Para ir de compras es necesario presupuestar
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El 50 por ciento de tus ingresos netos debe ser para tus necesidades básicas, el 30 por ciento para lo que deseas y el 20 por ciento para ahorrar y pagar préstamos.
Por: Krysten Chambrot
Entre la reducción de productos, los precios que aumentan en el mercado y más allá, ya durante algún tiempo los compradores han estado sintiendo la presión en la caja registradora. Y, sin importar que se trate de una sensación nueva o de una que ya tiene mucho tiempo, hacer un presupuesto para la comida puede ayudarnos a sentir que tenemos un mayor control de nuestras finanzas.
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Hacer un presupuesto “elimina la angustia de preocuparse por el dinero”, señaló Dasha Kennedy, conocida como Broke Black Girl, una plataforma de educación financiera. “Aun cuando el ingreso no esté donde yo quiera que esté, si llega a haber alguna coyuntura, al menos sé qué está ocurriendo y sé lo que puedo hacer después”.
Y aunque quizás este no sea el tema de conversación más glamuroso, hacer un presupuesto al que podamos ajustarnos puede ser una manera de alcanzar nuestras metas y destinar el dinero a otras necesidades.
“Si hay algunas cosas que deseas hacer, tener un presupuesto te ayudará a saber cómo puedes hacer que eso suceda”, explicó Kennedy.
Comenzar puede ser intimidante si nunca lo has hecho, pero esto es posible aunque no seas el más disciplinado de los ahorradores. A continuación, te damos algunos consejos y técnicas de los expertos sobre cómo prepararte para lograrlo.
Hazte una idea de tus gastos
Beth Moncel del blog Budget Bytes afirma que la evaluación de tus gastos es “la etapa más importante” cuando estás comenzando a presupuestar.
“Para empezar, tienes que saber cuánto estás gastando antes de que siquiera comiences a controlarlo”, comentó Moncel, y añadió que puede ser útil monitorear incluso una sola semana de gastos en comestibles.
Cuando Moncel comenzó, usaba un software para presupuestos que le ayudaba a generar hojas de cálculo y reportes. Ese software ya no existe, pero las aplicaciones como YNAB (antes You Need a Budget), PocketGuard y Monarch funcionan bien y te permitirán importar todas tus cuentas financieras a un lugar centralizado. O si prefieres no usar tanto la tecnología, basta con juntar los recibos y solo sumar los gastos.
Moncel comentó que observar cómo los pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia, “te motivará a seguir adelante y hacer cambios todavía más grandes”.
Define la cantidad que vas a gastar
No hay ninguna regla precisa y definitiva en relación con cuánto debes gastar en comida; esto puede variar según diversos factores: el tamaño de la familia, los ingresos, la ubicación, los gustos, el acceso a las tiendas de comestibles. Lo más importante es que encuentres lo que a ti te funciona.
Un criterio es el estilo de presupuesto 50-30-20, una fórmula que se popularizó en el libro de 2006 “All Your Worth: The Ultimate Lifetime Money Plan”, escrito por la senadora demócrata de Massachusetts, Elizabeth Warren y su hija, Amelia Warren Tyagi. Así es como funciona: el 50 por ciento de tus ingresos netos debe ser para tus necesidades básicas, el 30 por ciento para lo que deseas y el 20 por ciento para ahorrar y pagar préstamos.
Desde luego, la realidad de hace casi dos décadas, cuando se publicó el libro, es diferente a la actual y algunos asesores financieros señalan que en este momento esa relación podría ser más bien 60-30-10, sobre todo en algunas partes del país que son más caras. De cualquier manera, y quizás sobre todo al inicio, suma todas tus necesidades mensuales (vivienda, servicios básicos y transporte), luego multiplica tus ingresos netos por .5 (o por .6, dependiendo del criterio que sigas). Esa cifra es cuánto debes estar gastando idealmente en tus necesidades básicas. Si tus gastos reales son mayores, es momento de hacer una evaluación.
