Luis Jorge Boone presenta su libro de poemas “Bisonte mantra”

Vida
/ 17 agosto 2017

También a este autor de largo aliento se deben los libros de cuentos “La noche caníbal”, “Largas filas de gente rara”, “Cavernas” y “Figuras humanas”, y la novela “Las afueras”.

La presentación del libro “Bisonte mantra”, de Luis Jorge Boone (Monclova, Coahuila, 1977) se llevó a cabo la víspera en esta ciudad, y para ello, se convocó a los también escritores Elsa Cross y Hernán Bravo Varela para verter glosas y comentarios en torno a esa novedad editorial de 2017.

Ante un público que denotó conocimiento de la obra a presentar, y aprecio por la buena literatura, Elsa Cross leyó en voz alta fragmentos de la obra. Los asistentes, atentos a cada palabra, se dieron por enterados de que “Bisonte mantra” es una pieza literaria que desde ahora se erige como referente de su género en el país.

“En muchos puntos, el poema gravita en eso que no se ve, pero en lo que todos estamos inmersos”, leyó Cross para subyugar a quienes la escuchaban. El poema es una red que intenta atrapar lo oculto. Algo que corre subterráneo, que se esconde en las grietas y se interrumpe en un punto. Algo ajeno pero que se hace presente…”.

En el que es acaso el poema central del libro, a la mitad de sus hojas, aparece el bisonte. “Una mandada entera. Ocurre un descenso que llega a una autoextinción en las grandes llanuras a la orilla del desierto. A la sombra de otra especie, en el sueño de quien nunca te verá, no mueres, no te extingues…”, leyó Cross.

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Después vino una charla informal entre Hernán Bravo Varela y el autor, quienes compartieron elementos para que los asistentes se normaran un juicio y, tal vez, una idea clara de la calidad del libro en cuestión. “Me parece que este libro de poemas es sólo un poema de largo aliento fragmentado”, dijo Bravo Varela.

“Bisonte mantra”, se puso en relieve durante la presentación, es un canto espiritual, es la bitácora de un éxodo introspectivo a campo traviesa y un poema en el que se fragmentan dos desiertos, uno físico y otro inmaterial, y la experiencia de habitarlos. Echa mano de tradiciones espirituales, y modos de llegar a lo trascendental.

Tradiciones y formas de trascender que no suelen pensarse hermanadas, como la mística oriental, la sabiduría armónica de las tribus originarias de Norteamérica, y la escritura pagana que busca la iluminación. El poeta construye una escalera que sube al cielo de la contemplación, pero que también baja al ras de piso.

Toca el piso de la acción y sus incidencias, y logra ver ambos estratos de la vida como mitades inseparables y complementarias. El libro transcurre entre reflexiones sobre la soledad y la muerte, traslados por carretera a través del paisaje interior, y meditaciones que juegan a asomarse detrás del telón del universo.

Los poemas expresan oraciones que no necesitan de un dios porque, de acuerdo con los editores y los convidados a la presentación, al tiempo que la voz humana se injerta en el ecosistema que la rodea, recupera su pequeñez en el orden de las cosas, la maravilla de ser materia y conciencia a la vez, su peso y su levedad.

“Este mantra, dilatado e imposible, aspira a recuperar esa comunión con el mundo natural que con tanta facilidad perdemos en la superficie de los días. Es una búsqueda de sentido que aspira a la plenitud y la perplejidad. En el centro de este libro galopa la visión de una manada de bisontes”, abundaron en sus declaraciones.

Su regreso restituye un orden antiguo y perdido, música esencial que vuelve a escucharse, de acuerdo con Boone, autor de los poemarios “Traducción a lengua extraña”, “Los animales invisibles”, “Versus Ávalon” y “Por boca de la sombra”, entre otros, y de los volúmenes de ensayo “Lados B” y “Sobre mapas circulares”

También a este autor de largo aliento se deben los libros de cuentos “La noche caníbal”, “Largas filas de gente rara”, “Cavernas” y “Figuras humanas”, y la novela “Las afueras”. Además, es coautor, junto con Julián Herbert, del díptico narrativo “El polvo que levantan las botas de los muertos”.

Ha sido becario del Programa de Jóvenes Creadores del FONCA y de la Fundación para las Letras Mexicanas, así como miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Textos suyos aparecen en numerosas antologías y han sido traducidos al inglés, al francés y al alemán, y ha recibido 12 premios nacionales.

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