Cultura y Pop: ‘Las Muertas’
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Basada en su novela tiene una ambientación fantástica, pero varios de sus actores no actúan sino que declaman, y la adaptación quiere ser chistosa
A principios de 1964 las autoridades de un pueblo de San Francisco del Rincón detuvieron a dos hermanas acusándolas de homicidio.
Los confusos detalles que se fueron revelando conmocionaron a la opinión pública. La polícia eventualmente descubrió que las asesinas —las hermanas González Valenzuela, alias Las Poquianchis— eran madrotas, que habían matado al menos a cuatro de sus prostitutas, y que tuvieron secuestradas a otras quince, que acusaron a las hermanas de torturas, aberraciones sexuales y asesinatos a sangre fría.
El escándalo llegó a las portadas de los periódicos nacionales; Alarma pasó de vender ciento cuarenta mil copias a tres millones por semana.
Jorge Ibargüengoitia, que por entonces acaba de publicar Los Relámpagos de Agosto (1963), su primera novela, se enteró de la historia a través de la prensa, y se propuso escribir sobre Las Poquianchis al estilo new journalism: contando una historia real utilizando recursos de ficción.
Good luck with that. A Ibargüengoitia le llevó diez años escribir el libro. El expediente legal era un desastre. El tratamiento de la prensa estaba repleto de “todas las taras del periodismo: sensacionalismo, morbosidad, pasiones.” Y si les pedía una entrevista a las Poquianchis, “me mandan a la chingada.”
Eventualmente comprendió que todo el asunto —el negocio de las Poquianchis, los políticos que las protegieron, la policía y los militares que las ayudaron, las mujeres que al principio encontraron en ellas una alternativa a una vida aún peor, las distorsiones de la prensa, la manera en la que el público reaccionó a la historia, y el juicio donde se les condenó— era “profundamente mexicano.” Y que la mejor manera de abordar el tema era inventando a las Baladro, unas señoras “a las que les pasaron las mismas cosas que a las Poquianchis”, y usar como base la historia pública para imaginar cómo se habían encadenado tantos despropósitos.
La manera en que empieza Las muertas lo deja claro: “Es posible imaginarlos...” Es decir: para comprender la historia de Las Poquianchis no es necesario efectuar una investigación de campo, entrevistar a los protagonistas, cuestionar a los vecinos, o interpelar a las autoridades involucradas.
Basta con vivir en México.
(La serie que Netflix acaba de estrenar basada en su novela tiene una ambientación fantástica, pero varios de sus actores no actúan sino que declaman, y la adaptación quiere ser chistosa. Curioso, porque entre las cosas que Ibargüengoitia detestaba era que se juzgara a sus novelas precisamente como eso, chistosas.)