¿Tienes próximo viaje a Francia? Visita estas catedrales góticas imprescindibles
Por su osadía constructiva, sus imponentes alturas, sus impresionantes portadas y por la luz que penetra a través de sus coloridas vidrieras, aquello era la obra gloria de Dios
Entre los siglos XII y XV, Europa occidental se llenó de espléndidas catedrales góticas - francesas, españolas, británicas, belgas o alemanas-, pero el origen de estos templos, que parecen alcanzar el cielo, está en Francia, donde se encuentran las primeras y las mejores construcciones de lo que hasta el siglo XVI se llamó simplemente “estilo francés”.
No fue hasta el Renacimiento cuando apareció el término gótico, y lo hizo en alusión despectiva para un arte que se presuponía estar inspirado por los godos. Y si el gran pintor Rafael lo hizo en forma neutral, al considerar que “los arcos en ojiva de la arquitectura gótica recordaban a la curvatura de los árboles que formaban las primitivas chozas de los habitantes de los bosques germánicos”, el tratadista italiano Giorgio Vasari lo hizo de forma peyorativa.

EL ORIGEN
Volviendo a su origen, la irrupción de las catedrales góticas en Europa no fue un acontecimiento fortuito, sino consecuencia de una larga cadena de causas socioeconómicas, políticas y religiosas.
El crecimiento económico y la mejora en las condiciones de vida de la población fomentaron un optimismo que impregnó al conjunto de la sociedad, incluso en lo religioso.
La catedral, término que deriva del latín cathedra (‘sede’), y del griego antiguo καθέδρα, (‘asiento o silla’), es el templo donde tiene su sede el obispo y desde donde preside la comunidad cristiana. Situada en el centro de la urbe, visible desde lejos y emblema de la ciudad, la catedral pasó a ser el centro de un vasto conjunto de funciones: centro religioso, social, intelectual, artístico..., lugar de reunión de los distintos gremios.

HAY DOS FACTORES
Muy significativo es que el primer ejemplo de arquitectura gótica sea la basílica de la abadía de Saint-Denis (a partir de 1132) en París, construida bajo la dirección del poderoso abad Suger, consejero del rey Luis VI donde ya no se busca la sencillez y austeridad del románico, sino todo lo contrario: toda la grandiosidad y el ornato para el lugar donde se consagrarán y enterrarán a los reyes de Francia. Tanto fue así, que la luminosidad y la ligereza de aquel templo venía a plasmar y reflejar toda una nueva teología basada en la luz y el nacimiento de un nuevo estilo, el Gótico, que fue fuente de inspiración para todos los constructores de Europa a lo largo de más de cinco siglos.
SENS, NOYON, LAON, PARÍS Y CHARTRE
Las catedrales de Sens (1137), Noyon (1152) o Laon (1174) inspirarán a Notre Dame de París (1163), la más reconocible y conocida de todas las catedrales francesas, y más a raíz del terrible incendio que sufrió en abril de 2019 del que aún no se ha recuperado. Hasta la construcción de la Torre Eiffel en el siglo XIX, sus torres eran las más altas en horizonte parisino. La catedral, entre el gótico temprano y el clásico, de cinco naves y una de las primeras estructuras en incorporar arbotantes, un espectacular logro de la época fue diseñada como el “libro de los pobres”, de ahí que en sus puertas de acceso se encuentren plagadas de impresionantes conjuntos escultóricos que narran y explican a sus fieles, analfabetos, los episodios bíblicos.
Considerada uno de los mejores ejemplos del gótico clásico, la principal aportación arquitectónica de la catedral de Chartre (1194-1220) que hasta su incendio se enorgullecía de poseer la túnica que llevaba la Virgen en el momento del parto, consistió en la eliminación de las antiguas tribunas románicas sobre las naves laterales, gracias a la utilización de arbotantes y contrafuertes, que, aunque todavía voluminoso, la dotaban de altura y permitió la construcción con bóvedas de crucería.

REIMS, AMIENS, BEAUVAIS Y BOURGES
Llegamos al siglo siguiente, el XIII, y el gótico alcanza su pleno desarrollo. Los arquitectos parecen afanarse en una carrera por ganar altura: apuntan fuertemente los arcos y consiguen grandes ventanales que acentúan la verticalidad.
Los interiores se llenan de luz que entra a través de vidrieras y rosetones y se da más importancia a la cabecera; se abandonan las bóvedas sexpartitas; proliferan las capillas entre los contrafuertes; la alternancia de pilares y columnas se sustituye por pilares con columnillas adosadas; desaparecen definitivamente las antiguas tribunas sobre las naves laterales en favor de los estrechos triforio que pronto se abrirán al exterior con vidrieras.
Todos estos elementos los veremos en Reims, Amiens y Beauvais, tres impresionantes ejemplos de la esbeltez y la audacia de la arquitectura gótica francesa, espectaculares interiores donde reina la armonía, la solemnidad y los juegos de luces que nos eleva a otro mundo.
La primera, Notre Dame de Reims conocida sobre todo por haber sido testigo de la coronación de la mayoría de los reyes de Francia, se considera el modelo perfecto del gótico clásico XIII, y destaca por los conjuntos escultóricos de sus tres portadas
SAINTE-CHAPELLE, ROUEN Y ESTRASBURGO
A partir de la crisis paralizante que trajo el siglo XIV, el impulso constructivo es menor. Uno de los edificios más significativos es la Sainte-Chapelle de París, del Palacio Real, una iglesia de una sola nave y dos plantas, modelo del gótico más refinado, mandada construir por el rey Luis IX de Francia para custodiar la corona de espinas y otras reliquias de la pasión de Jesucristo. Lo más impresionante es que prescinde totalmente del muro que es sustituido por enormes vidrieras con un cerramiento formado exclusivamente por ligeras columnillas que dotan al espacio una dimensión celestial.
Por citar solo dos ejemplos de este gótico tardío, construido a lo largo de varios siglos, están la catedrales de Estrasburgo, en el corazón de la capital de Alsacia, levantada en cuatro siglos, y cuyo último arquitecto modificó la estructura del edificio para dejarla en una sola torre, y la famosa catedral de Rouen, cuya imponente portada, impresionó e inmortalizó Monet en sus 28 lienzos; con 151 metros es la catedral más alta de Francia pero la menos homogénea al haber sido construida en cinco siglos, del XIII al XVI.
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