Recetas ancestrales e ingredientes invaluables en el ‘Cabrito Fest’ de Saltillo
La bebida originaria de la capital coahuilense, el sotol, se hizo presente como ingrediente en la preparación del cabrito
Carbón y leña de mezquite ardieron este sábado en asadores y parrillas colocados por los 40 equipos participantes de la segunda edición del ‘Cabrito Fest’. Recetas ancestrales e ingredientes invaluables consintieron los paladares de los asistentes.
Uno de los tradicionales platillos de Saltillo dejó la cocina de la abuela para someterse en un concurso en el que 12 jueces, entre ellos, Adrián Herrera, exigieron que el sabor de la carne tierna prevaleciera en la preparación y mezcla con los diversos ingredientes que fueron utilizados por los cocineros.
Antes de las 13:00 horas, que era la hora agendada para la inauguración oficial. Entre los jardines de la Universidad La Salle, sede del evento, el viento regalaba aromas picantes que fueron combinándose con humo, especias y verduras que dieron el sazón a la variedad de platillos ofrecidos.
“Receta de mi abuelita”, fue el origen del 99 por ciento de los cabritos preparados. El resto fue una receta de autor que salió de cualquier pretexto para encender el asador y pasar un rato agradable con familia y amigos; y otra receta es ancestral, proviene de 1534, de esa migración árabe- musulmana que se asentó en la región Carbonífera del estado.
Cardamomo y cúrcuma, fueron sumados al orégano y comino; el aceite de oliva y la mantequilla se mezclaron con romero y cítricos para acentuar sabores. La bebida tradicional de Saltillo, el sotol, se hizo presente en preparaciones para marinar la carne y en las salsas que acompañaron los platillos.
Chiles, tomates y cebollas se tatemaron en las brazas para mezclarse con la sangre del cabrito y dar paso a la fritada, platillo que a su vez fue ingeniosamente utilizado para marinar o sazonar la carne.
La bienvenida estuvo a cargo de autoridades estatales y municipales, que una vez que inauguraron el evento, los comensales se acercaron a los stands de los participantes deseosos de degustar la oferta gastronómica.
Sonrisas y amabilidad prevalecieron entre los parrilleros y sus staff. Con detalle daban a conocer su platillo, mencionaban algunos de los ingredientes y repartían una muestra. Los nervios se mostraban cuando de entre los comensales aparecían camisas blancas con la leyenda jurado.
La explicación de ingredientes y preparación se volvía más detallada. En algunos stands se ofrecía a los jueces vino tinto, blanco y sotol para maridar la prueba. Cualquier gesto del jurado era motivo de emociones entre los participantes. Un trío de vikingos parrilleros se impuso en originalidad sobre el resto de los cocineros.
Tras la partida del jurado, venían las lágrimas, los abrazos y hasta los eufóricos gritos que los hacía sentir ganadores. “Ya ganamos, ya ganamos”, dijeron los cocineros de un stand donde la abuelita estaría muy orgullosa de ver a sus nietos participar con su receta.
“Una jurado nos dijo que estaba delicioso”, dijeron las integrantes de otro stand, mientras gritaban y se abrazaban danzando. No habían pasado ni 20 minutos de la inauguración cuando algunos stands ya habían terminado con su platillo principal para el concurso.
Mientras el asador terminaba su función con el cabrito que participó en estilo libre, guarniciones como papas, arroz, mollejas, guacamole y frijoles fueron también estrellas del sabor.
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El ingrediente secreto en el total de los stands fue el amor y la pasión por la cocina y la comida tradicional. Este ingrediente invaluable se mezcló con la amistad y las reuniones familiares que siempre serán pretexto, dijeron, para encender la parrilla.
Un cielo soleado y un calor que alcanzó los 40 grados coronó el festejo. Los árboles de la Universidad regalaron una generosa sombra que refrescó el ambiente y permitió disfrutar de los alimentos.