Kennedy tiene otro método que tal vez sea más sencillo para muchas familias: calcular cuánto gastas en comida cada semana. Después de darse cuenta de que su familia de tres miembros no se comía toda la comida que compraban, vio cuánto estaban costando sus comidas diarias, en promedio al día, y multiplicó esa cifra por siete para calcular su presupuesto semanal. Con eso, a su disposición, pudo elaborar estrategias en la manera de plantear sus compras.
Comienza con cambios pequeños
Sé realista cuando se trate de la elaboración de presupuestos. Kennedy explicó que determinar un presupuesto que es demasiado bajo puede ser desalentador e incluso ocasionar que no te ajustes a este. Y hacer un cambio repentino que no tenga en mente tu estilo de vida y tu personalidad organizativa puede ser otro inconveniente absoluto.
Ten en consideración tus preferencias. ¿Te fascina hacer hojas de cálculo y organizar? Tal vez seas del tipo de persona que sale adelante con presupuestos estrictos y detallados. ¿Preferirías pensar un poco menos en tus gastos diarios? Quizás te venga mejor presupuestar con base en tus hábitos.
En vez de monitorear todos sus gastos, Maria Melchor, fundadora de FirstGenLiving, una organización que ayuda a los profesionales de primera generación a manejar sus finanzas, mantiene sus gastos bajo control yendo a supermercados que tienden a ser más baratos y basa sus compras y hábitos de comida con ingredientes más costeables, como los productos básicos de la despensa y las verduras congeladas.
Si Melchor siente que está gastando más en una semana, cuadra las facturas de esa semana y luego lo multiplica por 52 para ver si cree que este sea un patrón de gastos que pueda mantener a largo plazo. “En lo personal, no me atrae monitorear cada gasto”, comentó. “Esto me funciona cuando quiero hacer un reajuste”.
Evalúa tu despensa
Kennedy llena una hoja de cálculo de todo lo que hay en el refrigerador y en la alacena, incluyendo la cantidad y la fecha de caducidad que actualiza cuando cocina o va a comprar comestibles. Esto le ayuda a reducir el desperdicio de comida y hace que no compre de más, de tal modo que puede usar el dinero en otros ingredientes.
Y cuando compartes con alguien más la responsabilidad de comprar comestibles, Kennedy recomienda intercambiar las listas —de compras o de inventario— de tal modo que ambas personas puedan seguir con la tarea.
Saber qué hay en la alacena también puede hacer que los costos se mantengan bajos porque esto disminuye la tentación de pedir comida. Melchor guarda en su alacena y refrigerador ingredientes para unas cuantas comidas que puede preparar en pocos minutos. Esto ayuda a frenar cualquier deseo que tenga de pedir comida cuando está agotada.
Ajústate a una lista de compras
Ya que tienes idea de lo que hay en la alacena, puedes elegir algunos alimentos y usarlos para hacer tu lista de compras. No tienes que planear las comidas de manera estricta a menos que en verdad quieras hacerlo, pero quizá sea fundamental tener al menos tener en mente unas cuantas recetas que quieras hacer en determinada semana. Inclínate por platillos que sean tan asequibles y buenísimos como las sobras; si te encantan las sobras, claro.
Algunas buenas opciones son un chili vegetariano relleno de frijoles, un abundante curry de pollo al coco y conchas rellenas que queden bien congeladas. Sea cual sea la receta que elijas, solo asegúrate de que te guste. Tan sencillo como esto: si no te gusta la comida que preparas, no te la vas a comer.
Sé amable contigo mismo
Es probable que no te conviertas en un experto en los presupuestos de la noche a la mañana. Cometerás errores, te saldrás del presupuesto, regresarás de la tienda y te darás cuenta de que ya tienes dos frascos de ajo en polvo; todo lo cual es parte del proceso.
“Cuando comencé a hacer mis presupuestos, no fue como una varita mágica que todo lo solucionara”, señaló Kennedy, “pero me dio una idea de lo que ocurría y eso era lo que yo necesitaba para controlar mis finanzas”.
Y tal vez eso sea todo lo que se requiere para que tú comiences.