‘Quítame la mano no me vayas a ensuciar’... el día que María Félix humilló a Carmen Salinas (video)

La historia del cine y la televisión mexicana está llena de momentos tensos, pero pocos tan recordados como aquel en el que Carmen Salinas fue humillada por María Félix. La joven actriz de Torreón, apenas en ascenso, se enfrentó al carácter altivo y aristocrático de La Doña, quien no escatimó en gestos de desprecio.

Décadas después, Carmen compartiría estas anécdotas con un toque de humor, nostalgia y, sobre todo, con el reconocimiento de una herida que, aunque sanada, jamás olvidó.

“QUÍTAME LA MANO, NO ME VAYAS A ENSUCIAR”

Durante una gira artística en Rosarito, Baja California, Carmen Salinas tuvo su primer roce con la diva. Antes de abordar un avión, un reportero pidió una foto de ambas. Carmen, ilusionada, se acercó y tomó a María de la cintura. La respuesta fue devastadora:

“Quítame la mano, no me vayas a ensuciar”.

Carmen, quien se había esforzado por lucir impecable con un abrigo de cashmere con cuello de mink y maletas nuevas, guardó esa foto como un recordatorio de la frialdad de su ídolo.

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HUMILLACIÓN EN LOS CAMERINOS

Durante la misma gira, ambas compartían camerino. Carmen recibió la visita de su familia, pero pronto fue interrumpida por una orden de La Doña, transmitida a través de una asistente:

“Dice María Félix que saques a esta gente de aquí”.

Carmen se negó con firmeza:

“No la puedo sacar. Es mi familia y este fue el camerino que me asignaron. Si quieren, denme otro y me voy”.

La negativa sorprendió, pero evidenció el temple de una joven artista que, a pesar del temor, no permitió una falta de respeto a los suyos.

DESAIRE EN EL DESAYUNO

Al día siguiente, Carmen se acercó a María en el restaurante del hotel. La encontró sola y, creyendo que podía acompañarla, se sentó a su lado. Lo que recibió fue otra bofetada emocional:

“¿Quién te dijo que te sentaras? Estoy esperando a gente muy importante. Vete a sentar por allá”.

Así, la corrió de la mesa sin más.

“ESTO SOLO LO USAMOS LAS RICAS”

La jornada de desaires continuó. María Félix invitó a Carmen a una lujosa tienda departamental en Tijuana. Ahí, le mostró un exclusivo perfume: Joy, de Jean Patou. Carmen apenas conocía las colonias populares de la época, como Siete Machos o productos de Sanborns.

“Esto nada más lo usamos las ricas”, dijo La Doña, luego de dejarle oler una pequeña muestra del perfume.

Como broche final, le pidió a Carmen que cargara todas las bolsas de sus compras hasta el coche. Y Carmen, humilde y obediente, lo hizo.

UNA RECONCILIACIÓN INESPERADA

Con el paso del tiempo, Carmen Salinas se convirtió en una figura querida y respetada por el público mexicano. Su obra Aventurera fue un éxito rotundo, y fue en ese contexto donde ocurrió el encuentro final con María Félix.

La Doña asistió al teatro y, pese a los viejos roces, pidió hablar con Carmen. La actriz, con reservas, se acercó esperando otro desplante. Pero esta vez, fue diferente.

“Ya somos hermanas del mismo dolor. Ya no está tu hijo, ya no está el mío. Te felicito por la valentía que tienes en el escenario. Te admiro”.

Aquel gesto, tan humano como inesperado, conmovió profundamente a Carmen. Entre lágrimas y temblores, se dio un apretón de manos con quien alguna vez la hizo sentir menos.

DATOS CURIOSOS DE ESTA HISTORIA

• El perfume Joy que María le mostró a Carmen era, durante décadas, uno de los más caros del mundo. Un frasco podía superar los mil dólares.

• Carmen Salinas guardó la foto donde María Félix le dijo que no la tocara y la mostraba con humor en su programa.

• La gira en Rosarito fue un evento conjunto, con shows dobles diarios. A pesar de los desplantes, Carmen nunca dejó de cumplir con su parte profesional.

• La Doña pedía respeto total en los camerinos, pero también impuso su espacio sin importar si afectaba a otros artistas.

EL DUELO DE DOS MUNDOS: ARISTOCRACIA Y PUEBLO

El contraste entre ambas mujeres era evidente. María Félix, elegante, altiva y exigente. Carmen Salinas, cálida, popular y humilde. Representaban dos caras del espectáculo mexicano: la élite cinematográfica y el teatro popular.

Aun así, con el paso de los años, ambas compartieron algo más allá de la fama: el dolor de perder a un hijo, la experiencia de los aplausos y el respeto de un país que las amó a su manera.

UN FINAL DIGNO DE TELÓN

Recordó que con el paso del tiempo ya ella famosa, ‘La Doña’ visitó el teatro donde se presentaba la obra ‘Aventurera’ y como aún tenía resentimiento no quiso saludarla, pero María la llamó y Carmen se acercó a ella esperando una humillación más.

‘Ya somos hermanas del mismo dolor, ya no está tu hijo (Pedro Placencia), ya no está el mío (Enrique Álvarez Félix), como te felicito por la valentía que tienes de decir esas cosas en el escenario, te felicito por tu obra’, le dijo Félix sosteniéndole las manos.

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Carmen Salinas nunca olvidó los desplantes de María Félix, pero tampoco negó su admiración por ella. Tras su fallecimiento, confesó que la incluía en sus oraciones y agradecía aquella última vez en que, de mujer a mujer, se dieron la mano sin orgullo de por medio.

“Jamás voy a olvidar ese momento”.

Una frase que resume la historia de dolor, altivez y perdón entre dos mujeres icónicas de México.