gerardo Cantú inmortalizada a través de sus murales
La meta del decano siempre fue ser un gran muralista, siguió los pasos de sus extraordinarios maestros y lo logró, dejando su huella en sus obras ubicadas en el Paseo Santa Lucía en Monterrey y la Pinacoteca de Nuevo León, además de plasmar un importante mural en el Instituto Tecnológico de Saltillo en el año de 1984 para conmemorar la dura labor de los trabajadores de las minas de carbón.
La obra que Cantú dejó a los saltillenses en el ITS es un mural importante, que detalla en tonos negros, óxidos y grises el dolor de una tragedia que encierra a los mineros dentro de un espacio que, en el mayor de los casos, la única salida es la muerte, en este lienzo retrata con singular puntuación en las expresiones el sufrimiento de las madres y esposas que enfrentan este gran dolor que deja un trabajo tan riesgoso y el deber de ser más reconocidos.
Su colega y amigo, el maestro y pintor Marco Gómez Saucedo, brindó algunas palabras importantes sobre la muerte del maestro, recordó con profundo cariño y respeto la trayectoria del decano Cantú, y comentó sobre su irreparable pérdida lo importante que es para él y para la sociedad que las pinceladas de Gerardo Cantú en el ITS sean una mirada a la gran trayectoria y ser humano que Coahuila brindó al mundo y donde él mismo, marcó su profesionalismo, amor y dedicación transformado en esta gran obra. “Donde ha existido el dolor, ahora solo queda el sosiego, con el daño de la ausencia del ruido, con la angustia del silencio. Obra de gran riqueza emotiva, trabajada con la maestría de una sólida estructura muralística de gran calidad realizada por el maestro Gerardo Cantú” agregó, además de mencionar grandiosas anécdotas donde compartieron momentos juntos.
Sin duda alguna Gerardo Cantú deja una huella muy grande en México y el mundo por su camino como pintor, grabador y muralista además de ser un padre ejemplar, un gran amigo y un excelente colega a quien todos recordarán con profundo respeto, amor y admiración.