¡Pirañas en el río!

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Con sus dientes afilados, las pirañas pueden despedazar a un ser humano en minutos. Esa es la inmerecida fama de ‘el pez más feroz del mundo’, Pero no se asuste, aunque usted nade en un río de la Amazonia, las pirañas normalmente no le harán daño.
La idea de morir despedazado por el frenesí de unos peces tan pequeños es espeluznante; pero mordisquito a mordisquito, las pirañas se comen un ser vivo hasta los huesos en apenas minutos.
Algunos expertos especulan que un cardumen de 300 a 500 pirañas, tardarían cinco minutos en despojar de la carne a un humano de 80 kilogramos, pero los ataques solamente suceden en determinadas situaciones, por ejemplo, en época de sequía, cuando el nivel de las aguas de los ríos es muy bajo, o cuando la concentración de pirañas es alta y la comida escasea. También atacarán si se les molesta cuando se encuentran enterradas en el lecho del río. En otras palabras, reaccionarán de manera agresiva si se sienten amenazadas o el hambre aprieta.
No obstante, los ataques a humanos o animales son raros, y normalmente todo queda en un mordisquito, a modo de pellizco, en los pies o en las manos.
Pero en los incidentes con final trágico, a menudo la víctima ya estaba malherida o incluso había fallecido antes de que las pirañas le hincasen los dientes.
O sea que la muerte desgarradora que uno esperaría de esos peces, es más propia de las películas de terror que de la realidad.
Estrategias de defensa
Las pirañas viven en grandes grupos (llamados cardúmenes o ‘bancos’), pero no usan el grupo como estrategia colectiva para cazar. Sus ataques abrumadores son más bien caóticos.
La formación de grupos es una estrategia de defensa: o sea que se agrupan para protegerse de los depredadores.
Un estudio al respecto encontró que las pirañas de vientre rojo reaccionaban con más calma ante las amenazas de los depredadores. También se observó que las pirañas formaban bancos más grandes en aguas poco profundas donde son más vulnerables.
Por eso, la jerarquía se manifiesta en el mismo cardumen, con los peces más grandes y viejos viajando en el centro, y los más jóvenes y vigorozos en el exterior, al alcance de mordiscos y picotazos. Las pirañas también tienen enemigos, así que su macabra sonrisa no atemoriza a todo el mundo. De hecho, muchos animales nadan junto a ellas sin temor a ser atacados.
Pero dado que las pirañas se encuentran en la parte más vulnerable de la cadena alimenticia, deben cuidarse del ataque de los caimanes, los delfines y las aves pescadoras.

Un secreto protector
Marc Meyers, un ingeniero mecánico de la Universidad de California, quedó sorprendido al enterarse de que los peces Arapaima, la especie de agua dulce más grande y suculenta del mundo, no eran de interés para las pirañas. El secreto está en la armadura de escamas que cubre a ese pez: los investigadores descubrieron que las escamas de los Arapaima están formadas por dos capas entrecruzadas que crean un blindaje difícil de ser penetrado incluso por los afilados dientes de las pirañas.
Algunas son omnívoras
Las pirañas son famosas por devorar la carne, pero también se alimentan de insectos, semillas y frutos vegetales. De hecho, hay especies que son vegetarianas, y hay otras que son omnívoras, es decir que comen de todo. Entre estas últimas destaca la piraña de vientre rojo, una de las más voraces e insaciables.
Un grupo de investigadores observó que las pirañas atacan primero los ojos o las colas de otros peces para inmovilizarlos, luego se los comen sin miramientos.
Sus dientes son afilados y puntiagudos, y los usan para una punción rápida seguida de un corte incisivo. Un cuchillo ideal para cortar la carne.
Después de perder las elecciones de 1912, el ex presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt se fue a Brasil a dirigir una expedición científica con el objetivo de resolver si el llamado ‘río de la Duda’ era un afluente del río Amazonas.
En esa travesía Roosevelt conoció, entre otras bestias, las pirañas, “el demonio del infierno verde”, como él mismo las describió en su libro Through the Brazilian Wilderness (‘A través del Brasil Salvaje’).
El ex presidente quedó sorprendido ante la capacidad de esos peces para destripar un animal y devorar su carne: “Te arrancarán el dedo de una mano o de un pie sin que puedas hacer nada al respecto, mientras te deslizas descuidadamente sobre un río. De hecho, estos peces han mutilado a casi todos los nadadores de los ríos de la Amazonia; y devorarán a cualquier hombre o bestia heridos que nade en sus aguas; porque la presencia de sangre las excita hasta la locura”… escribió de ellas el ex presidente Roosevelt.
A pesar de ese peligro subacuático, los exploradores de la expedición pudieron cartografiar y determinar que el ‘río de la Duda’ era ciertamente un afluente del Amazonas. Y lo rebautizaron ‘río Roosevelt’ en honor al ex Presidente, cuyo libro sobre la expedición fue un éxito de ventas. Aunque, colateralmente, propagó la mala fama de las pirañas; ¡las villanas del agua dulce!