“Ya nadie llora por mí”, un reflejo de la censura, corrupción y el abuso de poder
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La novela policíaca “Ya nadie llora por mí”, publicada hace un mes por Alfaguara, se presentó la noche del jueves ante casi 500 poetas, escritores, políticos, catedráticos y jóvenes que colmaron el Aula Magna de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA).
Con un lleno total en uno de los auditorios más grandes de Managua, el escritor Sergio Ramírez, Premio Miguel de Cervantes 2017, presentó su más reciente novela “Ya nadie llora por mí”, que recrea aspectos de la Nicaragua actual como los abusos de poder, la censura y el deterioro de los derechos humanos.
Ramírez (Masatepe, 1942) se convirtió el 16 de noviembre en el primer centroamericano que gana el Cervantes, en medio del júbilo de escritores y artistas iberoamericanos y el absoluto silencio del Gobierno que preside Daniel Ortega, su compañero de luchas revolucionarias hace más de 40 años.
La noticia del Premio Cervantes no mereció siquiera una línea en los casi veinte medios de prensa manejados por el Gobierno, que considera al ex vicepresidente un “traidor” desde que a mediados de la década de 1990 fundó el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) junto a otros conocidos intelectuales y ex guerrilleros.
El silencio oficial "no es algo que disminuya el premio ni me afecte personalmente. La respuesta del país ha sido muy calurosa, muy cariñosa y ha despertado el orgullo de que Nicaragua haya ganado este premio", dijo Ramírez en una reciente entrevista a dpa.
La novela policíaca “Ya nadie llora por mí”, publicada hace un mes por Alfaguara, se presentó la noche del jueves ante casi 500 poetas, escritores, políticos, catedráticos y jóvenes que colmaron el Aula Magna de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA), a la que el laureado escritor llamó “mi universidad de adopción”.
“La UCA me adoptó como a los huérfanos que se quedan sin universidad”, dijo en evidente alusión a la estatal Universidad Nacional Autónoma de León (occidente), donde en 1964 se graduó de abogado y donde en 2009 se le prohibió la entrada.
Ramírez llegó en esa ocasión a León para presentar “El cielo llora por mí”, primera de esta saga de novela negra, pero autoridades de la universidad proclives a Ortega colocaron una manta en la puerta repudiando su visita por “traidor, pelele y vendepatria”.
“Son fuerzas cavernarias que matan la inteligencia, que quieren ver libros en la hoguera”, comentó entonces el autor de "Adiós muchachos". Daniel Ortega había retornado al poder dos años antes.
Previo a la presentación del libro, la UCA también rindió homenaje a su ex alumna Gertrudis Guerrero, “Tulita”, esposa de Ramírez e igualmente ovacionada. El jesuita José Idiáquez, rector de la universidad, les entregó una garza esculpida en cerámica blanca, obra del sacerdote poeta Ernesto Cardenal.
“En la historia de mis premios, el primero que recibí fue ella”, dijo emocionado Ramírez de su compañera desde hace 53 años. Antes del Cervantes obtuvo el Premio Alfaguara de Novela (1998), el José Donoso de Chile (2005) y el Carlos Fuentes de México (2013), entre muchos otros.
A la presentación asistieron las poetas Gioconda Belli y Michelle Najlis, diplomáticos europeos, periodistas críticos como Carlos Fernando Chamorro, hijo de la ex presidenta Violeta Barrios (1990-1996), así como la defensora de derechos humanos Vilma Núñez, a quien Ramírez incluyó entre los personajes de su nueva novela.
A través de su gran protagonista, el ex inspector de Policía Dolores Morales, hoy detective privado cincuentón, la obra aborda temas como la censura de prensa, los fraudes electorales y el uso de las redes sociales en la denuncia de feminicidios y abusos de poder, enlazados todos "como un reflejo de la realidad", expresó el novelista.
"Pero esta no es una novela de denuncia ni he intentado presentar una visión didáctica o pedagógica de la realidad. Como novelista sólo puedo describir el paisaje del país, que el lector haga su propia lectura y saque sus propias conclusiones”, aclaró.
Consultado por el público cómo sería escribir sobre un país diferente, Ramírez dijo que la realidad ofrece situaciones y personajes tan interesantes, que "si Nicaragua dejara de ser como es, ganaría el ciudadano pero perdería el escritor”.
"Una novela sobre un país donde las elecciones fueran limpias y la justicia funcionara bien sería aburridísima, y yo tendría que buscar otra forma de ganarme la vida", ironizó el escritor.