Muestran ‘lleno de vida’ a Manuel Acuña: Desmitifican y revelan la otra cara del poeta de Saltillo
La charla ‘Acuña, el otro’, a cargo de Esperanza Dávila Sota y Alejandro Pérez Cervantes, arrojó detalles que buscaron alejarse de la imagen depresiva del poeta
Figuras como la de Manuel Acuña están, tal vez, condenadas al mito y al chisme, a quedar veladas por lo que se cuenta de ellas más que lo que fueron. En su caso, la idea del poeta perdidamente enamorado y no correspondido, y por ello trágico, ha marcado mucho de lo que se cree de él.
Por eso en el marco del Festival “Yo necesito decirte que te quiero”, organizado por el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo para celebrar el 150 aniversario luctuoso del escritor saltillense, las aportaciones de la maestra Esperanza Dávila Sota y el dr. Alejandro Pérez Cervantes buscaron levantar esos velos y mostrar una cara alternativa del autor.
“Acuña, el otro”, es el nombre que le dieron a esta conversación que se llevó a cabo el pasado jueves en el Centro Cultural Vito Alessio Robles (CECUVAR) y con la que concluyeron las actividades en homenaje al creador del inmortal “Nocturno a Rosario”.
“Queremos ver con otra mirada al poeta, dejar de ver a ese poeta ojeroso, apasionado, que vivía en la miseria, enamorado pero desolado por el rechazo de Rosario. Ver lo que había adentro y también afuera”, comentó al inicio de la conversación Dávila Sota.
La también directora del CECUVAR recordó la faceta católica del poeta, en particular su asistencia al Templo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, al que le correspondía por ser vecino de la calle de Allende. Ahí fue monaguillo junto al padre Manuel Flores Gaona; “si, el Padre Flores, el de la calle”, aclaró.
“Fue un personaje sumamente importante en la educación de Saltillo y que, me acuerdo decía el lic. [Javier] Villarreal, era un personaje perdido, porque se habla de él, se cuenta una que otra anécdota, pero no se ha hablado de su gran labor en el Colegio Público”, compartió como un detalle sobre la educación del escritor.
Ambos reconocieron con humildad que no se consideran expertos en la figura de Acuña, pero aún así aportaron bastante a la conversación. Asimismo, destacaron el valor de la novela “El pasado” de Víctor Palomo, producto de décadas de trabajo y, de acuerdo con ellos, uno de los esfuerzos de investigación más completos alrededor de esta figura.
Este libro, que fue ganador del Premio Ignacio Manuel Altamirano, por diversas cuestiones no pudo ser editado hasta el 2020, cuando la Secretaría de Cultura de Coahuila lanzó una edición que se agotó rápidamente, aunque el investigador aseguró que ya está en proceso una segunda edición que saldrá muy pronto.
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Por otro lado, al iniciar su participación, reflexionó sobre la pertinencia de conmemorar el suicidio de Acuña en una ciudad donde “hay un índice muy alto de este fenómeno. Y no sé si la cultura los cambios que se están dando en nuestra ciudad y nuestro estado puedan garantizar justamente que la cultura, que la educación, que nuevas oportunidades lleguen a nuestros jóvenes”.
Por otro lado, compartió con los asistentes la que fue la prueba gráfica más contundente del Acuña real: dos fotografías resguardadas por el CECUVAR en las que se le puede ver a los 16 o 17 años y a los 20, con un porte mucho más distinguido y, sobre todo, diferente al hombre desarreglado que suele ser evocado al pensar en su imagen, producto de dibujos y grabados que intentaron retratarlo después de su muerte, sino a un joven serio, sí, pero para nada taciturno, atormentado y ojeroso, sino lleno de vida.
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