Rusia a 100 años de aquel octubre

Vida
/ 27 octubre 2017

La sublevación que logró transformar un estado feudal en una próspera nación con ansias de dominio universal

La Revolución Rusa fue un poderoso movimiento político, social y económico, que estalló en el año 1917 y que hoy es considerado como uno de los hechos más memorables que registra la Historia de la Humanidad.

Esa sublevación, que estuvo motivada y dirigida, casi exclusivamente, por obreros y campesinos, es decir, por el pueblo mismo, trajo como resultado el derrumbe de la dinastía despótica de los zares, lo que significó la abolición de un sistema absolutista, y el establecimiento de un gobierno dirigido por un grupo de tendencia socialista, los bolcheviques, guiado por Vladímir Ilich Uliánov, mejor conocido como Lenin, un político inteligente, decidido y capaz.

El origen de la revuelta 
A principios del siglo 20 Rusia se hallaba gobernada por una monarquía absoluta y despótica, donde no se ejercía la ley sino la voluntad de los monarcas (llamados zares).

 Indiferentes a las aspiraciones de las mayorías, los zares nunca demostraron interés por el progreso ni por el bienestar de su pueblo, mientras que la Duma o Parlamento, casi siempre se mostró dócil e incondicional al soberano de turno.

Aparte de esta realidad inaceptable, tres fueron las causas que precipitaron el levantamiento del pueblo ruso…

1. La aguda crisis económica por la que atravesaba ese enorme país y, sobre todo, la falta de alimentos que oprimía no solo a los campesinos y a la clase obrera, sino a toda la población.

2. Las constantes derrotas que sufrieron los ejércitos rusos contra los alemanes durante la Gran Guerra Europea de 1914-1918.

3. La ineptitud e intolerancia del zar Nicolás II y de toda la familia Romanov, que se mostraban ajenos e insensibles a las necesidades y sufrimientos de los obreros y campesinos.

Las causas sociales
En la organización social de Rusia imperaba la más absoluta desigualdad, lo que llevó a que se crearan dos clases bien marcadas, la nobleza y el pueblo.

La nobleza, con el Zar a la cabeza, constituía junto con la aristocracia, la clase privilegiada de Rusia. Ellos dirigían el Gobierno, eran propietarios de grandes latifundios y disfrutaban de toda clase de privilegios. 

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El proletariado estaba formado por profesionales, empleados, obreros y campesinos, que clamaban porque se les reconociesen sus libertades y derechos, y porque desapareciera la explotación, el excesivo número de horas de trabajo y los bajos salarios. Y abogaban por una mejor distribución de la tierra que asegurara la producción de alimentos suficientes para el pueblo. 

Vientos de cambio 
Durante la llamada ‘Gran Guerra’ europea de 1914 (Primera Guerra Mundial) se había desatado en Rusia un movimiento contra la autocracia zarista, cuyo desempeño había sufrido un grave quebranto con las derrotas de sus ejércitos. 

Y en medio de esa realidad se situaba la incapacidad del zar Nicolás II para gobernar el país (se decía que quien tomaba las decisiones en la Corte era el monje Rasputín, dueño de la voluntad de la zarina).

De hecho, se había desatado en Rusia una tenaz campaña contra el Imperio zarista, por grupos que proclamaban avances sociales y económicos, mientras ganaban fuerza las doctrinas de Carlos Marx  y el socialismo, cuyos partidarios se dividieron en dos bandos, los moderados y los radicales, respectivamente llamados mencheviques y bolcheviques. 

Hubo dos etapas o momentos en la sublevasión rusa. La primera en febrero de 1917 y la segunda en octubre de ese mismo año.
En la Primera Etapa el movimiento fue dirigido por los socialistas moderados (mencheviques).

Y dado que el ambiente para la insurrección del pueblo contra la monarquía ya estaba preparado, la revolución fue precipitada por una aguda crisis de alimentos que provocó una hambruna generalizada, sobre todo en la capital (Petrogrado), que fue donde se inició la revuelta, que luego  se extendió a todo el país.

Una sublevasión tibia  
A los obreros amotinados, dirigidos por los mencheviques, se les sumaron los soldados que habían abandonado los regimientos militares (incluyendo los marinos). 

Ante la insurrección general y la presión del pueblo, Nicolás II se vio obligado a abdicar el poder, el 15 de marzo de 1917.

 Entre los obreros, campesinos y soldados se organizó un Consejo de la Clase Trabajadora, denominado ‘Soviet’, con el cual quedó establecida la primera República, encabezada por Alejandro Kerenski, un socialista moderado, que fungió como su primer Presidente.

Pero el Gobierno de Kerenski duró pocos meses, ya que se hizo muy impopular a causa de haber intentado proseguir la guerra contra los alemanes y debido a que no había realizado ninguna reforma económica favorable al pueblo.

La segunda etapa 
La Segunda Etapa de la sublevasión rusa fue la verdadera Revolución Comunista, esta vez dirigida por los socialistas radicales (bolcheviques). Se trató de un movimiento popular que destruyó por completo el antiguo régimen despótico de los zares, y lo convirtió en una República Federal Comunista, dirigida por la clase obrera.

Esta segunda etapa fue conocida como ‘la Revolución Bolchevique’ o ‘Revolución de Octubre’.

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Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin, su nombre de combate, fue el alma de la Revolución Bolchevique. Habiendo hecho su ingreso en Rusia, después de un largo exilio en Suiza, comenzó por agitar a las masas de obreros, campesinos y soldados contra el gobierno provisional de Kerenski, mediante una activa y vigorosa propaganda sustentada en el lema “Todo el poder para los Soviets”, que prometían ‘Paz, tierra y pan’. 

Los ejércitos bolcheviques, tras varios combates con las tropas del gobierno de Kerenski lo obligaron a huir de Petrogrado, sede del gobierno melchevique.

 Acto seguido, Lenin fue proclamado Primer Ministro por el Congreso de los Soviets, convirtiéndose en la cabeza del gobierno de Rusia. 

El movimiento bolchevique había triunfado. Era el 25 de octubre de 1917 según el calendario juliano en vigencia en Rusia en ese entonces (el 7 de noviembre según el calendario gregoriano).

La República Soviética
 El gobierno revolucionario de Lenin fue asesorado desde el principio por un Gabinete Ministerial, que contó con el apoyo incondicional de León Trotsky, Jefe del Ejército Rojo.

En medio de un ambiente difil y complejo, el Gobiero de Lenin  se vio obligado a a tomar decisiones difíciles. Entre sus primeras acciones se involucraron las siguientes disposiciones:

(a) Fusilar a todos los miembros de la familia Romanov.
(b) Organizar una República Socialista, dirigida por los soviets (Comités y Consejos de obreros y campesinos).
(c) Entregar las tierras agrícolas a los campesinos y las fábricas a los obreros. 
(d) Nacionalizar la banca y el comercio.

Finalmente, el gobierno de los soviets acordó iniciar el nuevo Proyecto de Nación precedido por tres grandes decisiones: 

1. Establecer un Pacto de Armisticio con Alemania y Austria-Hungria, conocido como ‘Tratado de Brest-Litovsk’, por el cual Rusia se comprometía a pagar una indemnización de guerra, a la vez que renunciaba a Polonia y a los Estados Bálticos (Estonia y Lituania).

2. Retirarse de inmediato de la Primera Guerra Mundial.

3. Modernizar el sistema político y económico de Rusia, mediante el establecimiento de un gobierno comunista dirigido por la clase proletaria y bajo un sistema federativo, denominado Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Selector de Vanguardia

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