La batalla de la promoción cultural de Miriam Kaiser

Vida
/ 22 junio 2017

La gestora compartió con VANGUARDIA detalles sobre su travesía por el camino de llevar las artes plásticas al público desde las instituciones públicas

Miriam Kaiser impulsora de espacios artísticos visitó ayer Saltillo para compartir con los artistas de la localidad un “conversatorio” en el que se intercambiarían dudas, penas y tristezas sobre la aplicación de los creadores a convocatorias y certámenes nacionales.

Como su avión de regreso a la capital del país salía muy temprano, Kaiser tenía el deseo de recorrer la ciudad para conocerla y conseguir algo de pan de pulque, pues su tiempo era corto. Aún así, atendió la entrevista para  ARTES VANGUARDIA. 

“Yo descanso haciendo adobes; el fin de semana pasado recorrí en un día 5 exposiciones en la Ciudad de México y el domingo voy por la de Picasso y Rivera en Bellas Artes. 50 picassos y 50 riveras, imagínate… lo más difícil es seguirme el ritmo” decía mientras daba sorbos cortos a su café y se acomodaba en una de las mesitas del patio principal del Museo Rubén Herrera. 

Lo del ritmo lo dijo porque durante más de 40 años lo suyo ha sido la compleja labor de la promoción cultural que ha ejercido con la prisa, la pasión y las peripecias que esto implica. 

Durante 11 años fue directora del Museo del Palacio de Bellas Artes, más tarde también dirigió la Sala de Arte Público Siqueiros en las áreas de exposiciones, en Difusión Cultural Internacional del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes; actualmente es coordinadora de exposiciones del Museo Nacional de Antropología e Historia  que logra compaginar con  muchos otros cargos. 

“Soy una mujer que se ha dedicado la vida entera a dos cosas: a sus hijos y a la cultura; todavía sonrío, no estoy amargada, altas y bajas y aquí estoy de no quiero decirte cuántos, pero muchos años que me he dedicado a esto con mucha pasión por una razón - explicó Kaiser - la cultura ahí está y en México sale de las piedras”. 

Desde la popular hasta la universal, la cultura y su constante presencia en la cotidianidad nacional,  fueron el motor para que la promotora se dedicara a esto, aunque a lo largo del camino hay algo que no ha podido ver desaparecer: la falta de atención que tiene  la clase política hacia esta forma de expresión. 

“Toda la vida te lo dicen, un jefe mío en los años 80 reunió al equipo de Bellas Artes y nos dijo: ‘se acabó el dinero, que comience la imaginación’, una frase maravillosa y de siempre porque a los gobernantes de todos los colores, sabores y cepas se les llena la boca hablando de la cultura, pero a la hora de los dineros…”, prefirió dejarlo así Miriam. 

Es por esto que para ella la promotoría cultural es un ejercicio creativo mayor , pues a pesar de que nunca hay dinero, en la Ciudad de México (la segunda con la mayor cantidad de museos en el mundo solo detrás de Londres) prevalecen las buenas exposiciones, el buen teatro, el buen ballet y la literatura. 

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De servir no sirve de nada, la utilidad del arte es únicamente aportar al espíritu del ser humano para tener una vida un poco más rica”

“Aunque la política cultural está deveras muy mal y lo que le sigue, uno viaja a Centroamérica o Sudamérica y ¡qué barbaridad, somos lo máximo!, nunca he comprendido por qué, es algo muy impresionante, el trabajo ahí está y se necesita una gran pasión para que cuando te dicen que ‘no hay’ tú vayas de frente”, dijo. 

Aún así, señala que es lamentable que se ofrezca poco espacio en los medios de comunicación a la difusión cultural, dando “las 8 columnas” a acontecimientos políticos, escándalos y cosas por el estilo. 

“No quiero tapar el sol con un dedo, pero hay cosas positivas y no las publicitamos, no les damos el valor y la importancia que tienen a pesar de toda la gente que estamos aquí atrás, taca y taca, o al menos yo sí he sido como un tractor toda mi vida”, aseguró a que le tocó por ejemplo, asesorar a la Fundación del Museo Nacional de Arte, jalando presupuestos y persiguiendo a los arquitectos para que hicieran las cosas bien. 

Con momentos difíciles y todo, Kaiser aseguró jamás haberse rendido, aunque reconoció que hubo momentos difíciles en los que lo único que quedaba era limpiarse las dos lágrimas para luego ponerse a trabajar, pues siempre tuvo mucho qué hacer, pero ¿para qué?. 

“De servir no sirve de nada, la utilidad del arte es únicamente aportar al espíritu del ser humano para tener una vida un poco más rica”, señaló Kaiser.

Sin embargo aseguró que tener el espacio para divagar y pensar en qué es lo que nos quiso transmitir un pintor en su exposición, qué sentimos en la música de un concierto o las enseñanzas que esconde un libro, ayudan a enfrentar mejor los problemas cotidianos.

Para esto, ella no considera que sea necesario dejar de construir carreteras u hospitales con los recursos públicos, sino que “se haga mejor difusión, que haya más catálogos, más libros; que la gente acceda a los lugares, que lleven a los niños de las escuelas a los museos, que haya actividades para cada sector”, entre otros básicos de la verdadera promoción cultural. 

 La Bienal Rubén Herrera
Junto al crítico de arte contemporáneo Eric Castillo y el pintor local Marco Saucedo, Kaiser fue parte del jurado que seleccionó al ganador, menciones honoríficas e integrantes de la muestra de la Primera Bienal de Autorretrato Rubén Herrera. 

“Acepté ser jurado porque para mí la importancia de las bienales de pintura es vital, sobre todo aquí donde el artista no nada más expone, sino que se expone y en la que hubo una competencia muy leal”, aseguró. 

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Constató que esta es la primera convocatoria de este estilo de la que ella tiene conocimiento y celebró que además de ser un tema poco común, representó para el artista un ejercicio de análisis interno, de reencuentro con ellos. 

“Es una manifestación sumamente interesante pues así como un escritor hace autobiografía, el pintor se saca a sí mismo; que sea nacional es muy importante para saber qué está sucediendo en el resto de la república, sobre todo porque no hay dinero para exposiciones itinerantes”, añadió. 

Finalizó asegurando que aunque faltan algunas piezas de la selección, proceso que calificó como muy difícil, aunque se sintió satisfecha y no se arrepentiría de ninguna de las decisiones que tomó durante la evaluación de los 126 aplicantes que tuvo la Bienal de Autorretrato. 

“Cambiaría que fue muy poco el tiempo que tuvieron los artistas para presentar sus obras, pero creo que todo llegó a un muy buen final, todavía no sé cuál pieza es de quién o dónde exactamente, pero habló el arte en general y alabo que se haya hecho esta bienal esperando que no sea la primera ni la última”.

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