Dedican este año a Elena Garro en el centenario de su natalicio

Vida
/ 13 enero 2016

Organizan lecturas dramatizadas y mesas de reflexión para recordar a la polémica escritora

Ciudad de México. Amada y reconocida por su inteligencia, talento literario y belleza, pero también acusada y repudiada en su momento por considerarla traidora al movimiento estudiantil de 1968, Elena Garro (1916-1998) es una de las dramaturgas mexicanas más notables.

Este año se cumple el centenario del natalicio de la autora, quien nació el 11 de diciembre en la capital poblana.

Con la finalidad de conmemorar a Garro, durante 2016 se realizarán lecturas dramatizadas, además de mesas de reflexión en la Feria del Libro Teatral, adelanta Juan Meliá, titular de la Coordinación Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Asimismo, la Compañía Nacional de Teatro articula un proyecto que incluirá tres obras de la también cuentista y novelista (Andarse por las ramas, La señora en su balcón y Un hogar sólido), dirigidas por la creadora escénica Sandra Félix, comenta Alegría Martínez, responsable de difusión y documentación de esa agrupación.

La vida y obra de Elena Garro está marcada, entre otras cuestiones, por su matrimonio de más de 20 años con Octavio Paz (1914-1998), sus agobiantes y penosas vicisitudes tras divorciarse del poeta, así como por sus obsesiones creativas, sus genuinas preocupaciones sociales, sus singulares amistades y posturas políticas, además de su autoexilio por más de dos décadas: primero en Estados Unidos, luego en España y finalmente en Francia, donde residió muchos años, siempre acompañada de su hija Helena Paz, cuyo vínculo filial llegó a ser calificado de complejo y enfermizo.

Un capítulo de su vida también intenso y desolador se produjo cuando regresó a México, pues vivió en Cuernavaca hasta su muerte, a consecuencia de un cáncer de pulmón, debido su hábito de fumar.

Rompió esquemas

La vida de Elena Garro está llena de claroscuros; sin embargo, se le reconoce por ser una mujer insumisa, que rompió con atavismos de género y por ser pionera del realismo mágico en el ámbito teatral.

De acuerdo con la periodista y escritora Elena Poniatowska, fue un ser lleno de contradicciones y enigmas. Estigmatizada, pero también con delirio de persecución. Para ella nunca hubo medias tintas. Elena es un ícono, un mito, una mujer fuera de serie, con un talento enorme. A nadie deja indiferente. Impresionó a todos los que la conocieron, marcó con una huella indeleble a quienes la trataron (La Jornada Semanal, 17/9/06).

Para la especialista Mihaela Comsa, en su ensayo Elena Garro: personaje de su existencia, fue protagonista y antagonista de su propia existencia, y, probablemente, de la de sus seres queridos (...) Es una destacada figura de las letras que oscila entre el genio y la locura; entre la generosidad y la avaricia; entre la pulcritud y el descuido.

Jorge Luis Borges consideró a Garro una de las más grandes autoras de la literatura fantástica. En 1963 la mexicana publicó su primera novela, Los recuerdos del porvenir, por la que fue distinguida con el Premio Xavier Villaurrutia y que ha sido traducida a varios idiomas, incluido el maya.

Para la crítica, con la sola publicación de esa novela Garro ocupa un lugar en el Olimpo literario. Sin embargo, la escritora se dio a conocer antes como dramaturga con tres piezas en un acto: Andarse por las ramas, Los pilares de doña Blanca y Un hogar sólido.

Sus contemporáneas, Margarita Urueta, Luisa Josefina Hernández, Maruxa Vilalta y Julieta Campos, entre otras, junto con Garro, fueron mujeres dramaturgas que se distinguieron por abordar temas más allá de lo doméstico, para hablar de la mujer desde otra perspectiva, rompiendo así diversos esquemas sociales, como el matrimonio, los hijos, el divorcio, la maternidad, comenta la creadora escénica Estela Leñero.

Garro, destaca Leñero, “es la precursora del realismo mágico en el teatro. Su dramaturgia roza el absurdo; es muy imaginativa y al mismo tiempo habla de problemas más existencialistas, como es el caso de la maravillosa obra La señora en su balcón, en la que mediante una serie de juegos dramáticos reflexiona en torno a una mujer que se desdobla en distintas edades”.

Otra de sus obras más reconocidas es Un hogar sólido, con la que también abre un abanico de posibilidades dramatúrgicas, agrega Leñero. En muchas de sus obras hay un toque medio inocente, donde la infancia o la ingenuidad infantil se vuelven un ingrediente para aderezar la historia.

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Involucramiento total

La única obra de teatro histórica escrita por Garro fue sobre la vida y los anhelos del militar revolucionario Felipe Ángeles. Dicha pieza, apunta Leñero, le sirvió para describir y ejemplificar sus propias vicisitudes, pues la línea divisoria entre lo que escribía y lo que vivía era muy tenue; su involucramiento con sus creaciones era total. Empero, ser autobiográfica no significaba retratarse: la complejidad de su pensamiento y su agudeza intelectual hacían que se reflejara en diversos espejos, recurriendo a metáforas, alegorías o historias familiares, mediante la cuales pudiera expresar su yo profundo.

Además de cuentos y novelas, Garro posee una bibliografía de unas 16 piezas de teatro. Su obra es un referente de la literatura mexicana del siglo XX.

Sin embargo, explica Leñero, en el país existe alejamiento de la dramaturgia nacional. “El teatro mexicano es muy poco leído. Hay gran desconocimiento de las obras de teatro de la primera mitad del siglo XX. De repente alguien monta una obra. El problema es que en las escuelas de actuación no hay una materia que enseñe y recupere esa dramaturgia.

“Esa es la cuestión quizá –concluye– de que no se ponga en escena de manera frecuente la dramaturgia de Elena Garro, en particular, y del teatro mexicano, en general.”

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