Mumford & Sons no defrauda en México
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Fue hacia el final del recital cuando uno de los miembros se colocó una bandera de México alrededor del cuello.
La banda británica Mumford & Sons actuó ayer por primera vez en México en un notable concierto ampliamente celebrado por la audiencia y caracterizado por la mezcla de sus raíces folk con el sonido más rock de su último álbum.
Pudo pecar de falta de ingenio, pero la fórmula fue exitosa y cumplió su propósito de encender al público regalando muchos momentos épicos con canciones como "I Will Wait" junto a otros un tanto más íntimos, más sensibles, como la eléctrica "Snake Eyes", con la que abrieron el concierto.
Precisamente, en estas dos piezas, encadenadas al principio del directo, ya dejaron entrever lo que sería el resto de este espectáculo celebrado en un Palacio de los Deportes de la Ciudad de México prácticamente a reventar.
Un escenario sencillo con un juego de luces potente y capaz de crear distintas atmósferas arropó al cuarteto liderado por Marcus Mumford y su característica voz, que se acompañó a la vez de un grupo de músico entre los que destacaba una pequeña sección de vientos.
Encantaron tanto en los temas de su tercer y último álbum, "Wilder Mind", con la muy coreada "Believe", como con sencillos de sus anteriores discos como "Awake my soul", "The Cave", a rebosar de banjo, o "Lover Of The Light".
Había ganas de este grupo ganador de dos Grammy y de ventas multimillonarias, y el público se dejó llevar por sus canciones, marcadas en su mayoría por un imparable "in crescendo", tan potente y bien ejecutado que, extrapolado al mercado de divisas, sería capaz de revalorizar el tan alicaído peso mexicano.
En este caso, la banda puso a saltar un estadio al completo en varias ocasiones y se mostró claramente feliz de su paso por el territorio.
Se dirigieron a la "fantástica" audiencia, chapurrearon español y afirmaron que era la "mejor recepción" que habían tenido en un primer concierto en un país.
Fue hacia el final del recital cuando uno de los miembros se colocó una bandera de México alrededor del cuello.
El público estalló en aplausos y vítores, pero en un mal momento para Mumford & Sons, que colocado en un pequeño escenario situado en medio de la pista interpretó, en acústico y con un solo micrófono, un "Cold Arms" un tanto desafinado y que apenas se escuchó.
Con todo, tras hora y media de un concierto impecable a nivel instrumental, la banda cerró con unos apoteósicos "Little Lion Man" y "The Wolf".
A juzgar por la emoción de la audiencia, superaron con nota su aterrizaje a tierras mexicanas.