Un adiós al gangster, al escritor, al cambiapieles

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/ 10 julio 2022

La partida de James Caan deja un vacío en el mundo del cine, pero a través de dos personajes clave es que podemos recordar el valor de su legado, uno que da cuenta de la amplitud de su capacidad como actor

De gángster iracundo y volátil, a un escritor que lucha por su vida. Probablemente dos de los más icónicos roles que interpretó James Caan en vida, son precisamente los ejemplos que demuestran su rango y versatilidad como actor.

Estos son también con los que más lo recordaremos luego de su muerte, que ocurrió el pasado 6 de julio. El actor nacido en el Bronx, el 26 de marzo de 1940, tenía 82 años y un legado que aunque comenzó en los 60’s, no lo convirtió en estrella sino hasta que en 1972, bajo la dirección de Francis Ford Coppola, encarnó a Santino “Sonny” Corleone en la película basada en el clásico de Mario Puzo “El Padrino”.

Su interpretación del hijo de Don Corleone, un joven en línea para heredar el “negocio familiar”, pero que a diferencia de su padre no podía mantener a raya su temperamento, nos dejó con grandes escenas como, aquella en la que rompe la cámara de un agente del FBI en la fiesta de la boda de su hermana, para luego dejar un fajo de billetes con los que el desdichado fotógrafo pudiera reponerla; y tampoco podemos olvidar el momento en que, tras enterarse cómo su cuñado ha estado maltratando a su hermana, este lo busca en las calles de Nueva York para golpearlo brutalmente mientras un grupo de niños y adultos que disfrutaban del agua brotando de un hidrante roto, lo observaba.

Si bien tras este éxito su carrera estuvo en peligro debido a problemas con las drogas, arrebatos de mal genio y encuentros con la ley —muy a modo de Sonny Corleone—, en los 90’s retomó su trabajo y prestigio, gracias en especial a un personaje tangencial al iracundo gángster.

En “Misery”, de 1990, otro filme adaptado de un libro, ahora del thriller homónimo de Stephen King, Caan, como el escritor Paul Sheldon, quedó “a merced” de la explosiva y salvaje enfermera Annie Wilkes, interpretada por Kathy Bates —quien obtuvo gran reconocimiento por este trabajo—.

Aislado en una cabaña en medio de la nieve, con quien al principio se anunció como su fan número uno, para resultar luego en una mujer sola y psicópata que prefiere tenerlo para sí misma aún a costa de su integridad, el actor entregó a un hombre debilitado por un accidente automovilístico, así como por el abuso de Wilkes.

Aquí ya no encontramos a un empoderado heredero de un imperio criminal, sino a un autor que creyó que estaba en manos de una buena samaritana, y que luego tiene que luchar por su vida sin ayuda de nadie.

Entre estos dos personajes podemos encontrar a James Caan con el que nos quedaremos, el que nos ofreció la fortaleza y la debilidad, la arrogancia y la compasión, y que en su legado cinematográfico encontraremos.

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