'La pandemia nos hizo buscar otros modos de expresar afecto': Tomás Navarro
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En entrevista con VANGUARDIA, el psicólogo español, autor del libro, 'Fortaleza emocional', habla de cómo nos afectan las medidas sanitarias que trajo el coronavirus, pero también de que podemos salir avantes
El coronavirus, al ser tan contagioso, implicó una serie de cambios de hábitos. Si por necesidad teníamos que salir había que evitar abrazos, apretones de manos y ni se diga de los besos. Esos también quedaban prohibidos. Este es el primer tema que hablo con Tomás Navarro, el psicólogo español, autor de “Fortaleza emocional”, un libro que ahora nos viene, como anillo al dedo.
Le pregunto, cómo aquellas medidas de protección nos afectan psicológicamente. “Mucho, por que en nuestra cultura latina somos de tocar, abrazar, besar. Necesitamos ese contacto físico entonces tenemos que buscar otras maneras, de momento, de expresar afecto, de sentirnos queridos”.
Explica otro punto fundamental de cómo esta lejanía nos trastornó emocionalmente hablando, “vinculamos nuesra autoestima al afecto que recibimos y el afecto se recibe por intimidad. Y la intimidad, es una distancia de apenas 10 o 15 centímetros y nos piden metro y medio, no hay intimidad posible”.
Debido a la llegada del virus SARS-CoV-2 nos enviaron a casa en cuarentena, con estrictas medidas sanitarias y, en la medida de lo posible, a trabajar desde allí, por lo que Tomás Navarro argumenta que esta falta de contacto, “es un estrés añadido, en situaciones de estrés uno quiere un abrazo”.
Pero no todo está perdido, Navarro dice que “necesitamos maneras creativas y sobretodo más intensas y más frecuentes de mostrar ese afecto. Hay personas que nunca dicen 'te quiero', este es el momento de decirlo, o de hacer una videollamada, o un chat (y hace ademán de enviar besos)”.
Las medidas sanitarias provocaron miedo entre la gente y cuestiono cuál es la forma de lidiar con este para continuar viviendo en pandemia. “El miedo nos hace bloquearnos y pensar que no podemos hacer nada”. Aunque sí hay modos de hacer este momento llevadero, el psicólogo sugiere automotivarnos, “hay que poner en contexto lo que nos está pasando, es decir que es grave y sería mejor que no hubiera pandemia; pero no estamos en guerra, no nos han quitado a nuestro primogénito, no hemos tenido que darle un riñón al gobierno”, entonces asumimos que la situación ya no es tan trágica, la relativizamos.
Y es que, en tanto humanos según me explica Tomás Navarro, funcionamos con imágenes mentales. De forma que si yo me digo a mi mismo que lo que estoy viviendo es un drama, “mi cuerpo dice, alerta. Saca la caballería, esto es lo peor”. Esa imagen mental que tenemos genera una reacción y no debemos sobrereaccionar.
Durante la etapa de encierro nos han bombardeado, a través de medios y redes sociales, para que aunque estemos en casa, hagamos ejercicio y cuidemos nuestra salud física. Pero la salud mental es también fundamental. Para escribir nuestra propia narrativa, Navarro propone, en el libro, que tengamos a mano una libreta o cuaderno en donde podamos redactar las emociones que estamos viviendo. Por que esto no es algo que se nos enseñe en la escuela, aunque sería un gran acierto, como aduce el autor. “Creo que tendría que formarse en los colegios, de manera obligatoria la educación emocional. Por que las emociones nos lanzan mensajes. Nosotros tenemos tres canales: lo que pensamos, lo que sentimos y la motivación. Entonces tu te puedes engañar fácilmente, si tienes una pareja tóxica y te dices, 'no está tan mal, solo me pega cuando me lo merezco' y tu cuerpo sabe cómo decírtelo, te lo dice con una emoción. Si ignoras esos mensajes, todo se va complicando más, en cambio si los atiendes, puedes tomar mejores decisiones”. Y para aprender a relatarnos cómo nos sentimos, nada como dar rienda suelta a nuestros sentimientos y dejar que se plasmen en palabras escritas en papel, en las que nos reconozcamos y con las que podamos tomar acciones.
Por ejemplo, si empezamos a trabajar en un sitio nuevo y percibimos que hay algún problema con el jefe, pero internamente nos decimos, 'seguro que no pasa nada', permitimos que esa situación crezca. En cambio, si vamos y conversamos con él, para saber bien qué ocurre, es más sencillo solucionar aquella incomodidad. “No podemos negar, ni obviar el mensaje que nuestras emociones nos dan”.
Hay veces en las que sentimos miedo, en otras ansiedad, en otras tristeza y tenemos que aprender a reconocer cada emoción para poder enfrentarla.
El encierro necesario nos obligó a quedarnos en casa y a convivir con nuestra familia. En el libro, Tomás Navarro sugiere, por salud mental, alejarnos de las personas tóxicas. Pregunto qué pasa si hay alguna en nuestra propia familia. Y propone este ejercicio, imagina, “esto que me hace mi madre o mi hermano, ¿se lo toleraría a un vecino? Si la respuesta es no, es una persona tóxica”. Porque “una persona tóxica juega contigo, no le importa tu sufrimiento, no le importa lo que sientas, eres su recurso”, me aclara. “Y si te duele, es que no es bueno”. Lo fundamental es aprender a reconocerlas.
El psicólogo español asegura que el principal problema psicológico que trajo la pandemia, fue el de convivir necesariamente con gente tóxica, en nuestra casa, con nuestra propia familia, cuando los hay.
El mecanismo de defensa es poner distancia, si no puedes alejarte físicamente, “debes poner distancia psicológica, porque una persona tóxica es experta en hacerte sentir culpable de todo lo que pasa”, de ahí que haya necesidad de desatender comentarios, o hace oídos sordos, si vienen de alguien que reconocemos como tóxico. Aunque, siempre que se pueda, la distancia es una gran aliada.
Finalmente Tomás Navarro argumenta que debemos analizar a la gente con la que convivimos, para saber si es mejor alejarnos o no. Tenemos que darnos cuenta si es posible confiar o ajustar nuestras expectativas para hacer el día a día más llevadero. Y algo que recomienda es potenciar los micromomentos de felicidad, empezar el día tomando un café con leche, si eso es lo que me hace sentir bien; o saliendo a correr 5 kilómetros; depende de cada uno, porque esos pequeños instantes suman para el bienestar.